En la mañana del día de Año Nuevo. Sí, el 1 de enero de 2009. La última vez que lloré. Hasta ayer. Exactamente seis meses y 23 días después. No importan los motivos que me desbordaron de lágrimas entonces, y los de ayer también carecen de importancia.
En un esmerado escenario. Conduciendo a toda velocidad por la autopista de regreso a casa desde el aeropuerto. Drive all night y Stolen car a modo de bucle infinito, las lágrimas rodando por mis mejillas. No es la primera, ni será la última vez, aunque tengan que transcurrir otros seis meses y 23 días. Me sentí terriblemente vacía.
En un esmerado escenario. Conduciendo a toda velocidad por la autopista de regreso a casa desde el aeropuerto. Drive all night y Stolen car a modo de bucle infinito, las lágrimas rodando por mis mejillas. No es la primera, ni será la última vez, aunque tengan que transcurrir otros seis meses y 23 días. Me sentí terriblemente vacía.