miércoles, diciembre 05, 2007

Lhasa



"Je n'ai pas peur
De dire que j'ai triché
j'ai mis les plus pures
De mes pensées
Sur le marché
J'ai envie de laisser tomber
Toute cette idée
De "vérité"
Je garderais
Pour me guider
Plaisir et culpabilité"

La confession

Lecciones de surf



Tan sólo quería conocer Ensenada. Lo había visto tantas veces en la televisión. A donde bajaban los niños ricos. Pero Ensenada estaba en México y México no entraba en sus planes. Porque él tenía un plan.

Me he perdido

Mal asunto, me dije, si ya estábamos dudando si ir o no ir tan sólo porque al día siguiente tocaba trabajar y su consiguiente madrugón. ¿Dónde habían quedado aquellos días de ir sin dormir al “currelo” como cantaba Sabina?. Confieso que a mí también me daba pereza, no empezaba hasta casi la medianoche. Terminó pasadas las 3.

Pintaba bien el concierto. Lleno total, mucha gente guapa de ésa que surge hasta de debajo de las piedras en los días del Festival, mucho pseudointelectual gafaspasta, rockeros redimidos e indies perdidos.

Tocaba antes un tal
Pablo Valdes, ganador de un concurso de maquetas de los no sé cuántos principales. Acompañado a la guitarra por Sergio García, que se destapó como todo un virtuoso. Tuvo su mérito su irrupción en el desnudo escenario guitarra en mano y desgranando media docena de canciones. Me gustó, me recordó la desnuda honestidad de un principiante y personal Quique González.

La expectación era máxima cuando por fin las dos estrellas de la noche hicieron su aparición. Tan rubia y tan delgada ella, tan apagado él. Expectación que comenzó a disminuir a pasos agigantados al mismo ritmo que el respetable huía hacia la barra o directamente buscaba la salida y la voz de Nacho Vegas por momentos apenas se hacía audible ahogada entre el ruido de humo y conversaciones y tintineo de hielo y vasos que hubiera hecho las delicias del malogrado Enrique Urquijo mientras en la misma proporción se multiplicaba la capacidad de desentonar de la trigueña (como alguien a mi lado la llamó). Todo ello unido a la natural antipatía de la extraña pareja que en ningún momento se dignó a dirigirse al público.

Curiosamente los mejores momentos al menos en mi no humilde opinión llegaron precisamente con canciones de sus respectivos pasados musicales y no de Verano fatal, su proyecto en común. Grata sorpresa escuchar Días grandes de Teresa, canción que nunca me canso de escuchar. Lo demás, totalmente prescindible.



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