lunes, octubre 31, 2011

Desde el desván oscuro donde habitan los sueños




En ocasiones me avergüenzo de mí misma. No siento pena, ni lástima, ni la busco en los demás; pero sí vergüenza, cuando pienso o siento determinados lugares comunes, cuando leo ciertos libros o escucho algunas canciones.

Está anocheciendo, apenas pasan de las ocho y me gusta que los días se acorten. A lo mejor también debería avergonzarme de ello, de ir contracorriente, de desear que se haga de noche, que llegue el frío y disminuyan las horas de luz.

Suena una canción de ésas, por las que cualquier me juzgaría y me condenaría al más oscuro de los avernos. De las que cualquiera se avergonzaría de tener en su IPod, de las que si tú me preguntases y la respuesta fuese sí, que me gusta y que la canto a voz en grito, te haría perderme el respeto, como yo se lo pierdo a los tipos que escuchan a Sabina.

Ni siquiera sé por qué me gusta o cómo es posible que instantes después suene Emmylou y me quede anclada en esta nueva canción una y otra vez, y tararee sin fin con mi media voz desafinada y sin ritmo, porque no tengo vecinos ni a derecha ni a izquierda, y los de arriba no cuentan, que siempre riegan sus plantas justo después de que yo haya limpiado los cristales.





Busco de nuevo tu mirada en esa foto, I'll wipe the liquor from your lips, y trato de encontrar en tus ojos las palabras que no dices. Y trato de averiguar qué pasaría por tu mente en ese rato, en ese preciso instante de flash, y trato de oír tu voz diciendo aquellas palabras esa misma tarde. Probablemente ratos antes de posar y mirar a la cámara.

Y me pregunto cómo sería tenerte aquí ahora, o ratos antes, la cara que hubieses puesto viéndome y oyéndome tararear esa canción tan facilona y hortera, y no sólo por mi pésima y desafinada voz sin acento. Cómo sería que me miraras en desorden, con furia y con deseo. Confuso y entre sombras, las mismas que nos devoran, alucinados ambos; insomnes entre el azar y el sortilegio que me lleva a explorar tus labios, que están ardientes, que queman en esta noche, que como tantas se nos escapa.










P.D. Joan Bennett

Ya lo dicen The Jayhawks, save it for a rainy day...



Así entiendo yo los afectos... creo.


[No sé si les pasa a ellos. Supongo. No somos tan diferentes aunque Venus y Marte no compartan la misma órbita. Quizás es que no lo cuentan, o si lo hacen, hablan de otras cosas. Pero a nosotras nos pasa, mucho, demasiado; y no se cura con los años.

Sal vuelve a decirme que todos los hombres son iguales. Yo vuelvo a corregirle. No, no todos son iguales. Son iguales todos los hombres de los que tú te cuelgas. Viendo señales donde sólo hay humo; construyéndote una realidad alternativa donde los quizás son sí rotundos y las dudas pasan por certezas; donde lo temporal se traviste de eternidad. Y si él dice que sólo sois amigos, tú lo aceptas porque crees firmemente que eso es sólo una fase, la inicial. Si hay otras con quien compartir los ratos que no pasa contigo, tú te eriges en la primera de la lista a años luz de las demás y crees firmemente que serás la primera (y única) en llegar a la meta. Comienzas a creer que le quieres porque ya le cambiarás].

P.D. Gloria Grahame y Glenn Ford en "Human desire".

La teoría de los conjuntos




The show must go on...

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