No suelo ver demasiado la televisión, en realidad podría prescindir de ella perfectamente y en ocasiones he (sobre)vivido sin ella. Ahora la tengo encerrada en un armario y tan sólo la libero para que vomite noticias y actualidad, más lo segundo que lo primero en todo caso. Por razones que ni yo misma llego a comprender, tal vez simplemente no tenga ganas de hacerlo, me he aficionado a ver el informativo de la cadena autonómica (esto de las cadenas autonómicas, no digamos las locales, es un auténtico descubrimiento, son capaces de lo peor, y hablando de televisión ese listón está muy alto). Tal vez porque se emite en horario diferente al resto o porque imprimen a sus noticias un tono más cercano y por mucho que una viaje lejos y tienda puentes acaba interesándose más por lo que pasa en su barrio y en la acera de enfrente.
De este modo ayer, creo que fue ayer, la tenía de fondo mientras me dedicaba a tareas de esas prescindibles. Hablaban de la última ocurrencia del sin par alcalde de Oviedo en relación con las bibliotecas municipales, no importa en base a qué, bueno, en realidad a mí no me importa. Entrevistaban a un tipo cuya cara no me decía nada, unas indicaciones en la parte baja de la pantalla señalaban su nombre y cargo, no les presté atención. De pronto se hace el silencio en la habitación y me llega la voz de ese hombre. Yo conozco esa voz, no recuerdo de qué, no sé a quién pertenece, obviamente pertenece al tipo que sale en pantalla, claro está, pero yo a él no lo conozco o no lo recuerdo. Pero esa voz... esa voz la conozco, esa voz si la recuerdo. Desaparece y de nuevo se da paso al presentador del informativo y a otra noticia y yo me quedo con las dudas.
Nunca he sido poseedora de lo que algunos llaman memoria visual o fotográfica, a diferencia de Groucho Marx y sin hacer excepciones yo si olvido las caras, y pensaba que también las voces, aunque si es cierto que le doy vital importancia a éstas últimas y la percepción que pueda llegar a tener de una persona pasa y mucho por lo que me diga su voz y su acento, y no me refiero exactamente a su forma de expresarse, que también.
Hace un rato leía los periódicos del día, con absoluto retraso pese a ser domingo y al filo de las diez de la noche, ya dije anteriormente que he tenido un día especialmente ocioso. En una esquinita (yo leo absolutamente todas las noticias del periódico saltándome deportes y economía, así que tampoco es tanto) se hacía referencia al Ayuntamiento y al conflicto con las bibliotecas municipales. Me vino a la memoria el tipo de la televisión y sin pensármelo dos veces, seguía ociosa, saqué a pasear a un trasunto de Petra Delicado y me adentré en la página web del Ayuntamiento de Oviedo. Aunque prácticamente inexistente, a corto plazo la memoria no me suele fallar y buscando, no demasiado, apareció una foto con un nombre. Tirando del hilo y adentrándome en el laberinto (nunca mejor dicho) de la memoria y los recuerdos por fin identifiqué y ubiqué. Si hasta parece que me debe, o debía algo, el qué, obviamente no lo recuerdo.
P.D. La foto... aunque parezca fuera de lugar, nada que ver. Por aquel tiempo alguien que compartimos me dijo que lo nuestro debía deberse a las berzas. Y hasta aquí puedo leer. Feliz semana.