viernes, septiembre 17, 2010

Nada ya es suficiente y demasiado no basta




Supongo que a todos nos pasa, por un motivo o por otro, hay lugares que evitamos, recuerdos que preferimos esquivar, voces u olores que nos evocan un pasado perdido y nunca recuperado, que preferimos obviar. Y hay canciones, claro... canciones que en un determinado momento dejamos de escuchar por los motivos que sean, a veces auténticos; otras, simples absurdos. Pero mientras sean nuestros, todo va bien.

Durante mucho tiempo me pasó con una canción de los Burning, "Una noche sin ti". No recuerdo el por qué y si alguna vez lo supe, ya lo he olvidado. Sé que no hace tanto, o tal vez sí, no tengo claro si este último año está pasando muy lentamente o al contrario, sentada en un bar cualquiera con un tipo del que sólo podría decir y recordar que era tremendamente guapo (como si eso fuera a tener importancia), comenzó a sonar... no sentí nada. Sólo pensé lo mucho que me gustaba esa canción... dudé si  decirlo en voz alta, 'cómo me gusta esta canción', pero me di cuenta de que en realidad al tipo tremendamente guapo le iba a importar un carajo que a mí me gustase ésa o cualquier otra. Esperé a que apurásemos las cervezas, en realidad no recuerdo si eran cervezas lo que bebíamos... imagino, supongo; es lo que suelo beber en la presencia de los tipos guapos, lo sean o no tremendamente; y me despedí. No volvimos a vernos.

Llegué a casa y sintonicé a los Stones.



Ayer volvió a pasarme. Con una canción... con otra canción. Limpiaba los cristales (hoy llueve, siempre soy así de oportuna). Había bajado las persianas, siempre bajo las persianas cuando limpio los cristales, lo que me lleva a limpiar bajo la luz de la bombilla. Música de fondo gracias el Spotify. Suenan los Stones, Noa y Bruce, Caetano, Mr. Johnny Cash y Rosanne, José Mercé e Iván Ferreiro... y de pronto algo se me rompe dentro al son de los primeros acordes, y dejo de limpiar, se me cae la bayeta de las manos (podría haber elegido un momento más glamouroso, pero qué le vamos a hacer) y acabo sentada en el suelo embargada en lágrimas negras que no necesitan motivos aparentes para hacer acto de presencia.

Probablemente un buen día entraré en un bar o la escucharé en la radio y ya no sentiré nada, pero desde ayer forma parte de mi lista negra.








P.D. Y no, obviamente no es Ana Laan. Aunque sé que suena en algún rincón de este espacio... Ésta simplemente me gusta... por el momento. Y ayer me ayudó a dormir y a combatir mis desvelos.




[Aunque al conducir de noche yo sí me acuerde de ti]

3 perdidos en el laberinto:

Nebroa dijo...

Era Turnedo?
No lo sé, pero es la que lleva en mis sienes toda la semana, y digo, por qué no? lo mismo en esto también coincidimos, aunque haya otras tres mil trescientas otras cosas en las que no...
Llora cada vez que quieras, es perfecto, pero que no se te olvide subirte al otro lado de la balanza con la misma frecuencia

Daeddalus dijo...

Tengo tendencia hacia el equilibrismo, quizás en otra vida me balanceé sobre el alambre. Lo uno lleva a lo otro, lo otro lleva a lo uno.

Anónimo dijo...

En mí, cuando no me visto de lobo estepario (o incluso vestido de), la música siempre provoca efecto. Y así sigo sonriendo con Boccherini, el tango me encoge el corazón, Tequila me devuelve parte de mis 15 años y el flaco me devuelve a mis 48... Imaginaria o no, la música es parte nuestra historia sentimental. Se podría vivir sin música, pero no estoy seguro de que mereciera la pena.

No viene a cuento, pero voy a hacerle un regalo que no necesita aceptar:

http://www.rtve.es/podcast/radio-3/cafe-del-sur-memorias-de-tango/

Pruébelo.

Huntter.

Related Posts with Thumbnails