martes, agosto 14, 2007

De ratones y hombres (IV)




El primer paso es elegir un nick o un apodo. Como se trata de ser sincera, imagino, y no original e ingeniosa, que los bancos son muy serios y rigurosos y no conceden préstamos a cualquiera elijo como nombre de usuaria el que acompaña a mi dirección de correo. Craso error del que me percataré más tarde.

El segundo paso es detallar desde la altura o el color de ojos a la religión que se profesa pasando por el sueldo del mes. Como entre las múltiples opciones que ofrecen siempre está la de “no sabe no, contesta” yo me salgo por la tangente y le marco una cruz.

Más tarde piden foto. Se trata de ser sincera, reitero, pero no tanto, así que pongo una foto mía pero en la que no parezco yo.

Y voilá, ahora ya sólo requiere la aprobación de no sé quien y ya puedo comenzar mi búsqueda si es que no me encuentran antes a mí, lo que sucede casi de inmediato.

De repente aparece un alguien en el Messenger que solicita ser agregado, una dirección completamente desconocida a la que le abro la puerta y que me saluda con un “te vi en el portal nº 1…”. No puedo evitar maravillarme de semejante rapidez y eficiencia, va a ser verdad que son los número uno. Y tampoco puedo evitar preguntarme de dónde ha sacado ese tipo mi dirección. Aquí es cuando me percato del error de haber elegido ese nick pues parece que la perspicacia de la gente no tiene límites y dado que el famoso portal no deja de ser un timo en el que si no pagas no tienes acceso a contactar con nadie se hace necesaria la picaresca de agregarle un “@hotmail” a cada apodo y probar suerte a ver si detrás hay una buscadora o buscador. Este chico bien debía saberlo y yo bien debía ignorarlo.

-“hola”
-“tas ahí?”
-“buenos dias”
-“bonjour mademoiselle”
-“tu parle francés”
-“hola”
-“alo”
-“tas ahí?

Todo esto son los saludos del tipo en cuestión, así de golpe, y seguidos. Primera impresión… impaciencia.

Contesto finalmente con un lacónico “Hola”.

-“menos mal, te salude antes y nada, ocupadita”

Digo que no, que no lo estoy, ya puestos, “from lost to the river”…

Sigue él en su cuasimonólogo:

-“Soy de *, tu donde y edad”

Me siento abrumada ante tanta pregunta y así se lo hago saber, a lo que el contesta “toi conociendote” (y yo no me había enterado).

Sigue hablándome de él, dice que es libre y además sin pareja. Qué diferencia hay, le pregunto, entre ser libre y estar sin pareja.

-“es ke puedo ser libre y tener roce sin ataduras”

No lo entiendo muy bien pero no importa, él sigue:

-“busco de ti si te parece bien amistad amigos en salir tomar algo ir al cine viajar etc y quien sabe si surje algo mas sinos gustamos si te parece bien”

A mí todo me parece bien entre tanto parecer bien y él vuelve a la carga:

-“ke te gustaria conmigo, yo busco amistad y lo que surja, no con cualkiera, sin conocer antes primero para amistad y lo que surja”

Llegados a este punto estimo que sería necesario aclararle que yo no soy de las de amistad y lo que surja (que horripilante expresión por cierto). Conclusión a la que llega él:

-“ok entonces prefieres estar sola y aburrirte, sin salir ni pasear ni ir al cine, vamos nada de nada, ok tu misma siento molestarte , cuidate adios, eliminare adios”

Desaparece, pero no por mucho tiempo, y eliminar me parece que no me ha eliminado porque al rato un "hola", y vuelve a la carga con preguntas acerca de mi estatura, peso o si tengo foto. Trato de ser amable, zafándome como puedo hasta que de repente me dice:

-“curiosidad si puedo saberlo...tus pechos miden 90? o mas”

Cara de pasmo, creo que la última vez que me hicieron esa pregunta fue a los veinte y entre amigas probándonos ropa y envidiando-admirándonos unas a otras lo que a unas les sobra y a otras les falta. No puedo por otro lado dejar de incidir en la curiosa pregunta, pues no pregunta la medida de mis pechos, sino si estos miden 90 o más. Tal vez no sepa que los hay más pequeños y no digo que los míos lo sean.

Considero que debo darle una oportunidad, no voy a tirar la toalla a las primeras de cambio, y me reprimo contestando educadamente que esa cuestión es por completo improcedente. A lo que él replica:

-“ok no me lo digas, busko amistad y lo ke surja, tu foto no se ve bien”

No puedo evitar decirle que tampoco la suya se ve bien y no por eso le pregunto el tamaño de su pene. Iba a decir polla, pero me contuve tratando de aparentar ser señorita bien educada.

-“si kieres saber mi pene te lo diria, no tengo nada ke esconder ni tengo pudor”

No se trata de pudor salao, sino de que no me interesa lo más mínimo el tamaño de tu pene, además el tamaño no importa (¿no importa?).

-“soi mui sincero no toi jugando contigo, eh, amistad y lo ke surja, te parece muy bien'”

A mí todo me parece bien, excepto cuando se escribe con “k” y sin comas ni ningún tipo de signo de interrogación. Básicamente porque me cuesta mucho entenderle.

Ipso facto rectifica, detalle que me enternece:

-“amistad y lo que surja, te parece bien?”

Creo que ha llegado el momento de zanjar la conversación y con un manido creo que no nos entenderíamos me despido. Pero él sigue:

-“tu que buscas, y que en contra tienes... por lo que veo eres algo negativa”

-“veo ke no eres educada en saludar a la gente”

-“no me interesas eliminare adios”

Pero aún no me ha eliminado, creo… entre medias me ha dicho que tiene 37 y vive solo en un piso nuevo en una urbanización de las afueras. Está claro que no es lo que yo busco, ya tiene piso y en todo caso yo no quiero vivir en una urbanización en las afueras.

Feliz verano (o lo que queda de él), me voy a escalar montañas.

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