jueves, diciembre 16, 2010

Imaginemos que tú preguntas, supongamos que yo te respondo y los sueños, sueños son.




Creo que era K., mi gallega favorita, quien decía que no se podía escribir un post como si fuera un email, o tal vez era al revés, ahora no lo recuerdo. Y es cierto, aunque yo lo haga casi de continuo, y hoy, ahora, vuelvo a hacerlo.  Y en lugar de escribir y darle al enviar para que en tu correo aparezca eso de correo (1), en negrita, o suene tu teléfono (ni siquiera sé qué tono suena en tu móvil), escribo aquí. Porque esa es la vaina, tú no vas a leer esto, y entonces resulta más fácil. Yo escribo como si lo fueras a hacer, como si efectivamente me hubieses preguntado y esperases una respuesta, y fuera ésta precisamente. Sólo que en este caso tú no me has preguntado, o no del todo, y mi respuesta nunca te va a llegar.

Y sí, la respuesta es sí, que iría contigo, aunque sepa que el asiento a tu lado no estaba, ni está reservado para mí, que del don de la inoportunidad no me libro. 



Inoportuna. inoportuna, inoportuna hasta decir basta... extraña e inoportuna, de nuevo.

En todo caso no sabría que ponerme...



Mejor no preguntes, ambos corremos el riesgo de que te diga que sí... 
aunque tú dijeras que cansado de todo no quieres cansarte de mí...




P.D. Una noche en la ópera





Incidencia nº 13



Llevo más de media hora peleándome con el escasamente intuitivo programa informático que manejamos aquí. Algo falla, no sé si soy yo la que hago algo mal, pero me he atascado con un expediente, en una mañana de montañas de expedientes y de sol, que a mi derecha entra entre las cortinas a medio correr, no dan más de sí, y me está comenzando a irritar. Como me irrita no encontrar solución alguna, no saber si soy yo, o es él, el programa, digo; y son más de las dos y nadie del departamento informático, supuestamente desfacedor de este tipo de entuertos va a atenderme. Da igual, poco importa, se ha acabado el papel con membrete, aunque lo arreglaran, no podría imprimir nada...

Vuelvo a teclear por enésima vez, ejecutar, grabar, datos incorrectos, mensaje de error nuevamente. Me doy por vencida. Cierro, vuelvo a abrir, olvido la contraseña. Tropiezo de nuevo, pero vuelvo a empezar. Con lo fácil que sería decir bye, bye, hasta mañana, me doy por vencida, hoy no me esfuerzo más, estoy cansada, me planto, no peleo, no lucho, lo dejo pasar...

Y pienso que tengo miedo de nuevo, pensé que iba a tardar más en sentirlo, pero no, tengo miedo de quedarme anclada de nuevo frente a una pantalla en la que aparezca error, y yo siga persistiendo, intentando meter una y otra vez los mismos datos, aún sabiendo que hay algo incorrecto. Acado de darme cuenta ahora, supongo, porque acabo de saber aunque en realidad supiera, sí, tengo miedo. Y ojalá fuera todo tan simple como apagar, dejar la pantalla en negro y un aviso a los informáticos; coger el abrigo y colgarme el bolso e irme y olvidar, al menos hasta mañana. Pero no, no lo es, ¿verdad?... ¿o sí?






P.D. Veronica Lake y Alan Ladd en "Saigon"

El carbón, que todo lo tiñe de negro, es el que alimenta esta tierra; pero antes, antes estuvo el verde de los helechos



Me pregunta si me gusta la jardinería. En realidad antes se ha presentado, o algo parecido, más o menos, y de pronto me siento como si estuviera en medio de una película, de una comedia de ésas estúpidas y pretendidamente románticas, protagonizadas por Meg Ryan o Cameron Diaz (un motivo más para valorar lo de teñirme de rubia platino). Y sí, estoy esperando a alguien, y no, no me importa que se siente. No, no es mi novio a quien espero, no tengo novio... y casi estoy por aclararle que tampoco, que lo otro tampoco, pero antes de que lo decida va y me pregunta lo de la jardinería. Y vaya, yo hace mucho, pero mucho, que no ligo en los bares y desconocía que ahora se hiciesen ese tipo de preguntas. No sé, esperaba algo así como "¿estás en Facebook?", básicamente porque si te preguntan por el "Tuenti" es que te has equivocado de bar, supongo.

Pero no, igual es el equivalente al inmortal y mítico "estudias o trabajas". Poco importa, así que le digo que no, que no me gusta la jardinería, que a mí me gustan las flores en el jarrón, aunque haya días en las que en el jarrón sólo te quede agua fría... Y el tipo parece decepcionado o tal vez aliviado. Y como yo soy muy así y no soy capaz de iniciar una conversación cualquiera sobre el frío que se nos avecina o las sombras que envuelven la plaza, le digo algo parecido a "buen intento, como pregunta para iniciar una conversación es, como poco, original". Y justo antes de llegar a la "v" de 'conversación original' siento que estoy metiendo la pata again. Que estoy dando por supuesto que el tipo se ha sentado en la barra a mi lado recogiendo mi bolso que se ha caído al suelo y mostrando la mejor de sus sonrisas y su disposición a hablar con ánimos, no sé, de seducir o ligar o cualquier cosa parecida. Pero como bien saben, mi presunción, egocentrismo y vanidad no tienen límites, así que admito esa sola lectura, aún sabiendo que nunca he sabido leer entre líneas y espero una airada reacción de reproche o un comentario que me coloque en mi sitio, un 'sólo trataba de ser amable y mira hacia esa chica que viene desde el fondo del bar, tan mona, tan alta, tan delgada, ¿la ves?, es mi novia, o mi mujer o mi chica o mi pareja...' Pero no, no hay ninguna rubia que sale de las sombras, ni reproche alguno en su mirada, que ya no es de desconcierto, sino de diversión y casi sonrojo. Hacía siglos que no veía a un hombre sonrojarse, yo, que lo hago a cada paso.

Y admite que no, que no trata de ligar, o algo parecido; pero que sí, que era un buen intento, que valorará usar esa frase en el futuro. Pero es que ha trabajado un año de jardinero, aunque no le guste la jardinería; en una vida anterior, antes de encontrar trabajo de lo suyo. Aunque no pretenda nada, siempre es una buena forma de iniciar una conversación; dice a medio sonreír.

Le pido entonces una segunda oportunidad, a lo mejor no le importa que le mienta, así que puede preguntarme de nuevo y yo le contesto que sí, que adoro las plantas, y puede recomendarme y aconsejarme. Pero no, no hay segundas oportunidades, y en realidad le confieso que no es que no me gusten, sino que se trata de una asignatura pendiente, que se me dan fatal y que la única vez que conseguí que una sobreviviera fue más por casualidad y abandono que por mis esmerados cuidados. Pero el romero, parece ser, no es lo suyo. No entiende mucho de plantas aromáticas, o algo parecido, no recuerdo exactamente cómo lo define. Y yo le digo que qué lástima, porque uno de mis proyectos más inmediatos y entiéndase lo de inmediato como a un plazo indeterminado, es tener en mi ventana un minijardín con macetas de albahaca, romero, salvia, perejil... Pero si no es lo suyo, schade, no puedo pedirle consejo, pues.

Y hablamos de trabajo, que finalmente la convesación acaba en derroteros más o menos normales, aunque yo siempre digo que mi trabajo poco importa, que no dice nada de mí, ni me define como persona, que mi vida comienza cuando cruzo el torno y guardo la tarjeta de fichar en la cartera. Y esta vez sí, parece decepcionado, como esas veces cuando digo que soy de ciencias. Así que mejor hablemos de la jubilación, ¿no te parece? Esos planes de comprarse una casita con cortinas de lino y puntillas en las ventanas, hortensias azules en el jardín y vistas al mar Cantábrico. Aunque en realidad lo que a mí me gustaría sería comprarme un cottage en el sur de Inglaterra, tal vez en Cornwall, y aprender a cultivar rododendros. Y no sé por qué vuelvo a la jardinería, porque él se lo toma como una broma, como un guiño a lo anterior, aunque por momentos se pone serio y dice que son complicados, difíciles de cultivar, delicados, y en cambio fuertes una vez que arraigan en la tierra. Y yo le contesto que lo sé, que por eso me gustan, porque se parecen a mí, y que llevo años fracasando en el proyecto "Dae planta un rododendro que sobreviva a la primera helada del invierno". Y él no entiende, porque se supone que no me gustaba la jardinería, o que sólo me gustaban las flores en el jarrón aunque a veces sólo te quede el agua fría... Cómo explicarle que anoche soñé que volvía a Manderley.







P.D. The little shop of horrors.

Qué puedo esperar de un año que comenzará con una despedida en el aeropuerto...



El sábado recibiré a pie de avión a las dos personas que más quiero en el mundo. Dos benditas exactas semanas a su lado... y luego, en fin, habrá que seguir intentándolo, al menos a la manera de Quique.







P.D. Margaret Sullavan y James Stewart en "El bazar de las sorpresas" (perfecta película para ver en navidades).





[Y sí, antes de que nadie diga nada, advertidos quedan. Pienso inundar este blog con las canciones de Lapido. y es que escuchar su último disco, "De sombras y sueños", me ha hecho recordar lo mucho que me gustan su "Música celestial" y "En otro tiempo, en otro lugar", no tanto "Cartografía", que también. Dos de los mejores discos con las mejores canciones que se han escrito en este país que es y ha sido]

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