lunes, septiembre 03, 2012

La educación perdida... y nunca encontrada



Estamos tan acostumbrados al griterío injustificado y a las sinrazones varias, al estás conmigo o contra mí y por tanto obra en consecuencia porque eres un facha o un rojo de mierda, al porque yo lo valgo y soy yo quien lo digo, al no te escucho porque sólo me oigo a mí mismo... que de repente llega no una, sino dos personas, que atienden pacientemente a tus explicaciones, asienten y escuchan con atención; te rebaten educadamente pero suavecito, como quien no quiere la cosa y sin darte la razón no te la quitan, que una, sabiendo que en absoluto están de acuerdo con lo que están escuchando y ante esa diríase pasiva actitud siente que le están dando la razón como a los tontos… Y qué pena, ¿no?


P.D. Ivonne de Carlo

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