Frente al espejo
Debo confesar que estoy feliz, radiante, contenta y que por tanto nada tengo que contar hoy aquí. No he echado de menos a nadie. Las noticias que he recibido a pesar de la distancia y los 17 bajo cero en los que venían envueltas tenían cierto regusto a esperanza. A pesar de tener que usar un ordenador con contraseña prestada y programas a modo de prueba, "tú no valides nunca", mi mentor por fin comprendió a eso de las doce del mediodía que yo era una chica lista que aprendía rápido y mi nuevo jefe, a todas luces un auténtico panoli tuvo la cortesía de preguntarme tropecientas veces a lo largo de la mañana "qué tal en tu primer día". Una veintena de pares de ojos masculinos levantaron la mirada de sus respectivos escritorios para examinar a la "nueva", trabajar en un universo eminentemente masculino me resulta curiosamente más relajado que hacerlo con mujeres y su veredicto poco o nada me preocupa. En fin, espero recordar esto dentro de dos meses, mantengo que las primeras impresiones siempre hay que tenerlas en cuenta.