¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?
Trato de explicarlo... Debo de hacerlo muy mal. Lo intento de nuevo con otras palabras. Los hechos no resultan suficientes.
No necesito promesas ni un anillo (de presumir) en mi dedo anular mientras arrodillados me juran amor eterno. Ni que me cojan de la mano o me reserven el lado izquierdo de la cama. No necesito miradas de complicidad ni planes de pensiones compartidos. No, no necesito que lo llamen, ni llamarlo yo, amor, cuando quieren (quiero) decir sexo.
Sigues sin entenderlo... pero por supuesto que sé separar el sexo del amor, que no el amor del sexo (esto último sólo por imposición involuntaria). Lo que no sé no ya separar, sino mezlcar, es la amistad con el sexo. A mis amigos, con los que comparto mi vida y mis circunstancias, los quiero, aprecio, y valoro hasta límites insospechados. Y a ti, que sabes más de mí que yo misma, te quiero, aprecio y valoro hasta límites insospechados. La diferencia está en el (compartido) deseo, en los abrazos que (no) nos damos, porque contigo, y me '(auto)parafraseo' (las palabras que ya escritas nunca llegué a enviarte), contigo, y no con ellos, me siento 'así', queriendo abandonarme como barro en tus manos para ser moldeada a tu antojo, perdiendo las referencias y los sentidos. Una marioneta con las cuerdas tensadas de deseo. Con ganas de hechos, no de palabras.
Así que no, no nos vamos a la cama... el amor, el mío, es el resultado a la ecuación, y enamorarme de ti es un lujo que no está al alcance de esta alma en oferta.