Cuando ustedes lean esto será al menos lunes por la tarde, y vayan ustedes a saber por dónde andaré yo. A lo mejor seguiré delante de una pantalla en blanco en la oficina o camino de casa o en el supermercado haciendo la compra, paseando escuchando a Emmylou Harris, durmiendo la siesta, haciendo spinning, comiendo, leyendo o 'mad menizándome'. Me gusta escribir en un determinado momento y hacer que se publique en otro... ya lo he contado unas cuantas veces. Así que ahora, a una incierta hora de la tarde del domingo, escribo esto, que puede que vea la luz mañana, o tal vez no... que generalmente no releo lo que escribo, y tal vez debería...
Anoche me comporté bien, para ser un sábado. A las nueve estaba en casa, y las once en la cama, que tocaba madrugar e ir de romería a un examen con media función pública asturiana. Leí unas cuantas páginas de un libro que no me gustaba y acabé por dormirme al filo de la medianoche mecida por Schubert. Y a las 2:17 sonó el pitido de un SMS. Sé la hora exacta porque estoy ahora con el móvil en la mano borrando mensajes y tratando de entender algunas cosas que no entiendo, e imagino que nunca acabaré por entender.
Confesaré dos cosas: una, que de primeras no pensaaba contestar al "estas up?", entre otras cosas porque no lo estaba hasta que me despertó el teléfono, y dos, de segundas, la decepción; sí, lo siento, hubiese deseado que hubiese sido otro, si espero que alguien me despierte de madrugada con un mensaje, que al menos fuera con el mensaje inconveniente#2, o aunque no fuera inconveniente, incluso mejor así. Y no, no se crean, no hay tantas personas que tengan mi número y se dediquen a enviarme mensajes de madrugada (y no tan de madrugada), pero alguna, incomprensiblemente, si hay... sólo que era la equivocada... o puede, probablemente, que la equivocada sea yo...
P.D. Claudia Cardinale