lunes, noviembre 17, 2008

Ni tú ni yo



"Por hoy déjame ser tu hombre perfecto
mientras que te aparece el indicado
para casarte busca un arquitecto
para hacer el amor un desalmado"


Que mi Paquita (la del Barrio) y mi (Ricardo) Arjona acabarían juntos era cuestión de tiempo. Estimado Hutopo, no hace falta que la escuches.


Commedia dell'arte


El sábado fui al Teatro, lo que en sí es un lujo en esta Asturias nuestra, quedándose pequeño el Jovellanos para tanta pseudointelectual pijería gafapasta (haré aquí un inciso, desde que Isabel Coixet confesó que sus gafas son metálicas y pitan en los aeropuertos se me ha caído un mito).

No se preocupen, no voy a dar mi opinión acerca de la obra, básicamente no acabó de convencerme. Crítica feroz y feraz a los tiempos actuales de violencias de género y explotación de esos que algunos no consideran nuestros iguales, basada en todo caso en una obra con dos siglos a sus espaldas, todo está inventado. La compañía Animalario, Teatro de la Abadía, ya saben, la de Alberto "no sin mi subvención" San Juan, entre otros... lo más entretenido, los actores haciendo de chinitos entre el público al inicio tratando de vender esos artilugios imposibles de lucecitas sin fin. Bien, hasta aquí los detalles técnicos.

Que la noche apuntaba maneras debería haberlo intuido cuando hubo que repartir los asientos. Éramos cinco, pero no con asientos contiguos por eso de las indecisiones, voy o no voy y espero que me llame... con lo que una entrada se sacó a última hora y se correspondía con un solo asiento varias filas por delante del resto, aislada y sola entre un maremágnum de gente, detalle que no debería ser problema para cinco mujeres adultas y que no lo acabó siendo porque a mí me importaba bastante poco tener que sentarme sola aunque a las demás parecía que se les iba la vida en ello. Para que algunos hombres se pregunten por qué las mujeres siempre van al aseo de dos en dos, al menos eso sí que tiene una explicación lógica.

Nos despedimos pues en el hall del teatro con la premisa de reencontrarnos al final de la obra y me encaminé a mi asiento, a pesar de llegar dando las 20:30, hora de inicio programada, los asientos a mi alrededor estaban vacíos. Escasos minutos después llegó el primero de sus ocupantes. El prototipo perfecto de lo que llamo "marinero noruego", barba y jersey de cuello vuelto incluido... cierto es que instantes después llegó su acompañante femenina y la amiga de ésta última, que curiosamente tenían sus asientos entre él y yo. Dudé si ofrecerme a cambiar de asiento, para que pudieran sentarse juntos, supongo que es lo propio en persona cortés y bien educada, pero me dije, qué co*, si él no dice nada, yo tampoco, y él dijo, pero no eso, y sonrió, y yo sonreí y dije, pero no me ofrecí a cambiar de asiento y hasta el falso chino insistió para que le comprara uno de esos imposibles artilugios de lucecitas sin fin a "su chica", o sea, yo, y él siguió sonriendo y no dijo lo propio, no es mi chica, fíjeseustedquetontería, pero ambos sonreímos y yo pensaba, no sé él, cuánto hace (y dice) una simple sonrisa.


Método para aplacar resacas


Lo peor de las resacas sin duda alguna es la gente a tu alrededor que se empeña en aconsejarte como afrontarlas y/o superarlas. Yo tengo mis métodos, bastante antiguos por cierto, y simples, y efectivos, todo hay que decirlo.

Alguien me recomendaba espidifen, que creo que es ibuprofeno, mi droga legal preferida, aunque para otros menesteres, tendré que probarlo, pero hasta entonces sigo con mi método de dormir poco, no comer absolutamente nada, ponerme gafas de sol e irme a perder el tiempo bien a la orilla del mar o perdiéndome en un bosque, aunque la alternativa de ayer, descargar mi mal café y mi mezquindad sobre otros que no tienen la culpa y simplemente pasaban por aquí también funciona.


David González


Lo leo en el blog de Suarón y como me parece una magnífica noticia no puedo evitar, ni quiero, sacarla aquí y es que David González ha reeditado su primer poemario, El demonio te coma las orejas, ampliándolo y corrigiéndolo. Una buena oportunidad para descubrirle aquellos que no lo hubiéseis leído.

NOSTALGIA

Mi primera reacción
(cuando al decirle a Mari
hay otro, ¿eh?,
y ella, poniéndose roja,
murmura que sí,
que cómo lo sabes,
que quién te lo dijo,
que cómo te enteraste,
sí, es verdad,
hay otro)
es mandarla directamente
a la puta mierda,
a tomar por el culo por ahí;
en cambio,
lo único que le digo es:
Bueno, tía
(el término tía
significa también
ramera), tranqui,
no pasa nada,
podemos seguir
siendo amigos, ¿no?,
y después
salgo del locutorio,
agachándome al pasar
por debajo de la puerta,
ya sabes,
por lo de los cuernos.

Ya en mi celda,
contemplo
una fotografía de Silvia,
una fotografía
de cuando ella tenía
catorce o quince años
(ahora tiene
dieciséis o diecisiete).
Un primer plano
de su cara sonriente.
Utilizo el cigarro
que estoy fumando
para quemarle los dos ojos.
Luego le tiro de los pendientes
hasta que le arranco
de cuajo las dos orejas.
Inmediatamente le parto
la nariz en dos
y le rompo la boca
y todos los dientes.
Lo que queda de su cara
lo arrojo por la taza del váter
y acto seguido, hago encima
mis necesidades fisiológicas,
mis tres necesidades,
y luego tiro de la cadena.

Más tarde, por la noche, en la cama,
pienso en ella.
La echo mucho de menos.
Ahora que ya no la tengo
es cuando de verdad

la echo de menos.
La foto.

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