Ente nós
Te hubiera gustado Oviedo a pesar del ruido atronador de las gaitas, de la prinzesa y el vaporoso vestido de Soledad[1] .
A pesar de él, al que seguramente todavía detestas, que soportaba a pie firme como cada viernes de octubre desde hace un buen puñado de años en una esquina de Uría gaita al hombro y montera bajo el brazo; que me llamó a gritos para hacerse oír entre tanto peinado imposible de rubio gabiniano.
Te hubiera gustado porque nada ha cambiado aunque ya no seamos los mismos. La ciudad sigue ahí, como la dejaste, si acaso un poco más vieja, mientras nosotros olvidamos bautizando un nuevo deseo.
A pesar de él, al que seguramente todavía detestas, que soportaba a pie firme como cada viernes de octubre desde hace un buen puñado de años en una esquina de Uría gaita al hombro y montera bajo el brazo; que me llamó a gritos para hacerse oír entre tanto peinado imposible de rubio gabiniano.
Te hubiera gustado porque nada ha cambiado aunque ya no seamos los mismos. La ciudad sigue ahí, como la dejaste, si acaso un poco más vieja, mientras nosotros olvidamos bautizando un nuevo deseo.