Se publica hoy en El País, al menos en su edición digital una noticia cuyo título dice: "Sin médico ni juzgado por un 'niqab", y viene a contar que una mujer musulmana, tunecina, para ser más exactos, embarazada (embarazo de alto riesgo), se negó a quitarse el niqab que la cubría de pies a cabeza ante el requerimiento del ginecólogo de la Seguridad Social, y a su vez éste se negó a reconocerla si no se quitaba el velo. Acabaron en los juzgados con sendas denuncias interpuestas por ella y su marido por no ser atendida, por un lado; y por otro, una denuncia contra el marido por amenzas por parte del médico y de un agente de la Ertzaintza que fue reclamado ante la presunta conducta violenta de la pareja. Y como con la justicia hemos topado y la jueza volvió a exigirle a la mujer que se descubriera, ella volvió a negarse alegando que sólo lo haría a solas delante de ella y de los abogados y fiscales pero no ante el público, la jueza desestimó la demanda.
Esta historia ha generado tropecientos mil comentarios del tipo que se vaya a parir a Túnez, que hay que expulsarlos a todos (a los moros), que donde fueres haz lo que vieres y hay hasta quien la compara con las monjas de clausura, etc.
Es curioso como con relativa frecuencia se publican noticias de este tipo provocando airadas reacciones que no duran apenas un par de días, creándose poco a poco un abismo cada vez más grande entre los unos y los otros. Se habla de expulsión, de racismo, de intolerancia, de asimilación, de homogeneización; pero poco o nada de educación, integración o libertad religiosa. Y nunca de provocación, y es precisamente la palabra que a mí me viene a la cabeza cuando leo este tipo de cosas. Partiendo de la idea de que la libertad de culto y el respeto por otras fes, otras costumbres y otras ideas tiene que estar por encima de todo. Que si una mujer quiere libremente cubrirse de pies a cabeza lo encuentro tan respetable como que otros sean aficionados al nudismo, al fin y al cabo yo nunca entro en una iglesia con los hombros descubiertos.
Y hablo de provocación porque no me deja de llamar la atención de que precisamente en Túnez está prohibido el uso del velo islámico en todos los espacios públicos con excepción, lógicamente, de las mezquitas. Así que se confunden un poco esos que dicen que debe irse a su país para vestirse como le da la gana. Állí no podría. Aquí, al menos de momento, sí puede.
Por otro lado, si le han diagnosticado un embarazo de alto riesgo, presupongo que anteriormente habrá sido atendida por un médico o ginecólogo, le harían la ecografía por encima de la ropa, digo.
La chica en cuestión es enfermera titulada por la Universidad de Navarra aunque no ejerce como tal. Imagino que será la dueña y señora de su casa. Y dudo seriamente que cuando acudía a las clases lo hiciera vestida de esa guisa. De hecho me encantaría saber desde cuando usa niqab y si esa es su vestimenta habitual. Porque a mí estas historias me suenan a provocación absoluta, a buscar la foto y la noticia, hoy me pongo el velo y montamos el pollo, y claro, la sociedad española entra al trapo como si estuviéramos en Las Ventas.