Él y ella on the trail
No pretendo hacerle la competencia al estimado Doc, Burlador de mitos, autoproclamado crítico de blogs, aunque la mar de las veces lo que consiga es una inestimable, impagable y en algún que otro caso inmerecida publicidad. Pero dado que nos dan la oportunidad de indicar en nuestra bitácora los blogs que leemos habitualmente, por qué no explicar también el por qué.
Mi idea inicial es hacer un repaso por todos y cada uno de los que figuran en mi lista (y subiendo) pero como me conozco sé casi con seguridad que esa empresa no se llevará a cabo en su totalidad. Máxime en estos momentos en los que estoy especialmente ocupada (aunque este domingo lluvioso, extraño y perezoso no sea un buen ejemplo de ello) a punto de irme, por fin, de vacaciones. Si no sucede una catástrofe o fuerza mayor me lo impide, a saber, el próximo miércoles día 15.
Así que antes de que la idea caiga en el olvido, más temprano que tarde lo hará, no quiero dejar pasar la oportunidad de hablar de ellos.
Ellos son Él y Ella, o lo que es lo mismo, Isabel y Jose. Ella, Isabel, es de Castellón, creo, por lo leído en el blog, y es que no la conozco. Él, el perro irlandés (espero Shami que me permitas apropiarme de ese apodo que le viene estupendamente sin ser perro ni mucho menos irlandés) es asturiano, un viejo conocido. Ambos ex-residentes en Dublín y en la actualidad y por espacio de casi un año, trotamundos.
Mi idea inicial es hacer un repaso por todos y cada uno de los que figuran en mi lista (y subiendo) pero como me conozco sé casi con seguridad que esa empresa no se llevará a cabo en su totalidad. Máxime en estos momentos en los que estoy especialmente ocupada (aunque este domingo lluvioso, extraño y perezoso no sea un buen ejemplo de ello) a punto de irme, por fin, de vacaciones. Si no sucede una catástrofe o fuerza mayor me lo impide, a saber, el próximo miércoles día 15.
Así que antes de que la idea caiga en el olvido, más temprano que tarde lo hará, no quiero dejar pasar la oportunidad de hablar de ellos.
Ellos son Él y Ella, o lo que es lo mismo, Isabel y Jose. Ella, Isabel, es de Castellón, creo, por lo leído en el blog, y es que no la conozco. Él, el perro irlandés (espero Shami que me permitas apropiarme de ese apodo que le viene estupendamente sin ser perro ni mucho menos irlandés) es asturiano, un viejo conocido. Ambos ex-residentes en Dublín y en la actualidad y por espacio de casi un año, trotamundos.
Han tenido la estupenda idea de ir “reportándonos” su viaje a los que como yo desde la tranquilidad de nuestros escritorios hacemos cálculos: cuántos años de ahorros, cuánto tiempo de excedencia, cuántas ciudades y cuánta gente, cuántos lugares, cuánto arrojo del que echar mano.
Para la gran mayoría de la gente de mi entorno un viaje, que no unas vacaciones, significa pasar siete noches y ocho días en la Riviera Maya o en Varadero, las vacaciones por su parte implican irse al pueblo (de los abuelos) o al apartamento de la playa (generalmente en el Levante español). Los más osados tal vez hicieron uso del Interrail en sus años mozos y ahora lo reviven en un camping, en autocaravana, of course, que los huesos y la edad se resienten con la humedad de las tiendas de campaña. Algunos, los menos, se aventuran en Túnez o Egipto en viajes y circuitos organizados y mi colega, la viudita alegre, que se considera viajera por excelencia se muestra orgullosa de sus últimas vacaciones en autobús que la llevaron a la Bretaña (coincidiendo con el Intercéltico de Lorient, todo hay que decirlo). Así que cuando alguien me dice que planea dar la vuelta al mundo (o casi) no puedo dejar de mostrar cierta incredulidad y decir, más quisieras (más quisiera él... y yo, para que negarlo).
Porque viajar no significa llegar por ejemplo a Florencia y pasarse tres maratonianos días visitando todo tipo de torres, galerías y museos (exceptuando al David, que es irrenunciable), fotografiando a diestro y siniestro y poniendo cruces en esos planos que dan a los turistas marcando todo lo visitado y lo que queda por visitar para regresar a casa contando lo mucho que se ha visto y habiéndose olvidado por completo de tomarle el pulso a la ciudad y a sus gentes. Viajar, se me antoja, debe ser algo parecido a lo que están haciendo Isabel y Jose, que seguro visitarán monumentos y lugares de interés, fotos y comentarios, incluso vídeos que lo atestiguën no faltan. Pero al final, el poso que te queda cuando terminas de leer sus historias no es el de haber descubierto un fascinante templo en Laos o Vietnam que sin duda tendrás que visitar cuando viajes al sudeste asiático, si es que lo haces, sino la sensación arraigada en lo más profundo de tus tripas, de que la vida, más allá de tu calle o el bar de la esquina late a un ritmo diferente en personas que tienen algo que contarte si tú quieres escucharles.
Él y ella on the trail... Dos en la carretera
Por cierto, Ella escribe mucho mejor que Él, pero seguro que eso Él ya lo sabe…