Tiempo de habitaciones separadas*
- Supongo que tendrás celos de mis zapatos.
- Sí.
- ¿Por qué?
- Porque te alejarán de mí.
[...]
- El amor no se acaba sólo porque dejemos de vernos.
- Ah, ¿no?
- La gente sigue amando a Dios,¿no? Toda la vida, sin verle.
- Ésa no es mi clase de amor.
- Puede que no haya otra.
Julianne Moore y Ralph Fiennes en "The end of the affaire"
El viernes, tras meses sin vernos, me reencontré con un tipo. Una de esas casualidades exentas de azar (de haberlo sabido) aunque el medio laboral no diera para mucho más y la conversación de la media hora de café, convertida en tres cuartos de hora, fuera monopolizada por la parte contratante de La Viudita Alegre.
Es de esos que siguen poniéndome nerviosa. Sintiéndome como niña chica en su presencia, intimidada e insegura. Basta que me mire, algo que parecía se propuso hacer con insistencia ese día, para que yo pierda los papeles. Ni siquiera es especialmente guapo, ni mucho más alto que yo, odio sus chistes y su lealtad se reduce a la que sienten sus perros por él. Pero tiene ese zsa zsa zsu que hace que la mejor dirección sea su contraria.
Y no, esta entrada no va por él, sino por J. Aunque ésa sea otra historia.
* Luis García Montero