Razones habría muchas.
Tal vez no alcancen los dedos de tus manos para contarlas.
Tal vez alcancen tus sentidos para comprenderlas…
¿La primera de ellas?
Probablemente mi falta de constancia que hace que no me guste competir, con nadie ni por nada, ni apostar, ni jugármela por un tipo que probablemente no merezca la pena (y aunque la mereciera).
No tengo interés en llegar la primera a la meta para verme rodeada de hipócritas sonrisas y falsas adulaciones.
-“¿Por qué te interpones en mi camino, pues?”.
Preguntas con tu perfil más intimidante e inquisitivo, ése que sacas a pasear de cuando en cuando si las cosas se tuercen en tu presuntamente ordenada (y controlada) vida.
Si ésa es la única pregunta que se te ocurre hacer tendrás que encontrar tú la respuesta…