lunes, julio 26, 2010

Tú corazón va a sanar



"Cuando llames a mi puerta
ven con precaución,
nunca es buena consejera la desilusión.
Y si me ves los ojos verdes
y boca de dolor,
piensa que los celos matan
siempre y sin perdón."

Cuentas de Ana Laan



No sé por qué he tardado tanto en escuchar Chocolate and roses. Quizás porque las 'mujeres de' siempre me han producido mucha pereza, aunque con Ana Serrano van der Laan o lo que es lo mismo, Ana Laan, siempre hice una excepción (y el primer disco de la Escafandra, Rumble doll, acabó por convertirse en un imprescindible).

Orégano, su primer disco, aún a la vera de Jorge Drexler, siempre me pareció terriblemente desasosegante, aunque tremendamente hermoso. Pero lo primero podía más que lo segundo y llevaba años aparcado en algún rincón hasta que preparando el viaje de este pasado fin de semana hizo acto de presencia y lleva acompañándome el breve pedazo de tarde que he pasado en casa este lunes. A su alter ego, Rita Calypso, en cambio, nunca he dejado de escucharla.

Como lo uno lleva a lo otro y con más de dos años de retraso me pongo a escuchar el que hasta ahora ha sido su último disco editado (y segundo); y claro, las comparaciones son inevitables con aquel "12 segundos de oscuridad" de su ex; que con la otra ni me molesto, a comparar digo... y qué decir, que este disco es un diamante en bruto y declaro firmemente mi amor incondicional por Ana Laan. Y que canciones como ésta sólo confirman lo que tú yo sabíamos.

[...]No more tasting my comida,
todo eso se acabó.
Find another sufrida.
Find yourself otro amor...



P.D. ¿La venganza es un plato que se sirve frío?... Tal vez, en todo caso con qué elegancia...

A ti (que conoces el olvido)



Nunca pensé que fuera a echarlas de menos, a ellas, a mis ex. Mis ex-compañeras de trabajo, se entiende. Hace aproximadamente año y medio pasé de tener un entorno laboral eminentemente femenino a estar rodeada de hombres. Acá entre nos, he perdido con el cambio. Y no, no es que fuésemos amigas de mis amigos y del mundo mundial, nada que ver; en términos generales nos llevábamos fatal, todo lo mal que un grupo de mujeres en edad de merecer, con aspiraciones a una única jefatura, un jefe paternalista y machista y mucho tiempo libre; pueden llevarse. Y les aseguro que es mucho y mal. Que si no llegamos a las manos fue porque presumíamos de ser personas bien educadas, pero que ganas (muchas) no faltaron; y las discusiones a voz en grito (perdiendo esa presunta buena educación de la que hacíamos gala) abundaban, unas tres de media a la semana. Y lo que no eran discusiones, sino zancadillas (en el sentido literal), críticas, alusiones personales, insidias, cotilleos malintencionados, barricadas, insultos llegado el caso, desprecios varios, regalos envenenados, lloros y un largo etcétera de malas artes.

Y no, no voy a decir que a pesar de eso nos queríamos. Aunque fingíamos bien cuando compartíamos el café u organizábamos esas cenas de mal entendida y ficticia confraternización. Aunque sí es cierto que hacia el tercer gin-tonic se agradecía que en lugar de dejarte notitas con acusaciones varias (práctica habitual dado que por temporadas evitábamos dirigirnos la palabra, la acusación podía ir desde haberse dejado una luz encendida a haber falsificado una firma o el nº de registro, esto último era un clásico), directamente te lo reprocharan cara a cara y te dijeran eso de que eras una perra con todas las letras, pero como siempre había alguien, alguna otra, que además lo era con mayúsculas, pues no pasaba nada y hasta agradecías semejante alarde de sinceridad. Al menos hasta el martes siguiente (los lunes eran días de reflexión y arrepentiemiento), donde volvía a aparecer un post-it amarillo sobre tu mesa acusándote de haber redactado mal un oficio y cualquiera de ellas, en un aparte, te contaba que lo último que había dicho alguien de ti es que eras una perra, eso sí, esta vez con mayúsculas.

Cómo sobreviví casi cuatro años a eso, lo ignoro; y cuando llegaron los traslados y el jefe se enfadó tanto -¿pero dónde vas a estar mejor que aquí?- considerando que éramos, como poco, de su propiedad, descubrí que a pesar de todo se habían creado ciertos lazos de amistad, o algo parecido; no ya con todas, sino con un pequeño y reducido círculo que decidió por unanimidad inquenbrantable que a pesar de la disparidad de los nuevos destinos de las desterradas, debíamos de seguir reuniéndonos de vez en cuando. El de vez en cuando inicialmente iba a ser una vez al mes, acabó por convertirse en una vez cada tres meses y finalmente suele ser cuando a alguien le apetece, lo propone y consigue ponernos a todas de acuerdo. La última vez fue este viernes, y la anterior hacía seis meses.

La viudita alegre, Blancanieves, la Reina del Sur, una servidora y alguna que otra más, nos reímos como pocas veces lo he hecho en estos últimos tiempos. Descubrí no sólo que las echaba de menos, que tenemos que vernos más y que el aprecio es sincero, sino que a veces, simplemente, necesito estar con mujeres, sólo con mujeres. Si alguna vez hiciera una 'kedada bloguera' a la manera de Mr. Tordon, creo que estaría restringida al género femenino. Es curioso, ya lo comentaba antes, pero tengo la sensación de que no sólo es que yo lea preferiblemente blogs escritos por mujeres (tengo mi Santísima Trinidad blogueril y femenina), sino que me da la impresión de que también poseo mayoritariamente lectoras (imagino que lectores masculinos habrá, manifiestense, si lo desean; pero en menor número o es que son más discretos).

Lo cierto es que avanzada la tarde y cuando comenzó la retirada, nos quedamos la Reina del Sur y yo a solas. Al fin y al cabo ninguna de las dos teníamos ninguna prisa en regresar a nuestros respectivos hogares. En mi caso porque no me esperaba nadie, en el de ella justo por todo lo contrario, había demasiadas personas reclamando su presencia. Y ante su cuarto gin-tonic y mi tercera coca-cola light surgió la inevitable pregunta:

- ¿Qué sabes de él?

Para ella sólo hay un 'el' relacionado conmigo. El otro 'él', el E. primigenio suele tener derecho a ser nombrado. Pero él es simplemente un pronombre. Y yo cuento que mantenemos cierto contacto aunque hace siglos que no nos vemos (en realidad desde entonces), que hace algo más de un mes me mandó un SMS y un email para felicitarme por mi cumpleaños; yo le contesté hará unas tres semanas para agradecerle el gesto; él contestó hace dos a mi agradecimiento; y yo aún no he contestado a su agradecimiento de mi agradecimiento...

- Qué tonta fuiste... pero qué tonta, que borde, que antipática, qué soberbia, qué irreflexiva, que equivocada estuviste. Pero qué perra fuiste...

P.D. "The women" de George Cukor.

No way out



Raramente recuerdo mis sueños, lo que según dicen algunos nada tiene que ver con no tenerlos. Que todos soñamos parece ser una certeza, que no siempre se recuerde o se tenga constancia de ello, también. Yo quería travestirme de la Escafandra en mis sueños de anoche, traté de inducir el deseo escuchando un medley de Stolen car, Point Blank y Drive all night hasta el paroxismo. Y en lugar de el Jefe y yo paseando por el boardwalk de Asbury Park o emborrachándonos en cualquier tugurio de Chelsea, el que acabó apareciendo en mis sueños fue mi no jefe, acá el jefe del servicio paralelo (en la administración pública los servicios vienen a ser los distintos departamentos), el hombre sin memoria tan perfectamente trajeado, bronceado y casado. Pero ni modo; que la ostia, disculpen el lenguaje (juro, aunque no me lo crean, que es la primera vez en mi vida que uso esta expresión, la ocasión lo merece), puede ser morrocotuda. Y yo lo que quiero es ser feliz.

P.D. Si Freud levantara la cabeza tendría que preguntarle por qué me gustan tanto los hombres con traje y corbata con nudo Windsor. Aunque igual no me gusta demasiado la respuesta.

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