lunes, marzo 24, 2008

I´ll give you shelter from the strom



No fue mi cumpleaños, no tenía nada que celebrar, no yo, no había buenas noticias, no brindábamos por el futuro o presente más inmediato, no invocábamos ni a la casualidad ni a la suerte... pero alguien me ofreció ayer un regalo envuelto en un papel de trasnochados motivos navideños rescatado del cajón de los objetos inservibles. Un disco, un vinilo para ser más exactos, Blood on the tracks... ¿alguna vez ha existido un disco más triste?.

Acabo de llegar a casa, chorreando agua por los cuatro costados tratando de recordar cómo funciona el viejo tocadiscos que desde hace cuatro años no uso y comienza a sonar Buckets of rain, no podría ser otra manera... Suena diferente a como yo la recordaba. Tiene un sonido más cálido, probablemente se deba al vinilo. Yo solía escuchar ese disco en uno de mis primeros walkman, en una cinta copiada a su vez de otra cinta también grabada. El sonido era de una ínfima calidad, pero a mí eso no me importaba. Tampoco percibía entonces, o al menos no de la manera en que hoy lo hago, la melancolía que destila el disco y esa canción en particular. La tristeza siempre ha estado infravalorada, y hoy que es un día triste por muchos motivos, tantos como hay para que no lo sea, se ha convertido en mi compañera de viaje.

Acerca de la verdad, acerca de la felicidad



Ahora que
no estoy contigo,
que no estaré
contigo nunca
más,
es bueno que
te diga varias cosas:
te engañé
un montón de veces
con algunos hombres
mucho más jóvenes
que tú
porque sabía que
eso era lo que más
te dolía,
y lo volvería a hacer
créeme
-te lo aseguro-
que fue uno de
los momentos
más felices de
mi vida.
Cuando esos hombres
me abrían la
puerta, y me
hacían pasar
a la habitación
y nos desvestíamos
con impaciencia.
Entonces me quitaba
la camiseta negra,
¡aquélla, sí!
y el sujetador.
Algunos me decían:
“espera, déjate un
instante las bragas
puestas”.
Y nos besábamos
con pasión,
era auténtica la
pasión.
Fuera
en el patio de
la casa
se oía a una mujer
batir los huevos cerca del
televisor.
Y volvíamos a besarnos
con ardor
aplastando
lo que quedaba
de nuestros cuerpos.
Algunos huesudos
cuerpos, otros
debilitados,
o rasurados
qué más da.
Y mientras tanto
pensaba cómo te
sentirías de haber
sabido
todo esto.
Pero siempre
he tenido buenas
coartadas
¿aún las recuerdas?
Nunca sospechaste
que todo
aquello era
mentira,
que lo que verdaderamente
hacía era
engañarte con
hombres mucho
más jóvenes
que tú.
Y esa
-te lo aseguro-
fue la época
más feliz de
mi vida.


Roxana Popelka

Los secretos



"Luego llegó la despedida,
le pregunté ¿por qué me dejas?
Ella me contestó:
Por tu tristeza."

Tu tristeza

Abriendo caminos



Travesuras del destino. Acababa de colgar la canción que no he conseguido quitarme de la cabeza en todo el día y bueno... ya no me dice nada. Sin corbata, mucho mejor. A veces todo es tan simple como darle a una tecla y no son necesarias ni flores ni palmadas.


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