martes, julio 24, 2007

Después... nada





Hoy la Carola cumplía años. No quise yo preguntarle cuántos, aunque supongo que sino eran cuarenta sería porque esos ya estaban cumplidos. Se trajo bombones para invitarnos a todos los sufridores del verano. Bolso y zapatos nuevos, regalo de su santo imagino. Tampoco pregunté, sólo los miré con envidia y no precisamente sana (confesaré aquí mi profunda adicción hacia zapatos y bolsos, cuanto más caros e imposibles mejor).

Los bombones eran unos tofiffee (o cómo demonios se escriba). Esos con caramelo y una avellana. Me pregunto de dónde los sacaría, porque la caja parecía francesa, o suiza y aquí por mucho que los he buscado no los he encontrado en ninguna tienda. Por cosas así es por lo que maldigo vivir en provincias. Tampoco pregunté.

Nuestra relación es cordial, ni buena ni mala. En todo caso mejor que la que mantengo con el resto de colegas (y ellos conmigo) y mejor que la que ella mantiene con el resto (y ellos con ella). Fuimos las últimas en llegar. Somos las más jóvenes (yo más que ella) y todavía nos sentimos un poco fuera de lugar. Tiene razón G. cuando dice que ésta, nuestra administración, está llenándose de funcionarios frustrados.

Hoy volvió a repetirlo. Esta tarde cuando nos encontramos a la salida de una reunión en el Instituto, abonados como estamos ambos a la “colaboración”. Se acercó sonriente con un “¿tú también por aquí?”. Retórica entre risas y apretón de manos. Preguntó por la viudita alegre (siempre andamos metidas juntas en esos saraos).

Ella me lo había presentado este pasado invierno un día que se acercó para no se qué papeleos. Es G. un compañero que trabaja en el Instituto, cualquier duda, problema o asunto a resolver con tu promoción te lo soluciona. Me pasó su extensión que apunté en un papel que olvidé. Promesa de recurrir a su persona lo precisara o no y seguí con mis asuntos.

Él se fue, ella lo acompañó hasta el coche y regreso rápidamente para cerciorarse de que me había parecido un tipo majo. Si que lo es. No creo que buscara mi aprobación.

A partir de entonces comenzamos a encontrarnos jueves y domingos en las reuniones y colaboraciones. De repente un buen día me descubrí deseando que me “tocara” con él. Y hoy, cuando me preguntó por ella me sorprendí a mí misma alegrándome. Si no sabía que estaba de vacaciones en su tan publicitado viaje es que la comunicación no es tan fluida entre ellos como yo creía.

Pero no… será los tofiffees de esta mañana que tanto me gustaban… y eso que dicen que el chocolate es el sustituto del sexo.

Ya lo decía el poeta… La vida no traiciona, sólo existe de un modo diferente al esperado, y es justo que se cuide, pues la cito cuando tengo interés en malgastarla.

Escuchando (descubriendo) a Kris Drever...

(tengo que encontrar un método mejor de subir canciones al blog).




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