III
Bromeamos, ambos, con lo de ser un pelín raritos. Que quizás por eso nos gustamos, por ser raros o diferentes y no tenemos medida, que nos vamos a la ópera y al salir del Campoamor, de reventón. Pero no es cierto, no más allá del humano afán por clasificar y etiquetar. No somos tan raros, y puede que no seamos tan altos ni tan guapos, aunque hace escasos minutos, de vuelta a la oficina y cruzando la calle, un amable anciano se me quedó mirando y más que murmurar entre dientes, vino a gritarle al mundo y dirigiéndose a mí, "pero qué mocina tan guapa"... No, simplemente somos nosotros, aunque a veces no resulte suficiente...