El viernes mi jefe llegó con el bigote torcido. En realidad ya no luce bigote, hace tiempo que se lo afeitó, pero seguimos usando esa expresión cuando el panorama se presenta un tanto espeso y es mejor evitarle en los pasillos y/o despachos y a nadie, excepto a una insensata como yo, se le puede ocurrir soltarle un "qué ocurre Jefe"... Yo siempre le llamo Jefe, y él a mí se dirige con un "cielo, nena o cariño" aunque el tratamiento no sea exclusivo para mi persona y juro pese a lo que pueda parecer que entre nosotros sólo existe una relación profesional y eso sólo a ratos.
Lo que le ocurría era lo de siempre. Acepta compromisos que luego no puede o no sabe cumplir y siempre tiene que hacer uso (y abuso) de sus (voluntarios) subordinados para que se los resuelvan. pero parece que en este caso el voluntariado brillaba por su ausencia.
Todo es negociable Jefe, a cambio de... pongamos un día libre, yo no tendría inconveniente, es más, hasta tendría interés, nunca he asistido a un mitín... porque la vaina era habilitar el Salón de actos el sábado por la tarde a eso de las 19:00 horas para un mitín político. El de seguridad no llega hasta las ocho y "esas" ("esas" no necesitan presentación) se niegan a venir y ya se sabe que en la Función Pública lo primero que se aprende es que no pueden obligarte a hacer lo que no te corresponde hacer. Así que tras una breve negociación yo me vi con las llaves en las manos y unas breves indicaciones de donde estaban las luces y los microfónos. Dado que el Salón de actos escenario del mitín se encuentra en un recinto aún en obras aunque ya inaugurado o lo que es lo mismo, se trabajó a destajo para habilitar el Salón (que no el resto del edificio) para que cuadrando las agendas el Excelentísimo Señor Presidente autonómico, el Ilustrísimo Señor Consejero de turno y toda una serie de Directores Generales pudieran hacerse la foto mientras al otro lado de la puerta los operarios aún seguían trabajando recibí también una serie de pautas a seguir, no hay calefacción (lo cual era cierto) a pesar del frío que se presupone habría y obviamente, dado que aún no hay agua, los baños no pueden utilizarse.
Las primeras en llegar fueron un par de chicas, monísimas. Me preguntan donde están los baños y ante mi respuesta de que no los hay me miran no con incredulidad que sería lo lógico, sino con asco, con la cara que ponen las modelos cuando desfilan. De abajo a arriba, que aunque encaramadas en sus tacones no dejan de ser de 1,50.
El siguiente en llegar es el "poli bueno". Con plazas peores nos hemos topado, todo sonrisas y amabilidad. Pero poco dura la alegría en la casa del pobre y yo que sólo espero vivir mi primera experiencia mitinera que intuyo va a ser bastante pobre dada la escasa afluencia de público (se trataba de un partido digamos minoritario) me veo increpada por el "poli malo" que me acusa de todo lo divino y lo humano sin ser capaz de explicarle que yo poco más o menos tan sólo pasaba por ahí y que las reclamaciones el lunes a quién corresponda. Si no hay calefacción, no hay luces, no pueden usarse los baños y todo lo demás se debe exclusivamente a que el resto del edificio sigue en obras, trato de explicarle por activa y por pasiva y él empecinado en no creerme, en tomarme por mentirosa compulsiva y reiterada con alevosía y traición. Me acusa de opacidad mediática, de agravio personal a su partido y de que todo eso de la no habilitación del edificio no es más que un invento mío, de mi Jefe y del alcalde (por este orden) que somos todos unos caciques decimonónicos y traicioneros.
Juro que nadie en mi vida me trató con tanto desprecio y si las miradas matasen yo ya estaría muerta, velada y enterrada. Que una cosa es mentir, que todos mentimos (y ya se sabe que se pilla antes a un mentiroso que a un cojo) y otra muy diferente que te tomen por mentirosa sin serlo mientras repetía sin cesar, eso es tener el corazón helado, muy helado... supongo habrá leído a Almuden Grandes.