miércoles, octubre 27, 2010

De horas, días infernales, comportamientos improcedentes y es la falta de amor la que llena los bares




Hoy ha sido un día, laboralmente hablando, infernal. ¿Quién dice que los funcionarios no trabajamos por las tardes o que nunca nos exigen tareas que deberían estar para ayer con jefes que de vacaciones en la otra punta del mundo dejan instrucciones imprecisas e inexactas o que no nos grita el de presupuestaria porque si no tenemos las fichas de acreedores para las nueve de la mañana cuando en realidad ya son las cuatro tropecientos buenos ciudadanos que no tienen culpa de la ineficacia y el mal funcionamiento de la administración pública asturiana se quedarán sin cobrar la subvención que les pagarán no antes de tres meses por una reclamación impuesta hace casi dos años?

Reconozco que trabajar contrarreloj por primera vez después de tanto tiempo no ha estado mal del todo.



Y durante al menos unas horas me he olvidado de lo idiota que puedo llegar a ser...










"Por lo menos te he mandado cien mensajes
super cursis en plan sueño con tu boca.
Por favor, no se lo cuentes a nadie,
que esta noche es que estoy un poco idiota.

Quizás me he cargado más la última copa.
El caso es que estaba fría mi cama
y te echaba de menos mi pijama
y de abrazarte y de estrujarte me moría de ganas.

Soy igual que un niño castigado sin recreo,
dibujando corazones cada vez que no te veo.
Pero, no pasa nada, mañana se me quita.
Olvida mis chorradas, demasiadas cervecitas.

Simplemente te he mandado cien mensajes
super cursis en plan sueño con tu boca.
Por favor no se lo cuentes a nadie
que esta noche yo es que estoy un poco idiota.

Esto debe ser como una gripe.
En vez de fiebre lo que ocurre es que sonríe
mi cara si recuerdo los momentos en que te siento
tan cerca y me entretengo
dibujando corazones como un niño sin recreo.
Con lo golfo que yo he sido y lo tonto que hoy parezco.

No me tomes en serio, yo al menos no lo haría.
Pero, cuelga tu primero, (¡Joder macho vaya día!!).

Y es que encima te he mandado cien mensajes,
super cursis en plan sueño con tu boca.
Por favor no se lo cuentes a nadie
que esta noche yo es que estoy un poco idiota.
(mal te veo, rafita, mal te veo)".




P.D. 1 Rafa Pons toca en el Clandestino el viernes (C/Cabo Noval). Y por cierto mañana en la  sala Acapulco (Casino de Gijón), Arizona Baby + Los Coronas... Y si no, siempre nos quedarán los bares...

P.D.2 Louise Lasser


[Y sigue sonando Lucinda...]

I want my soul to feel brand new






Me cuenta Sal, en medio de su penúltima crisis erótico-senti-existencial con ese impresentable con el que comparte la parte de su vida y de su cama que él le permite compartir, que se ha pasado casi una hora llorando y borrando mensajes de móvil y correos, a modo de anticipo para borrarle de su vida. Aunque ambas sabemos que podrá borrar lo primero, pero no lo segundo. Extraño caso de dependencia el suyo, o tal vez es que todas lo sean, las dependencias, irracionales, digo.

Supongo que aunque debe de ser una buena catarsis, al margen de cuestiones de espacio, virtual, y sin atender a la higiene mental; yo nunca lo he hecho, básicamente porque soy de efectos más inmediatos, sin criterio alguno saco la goma y fijo, limpio y doy esplendor sobre la marcha. Si no voy a contestar, para qué mantenerlo, y si voy a hacerlo, una vez hecho, para qué mantenerlo.

Bueno, venga, sí, que alguno o algunos conservo, y quién no, pero esto no se lo cuenten a nadie... pero no es norma, es excepción, que de cuando en cuando llega un puñado de frases dignas de ser recordadas, atesoradas durante un tiempo para ser releídas, o no, que a veces sólo cuenta que estén ahí. Aunque inevitablemente siempre, más temprano que tarde, llegue el momento en el que mantenerlos sea absurdo y no quede más remedio que la purga. Por mucho que joda duela. Porque duele, para qué negarlo, al menos en algunos casos.

Por ejemplo tengo un email en mi bandeja de entrada fechado el 8 de julio de 2010. Es el más antiguo del puñado de ellos que conservo, que sí, que conservo unos cuantos pese a todo, y ahí se quedarán una buena temporada. No sé por qué no lo borro, si ni siquiera lo contesté. Una felicitación de cumpleaños, mi respuesta, la respuesta a mi respuesta... y ahí se quedó, testigo mudo de una comunicación truncada. No dice nada importante, ni digno de recuerdo, ni siquiera de alguien que lo sea. Pero supongo que de alguna forma el día que lo borre habré borrado una parte de mí, que si bien yo mutilé de mi vida, de momento, paradójicamente, quiero que siga ahí.

Con los SMS me ocurre algo parecido. En cuanto envío uno, lo borro ipsofactemente, como diría Fever; de forma compulsiva e irreflexiva. Y claro que hay excepciones, muchas, tal vez demasiadas; aunque a día de hoy, y ni siquiera tengo que coger el teléfono y mirar para comprobarlo, sólo conservo un primer mensaje enviado por mí, que de momento sé que no voy a borrar.

En el buzón de entrada ocurre lo mismo, recibo y borro, conteste o no conteste. Y sí, conservo alguno, pocos, pero ahí están, y lo que les queda, supongo. El día que los borre habré vuelto a la normalidad, el caso es que no sé quiero despertar... o no puedo.






P.D. Helen Mack y Chester Morris

You should have a little faith in me





Esta noche toca el gran John Hiatt en Madrid, viernes en Barcelona y sábado en Donosti. Y yo no podré estar en ninguno de los tres, como mucho el viernes escucharé a Rafa Pons, que aunque tan sólo sea por ese 'un poco idiota' con el que tan identificada me siento últimamente, ya merecerá la pena.

Siento tremenda envidia de los que disfruten de él hoy en la Joy, y sin duda estaré en espíritu. Que John Hiatt, a lo largo de los años y sin hacer demasiado ruido aparente, ha ido colocando un más que estupendo buen puñado de canciones.

Tómenselo como tarea para el día de hoy, descubrir a John Hiatt. Nunca me lo agradecerán lo suficiente.





P.D. Lotte Lenya

Como cantaba el Lichis, te he apuntado en una barra de hielo mi dirección y mis mejores deseos...




Sigo sin pillarle el punto al Facebook, supongo consecuencia de mi más que evidente carencia de habilidades sociales; y excepto escribir alguna tontá de cuando en cuando y colgar canciones vía Spotify, poco uso le doy. Por cierto que no he colgado aún ninguna de la Jurado, aunque a estas alturas poca reputación e imagen me quede por mantener a buen recaudo. Y de ser sincera, está comenzando a asustarme un poco... El Facebook, digo, no mi reputación; que ésa ya no tiene remedio.

Hace un par de días en fase de aburrimiento agudo me puse a buscar, tratando de recordar sin demasiado éxito, a mis viejas compañeras del colegio. Llegué a encontrar a tres, y como es obvio no tenía nada que decirles. No más fructífero, pero sí más divertido fue tirar del hilo de los amigos de amigos y encontrarse con que en ese irreal mundo, enemigos irreconciliables en la calle, se envían saludos y felicitaciones virtuales. Yo sigo sin caerme del guindo y sin entender cierto tipo de ¿amistades?

Porque ésa es otra, y no, no hablo de tener más de mil amigos, que supongo todo es posible. Acaso no presume Sánchez Dragó de haberse acostado con más de mil mujeres, ¿o era Julio Iglesias? No, hablo de "mis amigos", como aquél que me envió una invitación, y vaya, tu quoque, Brutus, fili mi, con la de tiempo que hace que no nos vemos y la cantidad de veces que nos repetimos que tenemos que ponerle remedio, pues va y le acepto, a ver si vía Facebook nos ponemos de acuerdo en fecha y hora. Pero va a ser que no, que a las dos horas me dice que me borra, que apenas usa el Facebook (aunque su muro demuestre lo contrario) y que fue por error, no sé qué historia del correo electrónico. No es que me importe, pero me pregunto si eso significa que si nos cruzamos por la calle va a cambiar de acera y evitar saludarme, y eso sí me preocupa. Supongo, debería.

Después están los que me envían sus invitaciones con grandes alharacas, "qué alegría Dae, verte por aquí y bla bla bla", y luego ignoran tu existencia por completo y parecen contestar y hacer caso a todo el mundo excepto a ti. También me pregunto si es sinónimo de que la próxima vez que nos veamos van a retirarme el saludo.

En tercer lugar los que no dejaban de enviarme invitaciones cuando yo no estaba en Facebook, y que cordialmente reenvié cuando finalmente me uní, más por reciprocidad, cortesía y educación, que por otra cosa, todo hay que decirlo. Ahora, semanas después de que no las aceptaran, ya he logrado comprender que sin duda las suyas fueron, por tanto, "un error".

Mención aparte merece la gente que no conoces de nada, ni siquiera virtualmente, que al fin y al cabo ya es un tipo de conocimiento, que te abruma, literalmente, con invitaciones. Concluyo entendiendo que muchas de ellas, tal vez la mayoría, son "errores".

Y claro, esto me lleva a preguntarme si la escasa gente que tengo como "amigos", de veras les apetece serlo y estar ahí o han aceptado "como un error" mi invitación; o viceversa, y me enviaron la suya también equivocadamente. Porque ése sí que es el auténtico error. Así que de de darse ese caso, hagan el favor de borrarme, que yo aún no he aprendido a hacerlo, que a desfacedora de encuentros nadie me gane.







P.D. Laura Antonelli

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