Cantaba Enrique Morente que el hombre desea una cosa, parece un mundo, luego que la consigue, tan sólo es humo...
La tarde-noche del segundo domingo de adviento fue especial, en parte. Encendí la segunda vela de mi corona y apagué a cambio y de un solo soplido las que iluminaban el corazón de alguien. Me acuerdo ahora de Jorge Drexler cantándole a Ana Laan y diciéndole que su corazón va a sanar. Yo no supe decirlo tan bonito, ni siquiera de forma tan desinteresada, porque aunque eso es lo que deseo ni siquiera puedo decir que lo desee de corazón. Me palpé el pecho en busca de él, de un latido que denotara su presencia y no fui capaz de encontrarlo. Tendré que pedirle uno nuevo a los Magos de Oriente.
En otro orden de cosas, o casi, olvidé que ayer, 13 de diciembre, fue Santa Lucía; como olvidé que el lunes pasado fue San Nicolás; pero es fácil olvidar cuando no tienes nadie que te regale y una siga moviéndose entre sombras. No sé, a lo mejor no es casualidad y él tuviera razón y el lunes fuera menos lunes y fuera más Santa Lucía que nunca, porque aunque siempre diga que adoro los otoños y que las cosas buenas siempre suceden en otoño, también recuerdo que el 13 de diciembre llega la luz y por tanto tengo hasta el 2 de febrero para encontrar la salida a este laberinto a la luz de las candelas.
P.D. Greta Garbo y John Barrymore en "Grand Hotel"