En ocasiones me avergüenzo de mí misma. No siento pena, ni lástima, ni la busco en los demás; pero sí vergüenza, cuando pienso o siento determinados lugares comunes, cuando leo ciertos libros o escucho algunas canciones.
Está anocheciendo, apenas pasan de las ocho y me gusta que los días se acorten. A lo mejor también debería avergonzarme de ello, de ir contracorriente, de desear que se haga de noche, que llegue el frío y disminuyan las horas de luz.
Suena una canción de ésas, por las que cualquier me juzgaría y me condenaría al más oscuro de los avernos. De las que cualquiera se avergonzaría de tener en su IPod, de las que si tú me preguntases y la respuesta fuese sí, que me gusta y que la canto a voz en grito, te haría perderme el respeto, como yo se lo pierdo a los tipos que escuchan a Sabina.
Ni siquiera sé por qué me gusta o cómo es posible que instantes después suene Emmylou y me quede anclada en esta nueva canción una y otra vez, y tararee sin fin con mi media voz desafinada y sin ritmo, porque no tengo vecinos ni a derecha ni a izquierda, y los de arriba no cuentan, que siempre riegan sus plantas justo después de que yo haya limpiado los cristales.
Busco de nuevo tu mirada en esa foto, I'll wipe the liquor from your lips, y trato de encontrar en tus ojos las palabras que no dices. Y trato de averiguar qué pasaría por tu mente en ese rato, en ese preciso instante de flash, y trato de oír tu voz diciendo aquellas palabras esa misma tarde. Probablemente ratos antes de posar y mirar a la cámara.
Y me pregunto cómo sería tenerte aquí ahora, o ratos antes, la cara que hubieses puesto viéndome y oyéndome tararear esa canción tan facilona y hortera, y no sólo por mi pésima y desafinada voz sin acento. Cómo sería que me miraras en desorden, con furia y con deseo. Confuso y entre sombras, las mismas que nos devoran, alucinados ambos; insomnes entre el azar y el sortilegio que me lleva a explorar tus labios, que están ardientes, que queman en esta noche, que como tantas se nos escapa.
Y es que soy muy mía y a la vez muy del cosmos, muy de las tinajas y de los moldes de galleta, de las vainas y los pomos cromados, de la cola y el carril más lento, de embalsamadores y taxidermistas, del rincón del aburrido; soy muy de los desprendidos de la crítica, fiestas provocadas y tijeretazo en casa, del orden cosas y cosas por vicio. Soy muy de todo esto y de aún más cosas. Sólo espero que alguien me reclame... sería muy violento tener que hacerlo yo misma...
Deja tus paranoias o tus deseos, gritos al aire, diarios, confesiones, declaraciones de amor o de guerra, o simplemente tu firma, tu mensaje, tus besos, saludos o consejo, bromas o entusiasmo, reminiscencias o cañones recortados, y ya descubriremos si tenemos algo de lo que hablar...
Ser ese pincel aguado por la lluvia que esboza en cada bocanada una bahía, dos volcanes y diez maneras de decir lo que deseas. Una bandada de gaviotas. La ginebra. Las noches sin futuro. Una colección de lunas llenas. Las verbenas de barrio. Una tormenta sobre el azul inmenso del océano. Arrastrando la cobija. Tristezas a la carta por alegrías. Billie Holliday rasgando la noche. Una visita imprevista y deslenguada. Los calvos que se quitan el sombrero. Las noches "nuremberianas" al calor del Eulenspiegel repletas de ron, humo y conversaciones. Aquella voz, aquel acento."Mis" poetas: Á. González, Huidobro o Cernuda. La lluvia que parió charcos y barro. Viajar en tranvía. Volar cometas. Un par de botas sucias. El canto del urogallo. Alain Delon en "Rocco y sus hermanos". Caminar sobre hojas secas. Las tímidas que salen respondonas. Aviones que despegan. Las rosas amarillas, los lirios, las violetas. Las raras excepciones. ARJONA (con mayúsculas). Medianoche en una estación de tren. La honestidad brutal de Calamaro. Una tormenta sobre el azul inmenso del océano. Aquella buhardilla en la Peissenbergstr. Silvana Mangano en "Arroz amargo". Pisar charcos. El 14 (y la lluvia) de abril. Mi chupa de cuero. La Coca-Cola (nadie es perfecto). Besos con risas. Silvio y Ojalá como coartada. Lengua con besos. El castellano de Umbral. Esencia de playa y sal de un lugar donde habitaban las gaviotas. Pisar charcos. Un vestido y un amor. Salitre 48. EL hombre del piano. Luka, el niño del 2º piso. Compay y Celia, el son y la salsa de luto. La primera mirada por la ventana al despertarse. Las noches que sonríen en forma de luna. Estoy Bartok de todo. El olor a tiempo desgastado. Simon & Garfunkel. Waits & Cohen. Los trenes que viajan hacia el este. Rosas a Rosalía. En Lisboa, sobre lo mar. El cambio de estaciones. Dylan y su hijo Jakob. Un amanecer en la playa del Silencio. El piano ha estado bebiendo. Puentes que se cruzan en ambos sentidos. El Urriellu. Una Delirium Tremens. Las carreteras secundarias. Un otoño de párpados caídos. Los domingos al sol en el Englischer Garten. Camarón sin camisa. Frambuesas en la tarta. Las sesiones de madrugada. Las montañas mágicas de esta tierra que plantó mi corazón recibiendo el regalo de la lluvia. Chavela por Jose Alfredo. Los labios que aprovechan los rincones más olvidados, más olvidables. Veloso y su fina estampa. El miedo, el futuro incierto, el camino, la búsqueda. Je vous ai apporté des bonbons parce que les fleurs c'est périssable. Los que pudieron ser y no han querido... Dream, baby dream.
3 perdidos en el laberinto:
Una canción preciosa. La Bardot no se ha dejado ver. ¡¡Puta censura!!
Beso,
Yo quiero la canción hortera...
- Flower: Joan Bennett por la Bardot, creo que gano con el cambio ;).
- Aida: Es que tú siempre has tenido muy bien gusto :).
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