Palabras a (des)tiempo
Ayer fue uno de esos días en medio de ningún lado. No me gustan demasiado los festivos en mitad de la semana, parecen domingos desubicados. Un día de levantarse tarde, de cero o escasas obligaciones y de comer en torno a las cinco de la tarde, cuando el "momentín" para que se te concediera la venia de una mesa libre se convirtió en hora y media.
En torno a las ocho vuelvo a salir a la calle, tras un par de horas de sofá, ibuprofeno y pérdida de tiempo viendo tres capítulos seguidos de "The vampire diaries" (supongo que un día de estos tendré que hacérmelo mirar). Ha sonado el teléfono, "baja" y yo obedezco la orden; más que orden, invitación. Y así, tal cual, me levanto del sofá y dejo a medias el primer minuto del cuarto capítulo. Con el pelo recogido, las gafas de ver, el atuendo arreglá pero informal casero; y de forma totalmente inconsciente me dispongo a pasear por las calles de una ciudad que comienza a despertarse del letargo de un miércoles festivo soleado; regresan los coches y los peatones a poblar sus calles y aceras.
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Todos se callan y se quedan escuchándome mientras yo suelto un discurso absolutamente espontáneo, porque de pronto no puedo callar. No me gusta dar lecciones, no me gusta predicar en el desierto, el feminismo trasnochado no va conmigo; y yo, la persona más insegura que vientre femenino ha parido desde que el mundo es mundo, vendo una lección de dignidad y autoestima. Supongo que tendría que aplicarme el cuento, pero es curioso, dentro de mis multiples imperfecciones y de mis miedos a casi todo, no se encuentra ése. No sé de celos. Entiendo que si alguien está contigo es porque te quiere y porque quiere estar a tu lado. Entiendo que el día que deje de hacerlo, que deje de quererlo, se irá, y que nada podrás hacer por retenerlo. Así que mientras tanto, a seguir caminando, aunque sea en dirección oeste y tal vez mañana esos pasos no sean los que te sigan.
P.D. Louise Brooks, Nancy Phillips, James Hall, Doris Hill y Josephine Dunn.