miércoles, mayo 11, 2011

Como llamó Quique a uno de sus discos... de avería y redención



No pasa un día en el que me diga que tengo que sentarme a escribir aquí. Que cosas que contar tengo. Por ejemplo mi discusión de hace unos días en la cola del supermercado, tagliatelle al nero di sepia en mano, con la presunta dueña de un carro abandonado que me acusaba a mí de colarme. A mí, la más educada y respetuosa compradora de supermercados, hipermercados, tiendas de descuento (soy asidua de DIA y Lidl) y mercados, en cien metros a la redonda. Que me puede la condescendencia ajena y que me den la razón como a los tontos.

Podría contar que ayer no me levanté en mitad de la primera canción del concierto de "Chain & The Gang" por respeto a las personas sentadas a mi lado, para no tener que importunarlas. Para que vean si soy respetuosa, aguanté estoicamente la hora de infernal ruido, aplaudí discretamente y hasta me gustó una canción, aunque saliera con los tímpanos destrozados y la sensación de que me habían timado (afortunadamente el concierto era gratuito). Que esa tribu urbana tan extendida, moderna y satisfecha de sí misma que se autodenomina "gafapastas" y yo pertenecemos a galaxias paralelas, ya lo sabía.

Que me ha dejado patidifusa la separación de la Mariló y el Carlos Herrera y que si ustedes, mis queridos lectores, pertenecieran o perteneciesen a ese gran porcentaje de españolitos de barrio que veneran al gran Jorge Javier Vodkas, gurú de la comunicación, contaría lo que me divertí en un ratico perdido la tarde del sábado, en pleno síndrome premenstrual, haciendo zapping compulsivamente con Salvame Deluxe reload y un tal Coyote Dax (el que destrozó, más si cabe, la canción aquella del hortera del padre de la Hannah Montana) repartiendo estopa a la mostrenco Esteban y a la Mila Ginebrez. A una la mandó a una residencia y a la otra le mencionó los cuernos que su marido borderline, presuntamente, le brinda. Que tenemos la televisión que nos merecemos, c*.

Podría igualmente hablarles de ese culebrón literario que me estoy metiendo entre pecho y espalda, "En el país de la nube blanca", y que ya me estoy imaginando en versión cinematográfica con Hugh Jackman en el papel protagonista. Pero va a ser que no. Aunque ni siquiera es falta de tiempo, de ganas o de temas de los que hablar. Que al fin y al cabo nunca he hablado de nada.

Barajé igualmente la posibilidad de despedirme. Aunque siempre dijera que si algún día llegaba a cerrar el blog lo haría sin hacer ruido. Pero me pueden las ganas de asomarme aquí de cuando en cuando, así que mejor sigo haciendo lo que mejor sé, hablar de mí, de mi mismidad y circunstancias. Aunque ahora lo haga menos, o apenas, o casi nada; y ni siquiera cuente sin contar. Pero es lo que tiene la vida, que hay que vivirla, que para llorar siempre hay tiempo y aquí ya hay demasiadas lágrimas acumuladas.

Así que esto sigue en pie, que quien sabe, el día menos pensado habrá que remendar de nuevo este corazón de Frankenstein... y habrá que contarlo, claro. Y ustedes sin falta deberán estar aquí para leerlo.

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