martes, febrero 24, 2009

Con vestido y sin amor


Seis menos cuarto de la mañana, suena el despertador y como sonámbula me recibe la ducha y la preparación de un desayuno para una. Pulcramente colgado desde la noche anterior el meditado atuendo de martes porque aunque una sea del montón y no contenta con serlo también quiera parecerlo sin ponerse tacones en la percha me espera un vestido. Un imprevisto con el que no contaba, efecto colateral de la soledad, quién sube la cremallera por mi espalda. Malabarismo, contorsiones varias, serio riesgo de una contractura lumbar, pero consigo abrocharlo aunque sea la última vez por una larga, muy larga, me temo, temporada.



P.D. La de la foto, Marisa Tomei, la más guapa entre las guapas de la entrega de los Oscar.

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