Cuando finalmente vio “Lo que el viento se llevó” y “Casablanca” no pudo evitar sentirse decepcionada. Era de las que no veía películas en blanco y negro, la segunda; ni en colorín, la primera; y no acaba de quedarme claro por qué cayó en la tentación. El final, los finales; no se ajustaban a sus expectativas y no es que no le hubiesen gustado ambas, que sí, que las disfrutó, pero no pudo sentirse estafada. Lo mismo le pasó, y le está pasando, con Lost (Perdidos); idéntica sensación de timo.
De este modo cuando me pide que le recomiende un libro y le hable del último que he leído, le comento que acabo de empezar con la única novela de Jane Austen que no había leído nunca, “Mansfield Park”; aunque omito que el que acabo de cerrar es “Fin” de David Monteagudo. Ése del que ‘todo’ el mundo habla, llenando los foros del Internet de lectores defraudados y/o decepcionados o entusiasmados. Me temo que ella sería la perfecta candidata para unirse a ese club, así que por analogía ajena, le recomiendo que lea, no ya “La piel fría”, sino “Pandora en el Congo”; ambas de Albert Sánchez Piñol. Toma nota y se va directa a la biblioteca.
Y es que a mí una novela me puede gustar más o menos, entusiasmar o por el contrario dejarme absolutamente fría; pero nunca me he sentido ‘decepcionada’ por un final. No pongo en cuestión la libertad creativa de un autor que decide contar de esa determinada forma y manera. Y el fin de “Fin” no es peor ni mejor que otros. Al fin y al cabo no es más que una historia que otros ya han contado antes y mejor; por lo que algunos se empeñan en hacer comparaciones absurdas con la ya mentada “La piel fría” o la inconmensurable “The road (La carretera)” de Cormac McCarthy; colando como exotismo el hecho de que su primerizo autor sea operario o lo que sea en una fábrica de cartones a lo John Locke. Lo cual no deja de ser un reclamo publicitario un tanto absurdo en tiempos en los que cualquier licenciado “masterizado” trilingüe trabaja de teleoperador. Y sin que necesariamente el haber pasado por la Universidad te libre de ser un completo analfabeto funcional.
Por mi parte si yo fuera un avispado productor cinematográfico español, léase por ejemplo Andrés Vicente Gómez, me daría prisa por hacerme con los derechos del libro y hacer de él una peliculita. Al fin y al cabo hasta se ahorraría en guionistas para adaptarlo, la novela en sí ya puede considerarse un guión en toda regla. Y ni siquiera necesitaría echar mano de Luis San Narciso para el casting. Desde aquí ya nomino yo a Luis Tosar para el papel de Ginés, aprovechando su popularidad actual (ya he comentado anteriormente que es una de mis debilidades, aunque eso no es determinante en mi elección), a Paz Vega para hacer de María, y así conseguir que haga una película de vez en cuando. A Belén Rueda yo la veo muy Cova y desde luego Javier Cámara sería El Profeta. Adriana Ozores sería sin duda Amparo. Antonio Resines, Ibáñez; aunque dudo si colar a Ramón Langa, sólo por el placer de escucharlo (otra debilidad propia). Y respecto a los otros dos que me quedan, Hugo y Nieves, tengo mis dudas… hagan juego, si les place. Y desde luego, lean.
P.D. Judy Garland.