domingo, octubre 03, 2010

Vengo a ofrecer mi corazón (II)











Alguien me recuerda esta canción... cómo podía yo haberme olvidado de ella.



[Creo que si hubiese nacido hombre me gustarían los musicales]



1.- Me quedé a medio camino. Porca miseria, no se puede depender de los planes ajenos. Pero el próximo será sólo mío.

2.- Me he pintado las uñas de las manos de rojo pasión. Nunca me las pinto, las de las manos, las de los pies siempre, a veces de rojo, a veces de azuloscurocasinegro.

3.- Me gustaban las patillas de Tomás Gómez, las que se ha recortado para parecer más políticamente correcto.

4.- Sigo sin encontrarle la gracia al Facebook, pero lo estoy intentando.


[Pónganme a prueba, ¿se puede hacer una entrada más absurda contando cuatro verdades?]

Los gozos y las sombras






He vuelto a soñar y recordar lo soñado. He vuelto a soñar contigo, extraño... las dos noches de este fin de semana en una cama ajena. Demasiado pequeña, acostumbrada como estoy a renunciar al lado izquierdo de mi cama. Una cama con barrotes que me ha hecho pensar cosas raras... más, si caben.

Conducía por una autopista, adelantaba a camiones, me adelantaban los coches a mí. No en el mío, no conducía a solas, había música; sonaba "The rising", el disco, no la canción. Raramente lo hago, escuchar ese disco, digo. Sólo cuando tengo ganas de bailar, "Waitin' on a sunny day" o cuando me pongo triste, casi siempre, aunque tenga no menos de cien canciones para los momentos tristes, "You're missing"; siempre se me olvida lo mucho que me gusta esa canción...

Conducías tú frente a mí, salías de entre la sombras en un coche oscuro, el mío era rojo. De pronto en medio de la carretera, en medio de ningún lado, un paisaje que no reconocía, que tampoco importaba, los dos frente a frente...

Abrí los ojos y creí verte alejándote en la penumbra de una habitación que no reconocía. La disposición de los muebles, las sombras que éstos dibujaban, la cortina ondulándose frente a una ventana abierta a la madrugada que se acercaba, el murmullo del viento colándose entre las hojas del sauce confundiéndose con tus susurros... Permanecí despierta hasta conseguir respirar  de nuevo trece veces por minuto, hasta encontrar acomodo en esa cama ajena, pequeña y con barrotes, hasta liberarme del deseo y de la urgencia. Y entonces... sonó el teléfono.












P.D. Claudia Cardinale






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