Supongo que a todos nos pasa, por un motivo o por otro, hay lugares que evitamos, recuerdos que preferimos esquivar, voces u olores que nos evocan un pasado perdido y nunca recuperado, que preferimos obviar. Y hay canciones, claro... canciones que en un determinado momento dejamos de escuchar por los motivos que sean, a veces auténticos; otras, simples absurdos. Pero mientras sean nuestros, todo va bien.
Durante mucho tiempo me pasó con una canción de los Burning, "Una noche sin ti". No recuerdo el por qué y si alguna vez lo supe, ya lo he olvidado. Sé que no hace tanto, o tal vez sí, no tengo claro si este último año está pasando muy lentamente o al contrario, sentada en un bar cualquiera con un tipo del que sólo podría decir y recordar que era tremendamente guapo (como si eso fuera a tener importancia), comenzó a sonar... no sentí nada. Sólo pensé lo mucho que me gustaba esa canción... dudé si decirlo en voz alta, 'cómo me gusta esta canción', pero me di cuenta de que en realidad al tipo tremendamente guapo le iba a importar un carajo que a mí me gustase ésa o cualquier otra. Esperé a que apurásemos las cervezas, en realidad no recuerdo si eran cervezas lo que bebíamos... imagino, supongo; es lo que suelo beber en la presencia de los tipos guapos, lo sean o no tremendamente; y me despedí. No volvimos a vernos.
Llegué a casa y sintonicé a los Stones.
Ayer volvió a pasarme. Con una canción... con otra canción. Limpiaba los cristales (hoy llueve, siempre soy así de oportuna). Había bajado las persianas, siempre bajo las persianas cuando limpio los cristales, lo que me lleva a limpiar bajo la luz de la bombilla. Música de fondo gracias el Spotify. Suenan los Stones, Noa y Bruce, Caetano, Mr. Johnny Cash y Rosanne, José Mercé e Iván Ferreiro... y de pronto algo se me rompe dentro al son de los primeros acordes, y dejo de limpiar, se me cae la bayeta de las manos (podría haber elegido un momento más glamouroso, pero qué le vamos a hacer) y acabo sentada en el suelo embargada en lágrimas negras que no necesitan motivos aparentes para hacer acto de presencia.
Probablemente un buen día entraré en un bar o la escucharé en la radio y ya no sentiré nada, pero desde ayer forma parte de mi lista negra.
P.D. Y no, obviamente no es Ana Laan. Aunque sé que suena en algún rincón de este espacio... Ésta simplemente me gusta... por el momento. Y ayer me ayudó a dormir y a combatir mis desvelos.
[Aunque al conducir de noche yo sí me acuerde de ti]
Era Turnedo? No lo sé, pero es la que lleva en mis sienes toda la semana, y digo, por qué no? lo mismo en esto también coincidimos, aunque haya otras tres mil trescientas otras cosas en las que no... Llora cada vez que quieras, es perfecto, pero que no se te olvide subirte al otro lado de la balanza con la misma frecuencia
En mí, cuando no me visto de lobo estepario (o incluso vestido de), la música siempre provoca efecto. Y así sigo sonriendo con Boccherini, el tango me encoge el corazón, Tequila me devuelve parte de mis 15 años y el flaco me devuelve a mis 48... Imaginaria o no, la música es parte nuestra historia sentimental. Se podría vivir sin música, pero no estoy seguro de que mereciera la pena.
No viene a cuento, pero voy a hacerle un regalo que no necesita aceptar:
Y es que soy muy mía y a la vez muy del cosmos, muy de las tinajas y de los moldes de galleta, de las vainas y los pomos cromados, de la cola y el carril más lento, de embalsamadores y taxidermistas, del rincón del aburrido; soy muy de los desprendidos de la crítica, fiestas provocadas y tijeretazo en casa, del orden cosas y cosas por vicio. Soy muy de todo esto y de aún más cosas. Sólo espero que alguien me reclame... sería muy violento tener que hacerlo yo misma...
Deja tus paranoias o tus deseos, gritos al aire, diarios, confesiones, declaraciones de amor o de guerra, o simplemente tu firma, tu mensaje, tus besos, saludos o consejo, bromas o entusiasmo, reminiscencias o cañones recortados, y ya descubriremos si tenemos algo de lo que hablar...
Ser ese pincel aguado por la lluvia que esboza en cada bocanada una bahía, dos volcanes y diez maneras de decir lo que deseas. Una bandada de gaviotas. La ginebra. Las noches sin futuro. Una colección de lunas llenas. Las verbenas de barrio. Una tormenta sobre el azul inmenso del océano. Arrastrando la cobija. Tristezas a la carta por alegrías. Billie Holliday rasgando la noche. Una visita imprevista y deslenguada. Los calvos que se quitan el sombrero. Las noches "nuremberianas" al calor del Eulenspiegel repletas de ron, humo y conversaciones. Aquella voz, aquel acento."Mis" poetas: Á. González, Huidobro o Cernuda. La lluvia que parió charcos y barro. Viajar en tranvía. Volar cometas. Un par de botas sucias. El canto del urogallo. Alain Delon en "Rocco y sus hermanos". Caminar sobre hojas secas. Las tímidas que salen respondonas. Aviones que despegan. Las rosas amarillas, los lirios, las violetas. Las raras excepciones. ARJONA (con mayúsculas). Medianoche en una estación de tren. La honestidad brutal de Calamaro. Una tormenta sobre el azul inmenso del océano. Aquella buhardilla en la Peissenbergstr. Silvana Mangano en "Arroz amargo". Pisar charcos. El 14 (y la lluvia) de abril. Mi chupa de cuero. La Coca-Cola (nadie es perfecto). Besos con risas. Silvio y Ojalá como coartada. Lengua con besos. El castellano de Umbral. Esencia de playa y sal de un lugar donde habitaban las gaviotas. Pisar charcos. Un vestido y un amor. Salitre 48. EL hombre del piano. Luka, el niño del 2º piso. Compay y Celia, el son y la salsa de luto. La primera mirada por la ventana al despertarse. Las noches que sonríen en forma de luna. Estoy Bartok de todo. El olor a tiempo desgastado. Simon & Garfunkel. Waits & Cohen. Los trenes que viajan hacia el este. Rosas a Rosalía. En Lisboa, sobre lo mar. El cambio de estaciones. Dylan y su hijo Jakob. Un amanecer en la playa del Silencio. El piano ha estado bebiendo. Puentes que se cruzan en ambos sentidos. El Urriellu. Una Delirium Tremens. Las carreteras secundarias. Un otoño de párpados caídos. Los domingos al sol en el Englischer Garten. Camarón sin camisa. Frambuesas en la tarta. Las sesiones de madrugada. Las montañas mágicas de esta tierra que plantó mi corazón recibiendo el regalo de la lluvia. Chavela por Jose Alfredo. Los labios que aprovechan los rincones más olvidados, más olvidables. Veloso y su fina estampa. El miedo, el futuro incierto, el camino, la búsqueda. Je vous ai apporté des bonbons parce que les fleurs c'est périssable. Los que pudieron ser y no han querido... Dream, baby dream.
3 perdidos en el laberinto:
Era Turnedo?
No lo sé, pero es la que lleva en mis sienes toda la semana, y digo, por qué no? lo mismo en esto también coincidimos, aunque haya otras tres mil trescientas otras cosas en las que no...
Llora cada vez que quieras, es perfecto, pero que no se te olvide subirte al otro lado de la balanza con la misma frecuencia
Tengo tendencia hacia el equilibrismo, quizás en otra vida me balanceé sobre el alambre. Lo uno lleva a lo otro, lo otro lleva a lo uno.
En mí, cuando no me visto de lobo estepario (o incluso vestido de), la música siempre provoca efecto. Y así sigo sonriendo con Boccherini, el tango me encoge el corazón, Tequila me devuelve parte de mis 15 años y el flaco me devuelve a mis 48... Imaginaria o no, la música es parte nuestra historia sentimental. Se podría vivir sin música, pero no estoy seguro de que mereciera la pena.
No viene a cuento, pero voy a hacerle un regalo que no necesita aceptar:
http://www.rtve.es/podcast/radio-3/cafe-del-sur-memorias-de-tango/
Pruébelo.
Huntter.
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