domingo, octubre 04, 2009

Siempre hay un camino



Sigo sin entender por qué elijo siempre el camino más largo, si al final con una sola llamada es suficiente. Y aunque odie los teléfonos, que en lugar de acercar alejan, acabo de hacerla. Puedo irme a la cama en esta noche de domingo un poco más alejada de mí y acercándome, aunque sólo sea un paso, hacia algo, sea lo que sea.

Espero curarme de ti



"Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad.

¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio. Porque las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada.

Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero cuando digo: «qué calor hace», «dame agua», «¿sabes manejar?», «se hizo de noche»... Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho «ya es tarde», y tú sabías que decía «te quiero»).

Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón."

Jaime Sabines



He vuelto a hacerlo, a perderme cuando caminaba hacia la luz del final del túnel, enredada en mi propio laberinto, el mismo del que juré escapar. Dos pasos hacia atrás justo después de avanzar uno. No puedo pretender que se sometan a la imposición de mis ritmos, mis silencios y mis pausas. Ninguno de ellos. Hoy he dejado que suene el teléfono, insistentemente, una, dos, cuatro veces, no he contestado y a quién contesté le concedí evasivas, compromisos imaginarios, la promesa de llamar cuando estos se terminaran. Me he quedado vacía, carente de sentimientos, emocionalmente atrofiada. Cualquier día saldrás a la calle y te enamorarás de alguien, ya no querrás volver a estar conmigo, me dijo. No pude contestarle que a lo mejor era de él de quien iba enamorarme, se me olvidó que a diferencia del poeta, García Montero, yo no sé de amor, aunque medite el cuerpo que le doy y no cuide las cosas que le digo.



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