Debo confesar que echaba de menos sentarme en mi rincón frente al ordenador y ponerme a escribir aquí, pero me han faltado el tiempo y las ganas, demasiado ocupada en derribar piedra a piedra mi vida, hasta quedar en ruinas.
Más tarde alguien me tendió su mano y me llevó lejos. Extraña magia la de los aviones que hacen que esta mañana me despertara en Hythe, a orillas del canal de la Mancha y horas después esté aquí, de vuelta a la cruda realidad. Ésa que me recuerda que ayer fue mi cumpleaños, aunque quise olvidarlo entre cervezas y planes que nunca se harán realidad, que tengo que pedir cita con el dentista y el martes tengo que presentar la declaración de la renta, que mañana es lunes, pero no uno cualquiera, sino el peor de todos los lunes, el del regreso de las vacaciones, que ya no volverán hasta el otoño.
La maleta sin deshacer, montones de ropa sucia, la nevera tan vacía como el trocito de alma que aún me queda y ya he puesto en venta... Ojalá todo fuera tan fácil como abrir las ventanas y dejar que corra el aire, hacer la compra, poner sábanas limpias y levantar las alfombras.
Durante unas semanas dejé de ser yo, pero el tiempo siempre pone las cosas en su sitio. Tan sólo espero que a partir de ahora aunque siendo la misma, consiga ser distinta.