Exorcismos en llamas
Hoy le seré infiel a San Xuan y ya van unos cuantos años pese a que con una semana de adelanto tuve el privilegio de vivir mi particular solsticio entre Stonehenge y la abadía, o lo que queda de ella, de Glastonbury. Hoy no habrá por tanto danza en torno al fuego, ni chocolate con churros ya de madrugada antes de volver al trabajo (nadie se muere por ir sin dormir una noche al currele, cantaba Sabina). No habrá por tanto exorcismo ni arderá nada en la foguera, probablemente ya no me quede nada que arrojar a las llamas acunada por las mareas. La guía de un viaje que nunca se hizo, los apuntes y libros de unas clases recién terminadas, una estampita de mi Santo Malverde, recortes de periódicos, una manoseada pieza del Siedler, un subrayado libro de poemas de Neruda (cuando aún leía a Neruda, a Benedetti y a tantos otros), un ajado sombrero panamá comprado en Ecuador, como mandan los cánones, una cruz de madera ¿robada/agenciada/comprada? en un monasterio búlgaro, un poema de David González en el reverso de una servilleta de El perro que fuma, unos vaqueros testigos de mi particular 21 de abril, un 7 de mayo, un plano de la ciudad de Lübeck que guiaba entre la niebla y el humo, un carnet caducado de la biblioteca municipal (todo lo que no sé está en los libros), posavasos del Eulenspiegel con marcas de lluvia y cervezas, lágrimas de soberbia y humillación, una foto del Che, aún con restos de una desconchada pared de color chocolate, una boina granate de Burdeos, un ramo de lirios secos con olor a frambuesas tempranas, la receta de unos muffin de plátano y nueces, inciertos números de teléfono con el prefijo de Munich, unas sandalias romanas, cuando aún no estaban de moda, compradas en un Flohmarkt quién sabe dónde (tal vez Berlín), quién recuerda cuándo (el año del diluvio), velas de sándalo y canela, un Keffiyeh comprado, paradojas del mundo fashionista y globalizado, en Little Italy, una litografía de Irene Adler, frases del tipo: no me despido con un hasta luego porque no tengo intención de volver a verte...
6 perdidos en el laberinto:
Yo hoy también le seré infiel, por tercer año consecutivo. Debe ser que nos hacemos viejos o aún más amargados y no nos apetecen estos jolgorios.
En cualquier caso siempre se pueden quemar los recuerdos en casa, aunque queramos que sean ignífugos.
Lo que más rapidamente arderá serán las lágrimas
Ya quisiera yo poder ser infiel al Santo... Pero año tras año se empeña en recordarme que acumulo un curso más de experiencia...
Le recomiendo algo para hoy: Shine a light, esto es, los Rolling y Scorsesse... Disfrútelo.
Con cariño. No puedo evitar que sea así.
Huntter
Que nos hacemos viejos es algo inevitable, pero en mi caso a parte de vieja lo que me vuelvo es más asocial cada día que pasa.
Aunque nunca serán suficientes como para apagar la hoguera.
Prometo no enviar sus cariños a la hoguera.
Publicar un comentario