miércoles, octubre 14, 2009

Los domingos se han hecho para bailar (dicen algunos)



Sal siempre (me) dice que hay que tirar p’lante aunque sea a costa de darse de cabezazos contra la pared reiteradamente. Siempre de frente y luego que salga el sol por Antequera. No seré yo quien le quite la razón que es posible que tenga. Quién sabe, a lo mejor a ella le funciona. O tal vez el maquillaje borre las cicatrices y la sonrisa sea la mejor de las constancias. Para mí, un no es la derrota más absoluta y un quizás, la rendición, que a tiempo, dicen algunos que es una victoria.

Sonaban los Burning en un bar de esos en los que aún suenan los Burning. Estuve a punto de decir lo mucho que me gustaba esa canción, pero no, no éramos dos.


Plegaria


Me gustaría pedirle al tiempo que diese marcha atrás hasta el momento en el que no te conocía y yo vivía mi vida, pequeña y ordenada, sin altibajos ni emociones, sola pero con mi compañía para el te de las cinco. Me gustaría pedirte a ti el favorcito de que me borraras de tu vida. Que te olvidaras de mí si es que en algún momento me recuerdas... Yo... no podré hacerlo.




Le cuento. He conocido a un chico guapísimo este fin de semana. Guapo y encantador. Con sentido del humor, buen conversador, aparente y tremendamente guapo. ¿He dicho que era guapo, muy guapo?. Se interesa. Quiere que cuente, saber qué ha pasado. Es evidente que no puede competir en belleza afirma. Nada que hacer. Y yo le cuento y bromeo acerca de mi supuesta madurez alcanzada, las apariencias ya no son suficientes, me dejan fría, sólo alcanzan a compartir unas cervezas y una cena, un rato de animada conversación (que no es poco). Se pone serio, o sólo lo finge. Agradece la parte que le toca. ¿Mal entendido orgullo herido?. Si es así no lo comprendo, y bien sabe ese Dios al que algunos le rezan que me encantaría hacerlo.




P.D. Katherine Herpburn y Douglas Fairbanks en "Morning glory".

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