Entá nun sabes de mio más que los llabios y la risa que pongo nos minutos cimeros de l’angustia (*)
Llueve en una ciudad engalanada y yo llego a casa forzando la sonrisa, la música que suena en mis oídos ayuda; aunque sea poco más que una mueca, un triste esbozo, gimnasia bucal; me obligo, ya desentono bastante con el ambiente festivo por mis vaqueros desvaídos y mi cuero negro.
Se me había olvidado lo guapa que se pone la gente en esta ciudad. El rímmel corrido, la lluvia que me empapa, el paraguas olvidado quién sabe donde. Y sonrío, aunque no tenga motivos. Rememoro la conversación dejada atrás o más bien el monólogo del que fui espectadora y oyente. Lo poco que yo dije y lo mucho que me hubiera gustado decir. Pero dejo que sean los otros los que cuenten, y aunque no me importen ni lo más mínimo sus cuitas vitales escucho pacientemente, opino, contesto y me posiciono.
Cuando finalmente me preguntan cómo me va todo, sólo acierto a decir que bien, sin cambios, sin novedades, con la misma ausencia de afectos y los mismos temores. Y no cuento porque pienso que si a mí poco o nada me interesan sus vidas, por qué van a interesarles a ellos la mía. Que de sobra sé a nuestros años que el interés no es sincero y que lo que hace juego con el logo de mi camiseta y el carmín de mis labios es que cuente alguna anécdota divertida acerca de algún administrado, historias laborales de ventanilla y vuelva usted mañana, alguna broma cruel sobre mi estimado compañero de fatigas o las últimas novedades del catálogo Ikea 2011 que ya me sé de memoria.
Ejecuto mi papel, con cierta torpeza, todo hay que decirlo y pese a ello todos aplauden con risas y carcajadas mi brillante actuación. Cuento lo de aquél tipo que me regaló bombones o el de la cuarta que me tira los tejos y me busca con excusas y me invita a cafés que no me gustan, o aquél que me subió los colores, o la última excentricidad de la Viudita Alegre o lo del último reloj que se compró A. en China vía internet. Recibo palmaditas en la espalda y la sonrisa cómplice del camarero que me sirve el segundo gin-tonic mientras busco en el fondo del vaso de ginebra el tiempo que siento estoy perdiendo ahí sentada aunque nadie me espere para cenar en casa. Y como atendiendo a mis derivas llama E., así que cedo el testigo de bufón de la corte a otro probablemente mucho más divertido que yo. Parece quiere rescatarme, tomar un cafelito, salir de esta ciudad; su casa puede ser un buen refugio en esta noche de viernes sin nada mejor por hacer.
Pero comienza a hablar, a contar y a decir; más de lo mismo, lo de siempre y sé que él tampoco... y le quiero, aunque me agota, y yo hoy necesitaba ser la protagonista de todos los dramas, el personaje secundario, la sombra de Edward G. Robinson. Ni modo, me alejo hacia la puerta y me despido con un gesto de la mano, mientras escucho pacientemente la voz que llega al otro lado del teléfono intercalando monosílabos. El único que parece percatarse de mi huida es el camarero, el único al que le devuelvo la sonrisa, la misma con la que salgo a la calle ya transformada en mueca.
Me despido a su vez de E. con la manida excusa del no eres tú, soy yo; hoy no sería buena compañía (la misma que me hace reír a carcajadas cuando la escucho en otros); y me arranca la promesa de compartir la tarde del domingo, acepto, pero no prometo. Me pierdo entre el gentío, que es casi multitud, entre los paraguas ajenos, me aíslo con música en mis oídos e inicio el ascenso hasta mi calle, aquí siempre se trata de subir o bajar. Sigue lloviendo y paso a paso voy empapándome mientras Steve Earle dice que la lluvía llega como un ángel caído, y desearía encoger con ésta, hacerme pequeñita, desaparecer... Y por enésima vez en estos días me acuerdo de ti, como si no tuviera nada mejor en lo que pensar, como si no tuviera a nadie a quién recordar but you. Un extraño irrumpiendo sin permisos en una parte de mi vida que creía muerta, cuando ya nada queda de mí, cuando ya soy otra...
[Te debía una canción... quid pro quo]
"To a lonesome dark-eyed beauty
on a far-off avenue
I woke from a dream late last night
and wanted to tell you
When you're feelin' lonely
when the walls around you break
When you need someone to help you
and heal the ache within your ache
O let me feel your thunder
O let your raindrops fall
It's not a cloud this feeling that I'm under
maybe we'll see rainbows after all
Will you come to me in riddles
Will you come to me in rhyme
Will you take me on a journey
through the netherworlds of time
Will you let me climb your mountain
can I swim beneath your sea
Will you let me enter deep within
your own infinity
Will you bring me to your altar
when the evening sun goes down
where the poets weep and angels wait
underneath your wedding gown
Will you touch me with your midnight
Will you speak to me in tongues
Will you take me to your garden
when the time for moon light comes
Will you offer me resistance
Will you laugh and turn me in
when the echoes of my fingers
cross the borders of your skin
Will you hold me in the ether
when I kiss your sacredness
Will you still believe me when I untie
the ribbons on your dress
You don't have to be specific
You don't have to be immense
You don't have to mount
or circumvent an NFL defense
Will you stop and turn your back
on the offerings I give
Will you smile and turn and show me
secret places where you live
Will you lead me on a voyage
Will you take me on a trip
through the back roads and the highlands
'round the landscape of your lip
Will the palace doors be open
Will you offer me the key
Will you leave it just outside
the garden gate for me."
Lonesome dark eyed beauty - Willie Nile
P.D. Ginger Rogers
* Versos robados a alguien que probablemente a su vez también los robó...