Odio a Leonor Watling. No se puede cantar tan bien, ni ser tan guapa (aunque lo salve su nula elegancia, al menos mientras no está sobre un escenario) y muy especialmente la odio porque yo amo a Jorge Drexler y lo suyo fue un golpe bajo. Hasta creo que lo sufrí yo más que la mismita Ana Serrano o Ana Laan o Rita Calypso (sus diversos alter ego). Y ahora que son noticia por eso de que han sido padres de una preciosa niña, diría la crónica rosa, recuerdo ésta, la primera canción que yo le escuché en aquellos tiempos en los que una aún escuchaba a "cansautores", y tenía el pelo largo y veinte años. En el Jovellanos, invitado por Javier Álvarez, recién llegado de Montevideo de la mano de Sabina se asomó al escenario sólo con la compañía de su guitarra y nos regaló estos 730 días. Luego llegó la noche, y ya se sabe, era un pueblo con mar después de un concierto.
Le comentaba a alguien que me había pasado las Navidades escuchando a (José Ignacio) Lapido, y que no, ante mi asombro, no era una forma verbal de cierto infausto verbo. Esa persona tenía la edad suficiente para haber oído hablar en su momento de los 091, pero no, la incultura musical de este país (incluida la mía) no tiene límites.
Confesaré pese a todo y a que su último disco, Cartografía, me parezca soberbio, que la canción que más me gusta "En el ángulo muerto" la prefiero cantada por Mike Ríos (juraré no haber dicho esto
Me hubiera "encantado" que me hubieran perdido la maleta, como le ocurrió a la mitad del pasaje que me acompañaba en el vuelo desde Barajas a casa, o haber sufrido un retraso interminable o mejor aún la cancelación de mi vuelo y que me hubiesen llevado a dormir, cortesía de Iberia, a un hotel de Freising o de Alcalá de Henares. A., que regresaba a Senegal perdió su maleta y su vuelo salió con cuatro horas de retraso. G, de fin de semana en París acabó volviendo en tren... y en cambio yo regresé sana y salva, con mi equipaje de 28 kilos (40 euros por exceso) intacto y al borde de la irritación más absoluta mientras deshacía el equipaje y el teléfono no dejaba de sonar. Todas y todos preguntando qué tal el vuelo y yo sin nada que responder excepto un "perfecto, sin incidentes ni incidencias" percibiendo la decepción al otro lado del teléfono, nada debe alegrar tanto los inicios de año como las desgracias ajenas...
Por lo demás de regreso a "casa" tras sufrir como me ocurre siempre que cruzo los pirineos un ataque de "europeitis" aguda sin cesar de preguntarme por qué c* vivo en España, en Asturias en particular, qué c* hago perdiendo el tiempo de la forma en que lo hago, por qué acepto el trabajo que tengo y sigo sin comprar cortinas ni cambiar el color de las paredes.
Al menos al final me he rendido a las evidencias, pese a lo poco que me gusta la palabra rendición, y he tomado la firme decisión de no llamar, de no buscar, de no pedir respuestas, de no ofrecer excusas aunque ya hay quien me ha dicho que me equivoco. Me declaro firme y oficialmente en huelga, a la manera de Miranda (Sex and the city) aunque a día de hoy la única implicada sea yo, él ni se entere (nada de explicaciones) y para eliminar posibles tentaciones de terceros haya borrado del móvil unos cuantos númerosy me dedique a la búsqueda y captura de mi amigo del baño que en algún rincón debe encontrarse.
Y es que soy muy mía y a la vez muy del cosmos, muy de las tinajas y de los moldes de galleta, de las vainas y los pomos cromados, de la cola y el carril más lento, de embalsamadores y taxidermistas, del rincón del aburrido; soy muy de los desprendidos de la crítica, fiestas provocadas y tijeretazo en casa, del orden cosas y cosas por vicio. Soy muy de todo esto y de aún más cosas. Sólo espero que alguien me reclame... sería muy violento tener que hacerlo yo misma...
Deja tus paranoias o tus deseos, gritos al aire, diarios, confesiones, declaraciones de amor o de guerra, o simplemente tu firma, tu mensaje, tus besos, saludos o consejo, bromas o entusiasmo, reminiscencias o cañones recortados, y ya descubriremos si tenemos algo de lo que hablar...
Ser ese pincel aguado por la lluvia que esboza en cada bocanada una bahía, dos volcanes y diez maneras de decir lo que deseas. Una bandada de gaviotas. La ginebra. Las noches sin futuro. Una colección de lunas llenas. Las verbenas de barrio. Una tormenta sobre el azul inmenso del océano. Arrastrando la cobija. Tristezas a la carta por alegrías. Billie Holliday rasgando la noche. Una visita imprevista y deslenguada. Los calvos que se quitan el sombrero. Las noches "nuremberianas" al calor del Eulenspiegel repletas de ron, humo y conversaciones. Aquella voz, aquel acento."Mis" poetas: Á. González, Huidobro o Cernuda. La lluvia que parió charcos y barro. Viajar en tranvía. Volar cometas. Un par de botas sucias. El canto del urogallo. Alain Delon en "Rocco y sus hermanos". Caminar sobre hojas secas. Las tímidas que salen respondonas. Aviones que despegan. Las rosas amarillas, los lirios, las violetas. Las raras excepciones. ARJONA (con mayúsculas). Medianoche en una estación de tren. La honestidad brutal de Calamaro. Una tormenta sobre el azul inmenso del océano. Aquella buhardilla en la Peissenbergstr. Silvana Mangano en "Arroz amargo". Pisar charcos. El 14 (y la lluvia) de abril. Mi chupa de cuero. La Coca-Cola (nadie es perfecto). Besos con risas. Silvio y Ojalá como coartada. Lengua con besos. El castellano de Umbral. Esencia de playa y sal de un lugar donde habitaban las gaviotas. Pisar charcos. Un vestido y un amor. Salitre 48. EL hombre del piano. Luka, el niño del 2º piso. Compay y Celia, el son y la salsa de luto. La primera mirada por la ventana al despertarse. Las noches que sonríen en forma de luna. Estoy Bartok de todo. El olor a tiempo desgastado. Simon & Garfunkel. Waits & Cohen. Los trenes que viajan hacia el este. Rosas a Rosalía. En Lisboa, sobre lo mar. El cambio de estaciones. Dylan y su hijo Jakob. Un amanecer en la playa del Silencio. El piano ha estado bebiendo. Puentes que se cruzan en ambos sentidos. El Urriellu. Una Delirium Tremens. Las carreteras secundarias. Un otoño de párpados caídos. Los domingos al sol en el Englischer Garten. Camarón sin camisa. Frambuesas en la tarta. Las sesiones de madrugada. Las montañas mágicas de esta tierra que plantó mi corazón recibiendo el regalo de la lluvia. Chavela por Jose Alfredo. Los labios que aprovechan los rincones más olvidados, más olvidables. Veloso y su fina estampa. El miedo, el futuro incierto, el camino, la búsqueda. Je vous ai apporté des bonbons parce que les fleurs c'est périssable. Los que pudieron ser y no han querido... Dream, baby dream.