Quemad, quemad, malditos...
esto no es realismo mágico:
esto es realismo:
la casa entera
esto no es realismo mágico
esto es realismo
pero fue mágico:
era la noche de san juan
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Me pregunto si los Beatles seguirán formando parte de la banda sonora de su vida o tal vez han sido sustituidos por Jonathan Richman. A mí me gustaban más los Stones, y al escuchar canciones como Octopus’ Garden, una de sus favoritas, me reafirmaba en la idea; supongo que la "cancioncita" tendría un significado oculto, que evidentemente a mí se me escapaba, pues yo jamás he entendido la gracia que puede suponer estar bajo el mar a la sombra de un jardín de pulpos.Su Beatle favorito, si la memoria no me falla, era George Harrison, y hablaba de él con tanto apasionamiento como el que utilizaba al discutir sobre fútbol: el Real Madrid, el equipo de sus amores; El Larguero, su programa de referencia. Compartíamos clase de matemáticas, y entre derivadas e integrales él me iba descubriendo ese supuesto maravilloso universo de canciones que Lennon y los suyos construyeron; al mismo tiempo que trataba de averiguar qué tenían de mágico 11 hombres vestidos de blanco corriendo tras una pelota. El día que por fin comprendí lo que era un fuera de juego, recibí mi título de "futbolera oficial", título que por cierto perdí con los años.
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Mañana laboral especialmente ociosa la de hoy. Rencillas varias entre los colegas, el tema estrella es la rebelión de las limpiadoras que se niegan a limpiar no se qué (una vez más y ya he perdido la cuenta de sus medio huelgas); fútbol, ¿aguantará el Madrí como líder hasta el final?; política, elecciones municipales y autonómicas, la nueva mayoría de GaVino, pese a que todos aseguran no votarle, y mi tremenda alegría por enviar al paro a mi querido alcalde (en funciones y en breve ex), aunque no pueda demostrarla delante de mi jefe, exconcejal y mentor del por entonces, hace 12 años, vendedor de seguros y actual, 12 años después, regidor de mi ayuntamiento y presidente de no se qué asociación de concejos. Agotados pues los temas de rigor llegamos a algo más interesante, del que obviamente todas mis colegas se retiran excepto la Viudita alegre, muy puesta ella en literaturas varias. ¿Cuál es el mejor inicio de un libro que hayamos leído nunca? Ella se lo tiene que pensar, a mí de inmediato me vienen dos textos a la memoria, y si quieres te lo recito en inglés (teníamos al Drexler de fondo), no sabría cuál elegir, me quedo con los dos.
Obvio que uno serían las frases iniciales de Diablo guardián de Xavier Velasco:
"Ave María Purísima: me acuso de ser yo por todas partes. O sea de querer siempre ser otra. Y hasta peor: conseguirlo, ¿ajá? Me acuso de bitchear, witchear y rascuachear, de ser barata como vino en tetrapak, y al mismo tiempo cara, como cualquier coatlicue traicionera. Me acuso de haber robado, no una ni dos veces sino a toda hora y en todo lugar, como chingado pacman cocainómano. Me acuso de acusar al confesor por mis pecados, y de haberlo nombrado Demonio de Mi Guarda sin siquiera explicarle la clase de alimaña que estaba contrayendo. Porque a mujeres como yo no las conoces; las contraes. Como los matrimonios y las enfermedades y las deudas. Ay, mi Diablo Guardián: Dios te lo pague. " [...]
E igualmente obvio:
"No he querido saber, pero he sabido que una de las niñas, cuando ya no era niña y no hacía mucho que había regresado de su viaje de bodas, entró en el cuarto de baño, se puso frente al espejo, se abrió la blusa, se quitó el sostén y se buscó el corazón con la punta de la pistola de su propio padre, que estaba en el comedor con parte de la familia y tres invitados". [...]
No creo que necesite presentación.
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Hay gente que posee una personalidad arrolladora, una gran simpatía o simplemente encanto. Otras, a lo Barbara Streisand poseemos una característica física que en ocasiones llega a anularnos por completo.Hay quien dice que la nariz de Barbara Streisand lo dice todo acerca de su persona, y la susodicha debe opinar lo mismo, porque hace gala de ella orgullosamente y aprovecha todas las oportunidades que se le presentan para presentar su perfil en las fotos.En todo caso a mí francamente la Streisand me parece una petarda, como cantante y no digamos como actriz. Ni en “Tal como éramos” la perdono. No quiero hablar de ella, ni de su hermosa nariz judía, que sin duda lo es, sino de mí, o para ser más exactos de mi pelo. Que viene a ser lo que la nariz a Mr. Streisand. O más bien venía a ser, porque me lo corté.
Yo tenía un pelo absolutamente indomable, y como siempre he pensado que la naturaleza es sabia, la dejé hacer. Quiero decir que tenía una larga melena, rizada y de color impreciso que dependiendo de mis cambios de humor oscilaba entre castaño-rubio-pelirrojo. En más de una ocasión escuché: “no te cortes jamás el pelo, no cambies de peinado, dejarás de ser tú”. Y sin creérmelo del todo hacía caso, no fuera a convertirme en Sansón.Pero un buen día me apeteció cortarme el pelo. Cortármelo de verdad, a lo garçon, que dirían los pedantes. Así que me senté frente a Manolo, el peluquero al que semanalmente acude mi hermana y yo muy esporádicamente, y le dije que quería “cortar”. Él se horrorizó y no cortó. O bueno, sí, pero sólo un poco, y salí de allí con una media melena ridícula.Cuando llegué a casa recordé que una de mis compañeras de trabajo siempre presumía de cortarse y teñirse el pelo ella misma en casa, y fuera cierto o no, tiene un corte impecable y su rubio, aunque de bote, parece natural. Si ella puede, yo también. Y cogí las tijeras. El desaguisado me llevó directamente a la peluquería, a otra peluquería, me daba literalmente vergüenza que me vieran con ese aspecto en mi peluquería nohabitual y finalmente si conseguí cortarme el pelo. No había más alternativa.
No sólo no perdí la fuerza, sino que me encontré increíblemente guapa, diferente, cambiada, más joven. Alguien me dijo que parecía tener quince años, cuando tenía exactamente el doble.Aquel cambio fue exactamente hace un año. Tuve que someterme a la rutina de visitar todos los meses la peluquería o incluso cada tres semanas porque mi pelo crece a una velocidad endiablada y lo cierto es que aunque me sigo gustando en el espejo cada vez que me cruzo con una melena pienso, yo tenía una así, al menos los fines de semana y fiestas de guardar, que era cuando la soltaba a lo leona de la Metro, mientras que los laborables tenía un estilo más Elena de Borbón, una mujer a su larga trenza pegada. Desde que lo descubrí yo también me hice incondicional de ese peinado.
Y ahora viene mi dilema. Hace dos meses que no me corto el pelo. Me ha dado por dejarlo crecer. Me temo que me esperan por delante meses de tortura hasta tener un aspecto medianamente decente a pesar de la rapidez que se da mi pelo en crecer. Quiero tenerlo largo, pero me gusta más como me queda corto. Quiero que me crezca, pero no me gusta mi aspecto mientras lo hace (sí, las extensiones son una opción, pero no me convence). Y entre tanta duda ya he vuelto a pedir cita en la peluquería.
P.S. Manolo, el peluquero, de cuando en cuando se transforma en Nel, y se pone al frente de la Col.la Propinde (léase "cochá"), ya puestos a promocionar el folklore local...
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Hay muchos tipos de reencuentro con tus ex, la mayoría de ellos muy poco dignos, al menos para la que suscribe. No suelo ser amiga de mis exnovios, amantes o lo que hayan sido, por no ser no soy ni amiga de mis amigos (me parece una completa idiotez). Así que cuando el azar o la alevosía, que nunca se sabe, nos cruzan no se cómo comportarme o de qué hablar, sin encontrar el momento exacto y oportuno para cortar la noconversación y despedirme con un incierto hasta la próxima sabiendo que al menos por mi parte no hay deseo alguno de que se de esa próxima vez.
El último de esos encuentros/desencuentros lo tuve esta madrugada, a una hora incierta del sábado en un pueblo (grande, pero pueblo al fin y al cabo) con mar y después de un concierto.
Iba acompañado del que por aquel entonces y supongo que todavía ahora, era su mejor amigo. Y es que yo siempre juego al 2x2 pero elijo el uno equivocado. Me equivoqué entonces y sigo haciéndolo ahora. Teniendo en cuenta que en este tipo de equivocaciones, con mejores amigos por el medio, rectificar no sólo no es fácil sino imposible y lo único que nos queda es batirse en retirada.
Así que anoche tocó reencuentro/desencuentro y tras los titubeos de rigor, me ha visto no me ha visto, saludo no saludo, huyo y me escondo o me voy directa a ellos, finjo no haberlos visto o les lanzo la mejor de mis sonrisas, vinieron los saludos, las presentaciones, los ¿recuerdas a?, etc, etc… y todas esas cosas que se dicen en estos casos cuando no hay nada que decirse (y menos ganas aún). Hablamos mucho y no hablamos de nada. Bebimos mucho. Necesito estar ocupada cuando no tengo nada de lo que hablar, y tener algo en las manos, un vaso o un botellín de cerveza, es una buena alternativa. Hablé yo de mi trabajo, mucho, de mis desgracias laborales y de mis más aun desgraciadas colegas, que siempre es un buen tema y dadas mis actuales circunstancias no deja de resultar divertido. Pregunté por su perra, tenía una dálmata preciosa llamada Laika, que fue lo único que eché de menos cuando lo nuestro se acabó. El mejor amigo aunque presente en casi toda la conversación no intervino apenas y mis acompañantes habían desaparecido misteriosamente. Tras dos horas largas por fin nos despedimos. Él no parecía tener prisa por desparecer y aguantaba estoicamente y con sonrisas varias mi discurso (laboral) de modo que yo no encontraba momento de callarme. Tal vez porque no tenía ninguna otra cosa de la que hablar y ese tema parecía incluso interesarle. Pero yo estaba ligeramente borracha y en proceso de acabar completamente.
Cada vez me costaba más descifrar su acento, que tanto me fascinó y ahora me horrorizaba, hubiera necesitado a un buen intérprete.
Por fin me vi libre, y sola como quedé, mis acompañantes se habían batido en retirada hacía mucho tiempo, me fui a casa, directita a la cama. Dormí poco, unas tres o cuatro horas. Me despertó el teléfono móvil. Un SMS del noruego. Tuve que leer y releer el mensaje, todo lo extenso que puede ser un SMS, para entender primero qué decía, me cuesta horrores descifrar todas esas abreviaturas, y después qué quería decir. Se disculpaba. Volví a leer y releer. Había encontrado un anillo, mío, perdido supuestamente en su casa en el principio de los tiempos. ¿Precisamente esa madrugada? Si quería recuperarlo le avisara. ¿Pero de qué me está hablando este romano si nos hemos visto hace tres horas y hacía año y medio que no nos veíamos? Lloré (de forma figurada) y mucho por aquel anillo, de hecho en su momento lo que me dolió fue la pérdida del anillo, no nuestra ruptura, al fin y al cabo fui yo quien le dejé. Y ahora, que me había olvidado de él y del anillo, aparece de nuevo.
Francamente, no tengo ni la más mínima intención de recuperar ninguna de las dos cosas.
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