martes, abril 27, 2010

Apátrida

Veo Intereconomía. Sí, lo confieso, a veces veo ese canal de televisión y en este caso quería ver qué contaban sobre Garzón. Y eso sin tener en cuenta que el presentador de “Más se perdió en Cuba” me atrae y me repele a partes iguales (ese hombre da mucho miedo). Los televidentes mandan mensajitos (siempre me he preguntado quién se dedica a malgastar su dinero enviando SMS a programas de televisión, pero ésa es otra historia) y esos mensajes, a veces, dan, también, un poco de miedo, léase el ejemplo: “ya es hora de que obreros y criadas abandonen el Congreso y sólo se permita votar a gente de bien”. Para salir corriendo y cual Miguel Strogoff no parar hasta llegar a Irkutsk.

Traición


Fue una buena tarde. Comida (rape al horno), paseo (mostrar por vez primera a alguien los escondidos Jardines de la Rodriga), compra (ajena y en el Corte Inglés), más paseos y un par de Judas, más compras (en Cervantes y un libro de regalo), café y coca-cola, más paseos y despedida (ya hablamos). Recuperando la normalidad, volviendo a lo que nunca debimos (debí) dejar de ser. Y no es que sea suficiente, pero compartir una tarde con amigos y volver a reír es un buen comienzo de semana. Por supuesto sin noticias de Gurb, que ni está, ni se le espera.

Prometí comenzar y terminar (al fin y al cabo sólo son 141 páginas) en cuanto llegara a casa. No lo hice, me sumergí de nuevo en Paniceiros y su hestoria universal, y ya en la cama traicioné a Eduardo Mendoza con "Luna nueva" y no confundir con ésa de licántropos y vampiros pseudoadolescentes.

Mi vida sigue siendo una película en blanco y negro.

P.D. Carole Lombard y Cary Grant en “It name Orly” (Dos mujeres y un amor).

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