Me gusta Ricardo Arjona, y qué...
Jens es mi “amigoparactosculturales” y yo, of course, soy la recíproca, o sea, su “amigaparactosculturales”, o como nosotros decimos para abreviar, “cultamig@”. Este término, que no deja de ser una gilipollez soberbia nos lo inventamos hace años cuando ambos nos conocimos en la representación de una obra de teatro multiescénicacultural (así la definían) a la que los dos no habíamos sido invitados pero a la que habíamos decidido asistir.
Ninguna de nuestras cuerdas amistades había querido acompañarnos así que cada uno por su lado obviamente, pues aún no nos habíamos conocido, decidió colarse.
Cuando en el fragor de la fiesta posterior nos encontramos nos reconocimos como sólo dos intrusos pueden hacerlo. Vimos en el otro a alguien tan fuera de lugar como uno mismo y eso une mucho. Tanto nos unió que casi diez años después seguimos ahí aunque por norma general ya no nos colemos en las fiestas, claro está que a día de hoy ni nos plantearíamos asistir a una representación teatral que se presentara como “multiescénicacultural”.
No tenemos nada en común. Bueno, tal vez compartimos atracción por determinados hombres y alguna que otra mujer, pero por lo general lo que nos unió (y nos une) es lo que más nos separa, a saber, nuestros gustos musicales, teatrales, cinematográficos y estéticos. Pero en la diferencia está la clave y lo que no nos separa nos hace más fuertes.
A Jens le gusta el pop efervescente y petardo, ambos calificativos son míos y con el segundo él no está de acuerdo. Petardos son los Scissor sisters, dice, petardos y celestiales a un tiempo (de vez en vez le doy la razón). Siempre tiene una canción de La buena vida para aliñar el asunto (del tipo que sea) y Los Piratas son su grupo de cabecera (confesaré que Iván Ferreiro me ha ganado con alguna canción) y a mí, digamos que a mí me gustan los sonidos más contundentes. De su lista de agrados sólo salvo a Nacho Vegas, él, de los míos unos cuantos más. Y tengo que puntualizar que lo último del Vegas, al lado de Mr. Bunbury, El tiempo de las cerezas, me parece un bluff, pero de los grandes, como una tarde de merengue, de mucho merengue. Si ya lo dice un bloguero, Mondo Gitane, en su estupenda (y recomendable) bitácora, despliega como intereses mantear al Sabina y lapidar al Bunbury, aunque yo alteraría el orden, si fuera factible.
Normalmente respetamos los gustos ajenos sin compartirlos, teniendo un acuerdo tácito, en mi presencia no se escucha La Buena Vida y en la suya no se escucha a Ricardo Arjona. Si yo no soporto al grupo de San Sebastián él no soporta al cantautor guatemalteco. Pero qué le voy a hacer si a mí me gusta (por razones que ni yo misma comprendo). Es de esos vicios inconfesables e inexplicables. Lo descubrí en el principio de los tiempos con una canción que a día de hoy aún me sé de memoria, Historia de taxi, y me ganó para siempre. (Adjunto vídeo, un tanto cutre y del año de la polka, pero…)
Me he pasado el día escuchando el adelanto de su nuevo disco, Quién dijo ayer, que para no variar no se venderá en España… y me sigue gustando. Será que me estoy volviendo una hortera.
Ninguna de nuestras cuerdas amistades había querido acompañarnos así que cada uno por su lado obviamente, pues aún no nos habíamos conocido, decidió colarse.
Cuando en el fragor de la fiesta posterior nos encontramos nos reconocimos como sólo dos intrusos pueden hacerlo. Vimos en el otro a alguien tan fuera de lugar como uno mismo y eso une mucho. Tanto nos unió que casi diez años después seguimos ahí aunque por norma general ya no nos colemos en las fiestas, claro está que a día de hoy ni nos plantearíamos asistir a una representación teatral que se presentara como “multiescénicacultural”.
No tenemos nada en común. Bueno, tal vez compartimos atracción por determinados hombres y alguna que otra mujer, pero por lo general lo que nos unió (y nos une) es lo que más nos separa, a saber, nuestros gustos musicales, teatrales, cinematográficos y estéticos. Pero en la diferencia está la clave y lo que no nos separa nos hace más fuertes.
A Jens le gusta el pop efervescente y petardo, ambos calificativos son míos y con el segundo él no está de acuerdo. Petardos son los Scissor sisters, dice, petardos y celestiales a un tiempo (de vez en vez le doy la razón). Siempre tiene una canción de La buena vida para aliñar el asunto (del tipo que sea) y Los Piratas son su grupo de cabecera (confesaré que Iván Ferreiro me ha ganado con alguna canción) y a mí, digamos que a mí me gustan los sonidos más contundentes. De su lista de agrados sólo salvo a Nacho Vegas, él, de los míos unos cuantos más. Y tengo que puntualizar que lo último del Vegas, al lado de Mr. Bunbury, El tiempo de las cerezas, me parece un bluff, pero de los grandes, como una tarde de merengue, de mucho merengue. Si ya lo dice un bloguero, Mondo Gitane, en su estupenda (y recomendable) bitácora, despliega como intereses mantear al Sabina y lapidar al Bunbury, aunque yo alteraría el orden, si fuera factible.
Normalmente respetamos los gustos ajenos sin compartirlos, teniendo un acuerdo tácito, en mi presencia no se escucha La Buena Vida y en la suya no se escucha a Ricardo Arjona. Si yo no soporto al grupo de San Sebastián él no soporta al cantautor guatemalteco. Pero qué le voy a hacer si a mí me gusta (por razones que ni yo misma comprendo). Es de esos vicios inconfesables e inexplicables. Lo descubrí en el principio de los tiempos con una canción que a día de hoy aún me sé de memoria, Historia de taxi, y me ganó para siempre. (Adjunto vídeo, un tanto cutre y del año de la polka, pero…)
Me he pasado el día escuchando el adelanto de su nuevo disco, Quién dijo ayer, que para no variar no se venderá en España… y me sigue gustando. Será que me estoy volviendo una hortera.
14 consejos pa’ olvidar,
500 razones para odiarte,
saco la cuenta y a sumar. […]"
Ya ves Xienra, no es grave que te guste el I promise myself de José Galisteo, por mi parte yo no me avergüenzo de que me guste Ricardo Arjona. Por no avergonzarme ni siquiera lo hago por escuchar a Los Tigres (del Norte, of course) o a Quim Barreiros, aunque esto último es un divertimento veraniego a falta de un mejor Georgie Dann.
Ya ves Xienra, no es grave que te guste el I promise myself de José Galisteo, por mi parte yo no me avergüenzo de que me guste Ricardo Arjona. Por no avergonzarme ni siquiera lo hago por escuchar a Los Tigres (del Norte, of course) o a Quim Barreiros, aunque esto último es un divertimento veraniego a falta de un mejor Georgie Dann.