Juro que lo intento, pero a veces la realidad me puede
Últimamente estoy en pleno proceso de rehabilitación social. Es decir, me relaciono más; trato de sonreír, de resultar afable, amable, alegre, agradable... y eso sólo comenzando por la "a". Incluso me he sentido tentada de contar algún chiste, pero la tentación como vino se fue. Afortunadamente mi memoria es de pez y los chistes nunca se quedan en mi cabeza.
He decidido sacar a pasear mis mejores maneras, que educada y respetuosa una siempre ha sido, aunque no siempre me haya sabido manejar en las distancias cortas y mi empatía cero (y descendiendo) siempre me haya vencido. Bien es cierto que también soy soberbia, pretenciosa e impaciente. Que si me aburro me levanto y me voy sin dar explicaciones, o peor aún, dándolas. Que si considero que no tengo nada que decir me callo. Que si alguien no me gusta no voy a fingir, ni esforzarme, ni buscar su lado bueno... que algunos dicen que todos lo tenemos.
Y sí, el mundo me sigue pareciendo feo, y la inmensa mayoría de las personas ni les cuento. Y no, no es la primavera, ni el buen tiempo (que hoy hace frío y medio llueve), ni siquiera la luz que de un tiempo ilumina a intervalos mi vida. Pero estoy tratando de... bueno, no sé, de demostrar interés en una conversación que no me interesa. De demostrar interés en las preguntas que alguien me hace y cuyas respuestas probablemente no le interesan. En ceder el paso y colocarme dos pasos por detrás aunque mi verdadero interés sea llegar antes y a ser posible en primer lugar. En descubrir cosas que no me interesan con el riesgo de acabar descubriendo que ciertamente pueden llegar a interesarme.
Tal vez se trate simplemente de tratar de ampliar horizontes, porque han dicho de mí que soy muy bien... y la guiri aquella en cambio muy mal. Y tal vez eso quiera decir que progreso adecuadamente, aunque cuando apoyo la cabeza en la almohada resulto estar agotada.