sábado, octubre 30, 2010
Y no estoy borracha, aunque debería o parecería... que estas cosas a mí nunca me han pasado o no me pasan... Es como si hubiese mordido la manzana de Blancanieves o soplara el viento del sur y hubiese perdido la brújula que indica el norte. Que no me conozco, ni me reconozco a mí misma queriendo ser otra y estar en otro lugar... en el de cualquiera... no, no en el de cualquiera, no, en el mío, siendo yo, pero siendo esa otra... que pudiera entenderte o consolarte o apoyarte o ser... simplemente ser. Y ni siquiera entiendo por qué...
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Ya lo dijo Alejandra Pizarnik, sólo tú haces de mi memoria una viajera fascinada, un fuego incesante
En uno de los tres casos, sin haber sabido encajar los golpes, por cierto; que supongo ahora puedo decirlo, que me he comportado como una idiota. ¿Volvería a hacerlo?, sin duda; ¿lo seguiría haciendo?, probablemente; ¿se me pasará y/u olvidará?, supongo... ¿Quiero que se me pase?, no; ¿tendría que hacerlo?, sí. ¿Debería irme a la cama y no estar aquí contando esto? También...
Que había prometido comportarme, mantenerme sobria, alejada del teléfono y en modo olvido on. Y he cumplido... al menos una parte, no del todo, que no puedo evitarlo, o no quiero, you know, quién sabe... y es que te echo de menos, aunque esto no tenga por qué saberlo nadie... ni siquiera tú.
P.D. Mirna Loy
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Etiquetas: Entre tinieblas
viernes, octubre 29, 2010
Come on (Let´s go tonight)
Feliz noche de viernes... nos vemos en los bares...
P.D. Palabrita del niño Bruce que hoy me comporto, no bebo y olvido...
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Etiquetas: It's only Rock'n Roll (but I like it)
Minuto 1:40
Supongo que es mucho pedir... aunque yo me conformo con mucho menos, me conformo contigo.
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Should I stay or should I go
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Etiquetas: Acuse de recibo
Learning how to live
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Etiquetas: Entre tinieblas
jueves, octubre 28, 2010
Si tú estás, me vale cualquiera...
Y en realidad esto no es más que una excusa para escuchar a Carlos Chaouen...
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Etiquetas: Geografía privada
Como Joni Mitchel, quiero que me dejes hablar y escupir mi amargura nacida del dolor y de las noches sin dormir
No me gusta, imagino que como a tantos, escuchar las conversaciones ajenas vía teléfono móvil. En el autobús, a punto de subirse al avión o al bajarse, en las estaciones de tren, o en plena calle, en la cola del supermercado, en la del cine e incluso a veces, dentro de la propia sala. Y tampoco me gusta, obvio, que se escuchen las mías. Por pudor, básicamente, y porque siempre me siento extraña con un teléfono en la mano. Aunque después sea capaz de mantener interminables conversaciones telefónicas si se da el caso, que se da, alguna vez, pocas.
Suelo caminar muy deprisa. Muy, muy deprisa cuando voy a solas, y bastante deprisa cuando lo hago acompañada. Casi parecería, y en muchos casos así es, que llego tarde a algún lado. Así que, aunque odie ir caminando y hablando en plena calle por el móvil, raramente mis conversaciones son captadas por oídos ajenos. Paso como una exhalación.
Hace un rato volvía de una interminable, y todo hay que decirlo, divertidísima, reunión, cuando suena el teléfono y aparece la voz de mi amiga Sal al otro lado con el clásico "¿puedes hablar?"... Pues sí, puedo, que voy camino a la oficina, y estoy en la calle, aunque intuyo que va a ser una llamada interminable, que ha vuelto a la fase ni contigo ni sin ti. Pero no, es bastante concisa, sorprendentemente... ha decidido dejarle, sí, pero no del todo. Que bueno, que se ha levantado con la convicción del ya no más, pero a lo largo que ha ido pasando la mañana la determinación se ha ido diluyendo. Y vuelta a empezar. Que digo yo que si somos amigas desde hace casi veinte años será por qué algo tendremos en común.
Y como es sí, pero no, y vuelta a empezar aunque ya no más, ha decidido recurrir a las clásicas listas de pros y contras, que a ella en estos y otros casos, siempre le funcionan. A un lado lo bueno, al otro, lo menos bueno; porque malo, lo que se dice malo, desde hace un par de horas que no encuentra nada... y de repente se queda sin nada más que contar o que querer contar, y esto, cuéntame tú algo, que tú también deberías hacer una lista a dos columnas... Y yo, esto, ¿por qué?, si a mí todo me va bien, si yo siempre bien, si las cosas están bien, tú sabes, siempre bien, todo bien...
Y no sé, pero de repente rompo a hablar y a contar... y no paro. Aunque sé que ella ha dejado de escuchar hace un rato, que yo siempre he sido muy cómoda de tratar porque nunca rompo diques ajenos, hasta que lo hago, en ese preciso instante, y empiezo a contarle una historia de la que nunca antes le había hablado, o muy poco y a grandes rasgos, pasando casi de puntillas, contando sin contar. Y de repente me veo parada en un semáforo, hablándole en voz alta al teléfono y con un tipo mirándome con una media sonrisa a mi lado escuchando lo que estoy contando... Hacía mucho tiempo que no cruzaba un semáforo en rojo.
P.D. Y creo que sí, que haré esa lista a dos columnas... y la colgaré aquí, obvio.
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Etiquetas: Corazón de Frankenstein
miércoles, octubre 27, 2010
De horas, días infernales, comportamientos improcedentes y es la falta de amor la que llena los bares
Hoy ha sido un día, laboralmente hablando, infernal. ¿Quién dice que los funcionarios no trabajamos por las tardes o que nunca nos exigen tareas que deberían estar para ayer con jefes que de vacaciones en la otra punta del mundo dejan instrucciones imprecisas e inexactas o que no nos grita el de presupuestaria porque si no tenemos las fichas de acreedores para las nueve de la mañana cuando en realidad ya son las cuatro tropecientos buenos ciudadanos que no tienen culpa de la ineficacia y el mal funcionamiento de la administración pública asturiana se quedarán sin cobrar la subvención que les pagarán no antes de tres meses por una reclamación impuesta hace casi dos años?
Reconozco que trabajar contrarreloj por primera vez después de tanto tiempo no ha estado mal del todo.
Y durante al menos unas horas me he olvidado de lo idiota que puedo llegar a ser...
"Por lo menos te he mandado cien mensajessuper cursis en plan sueño con tu boca.Por favor, no se lo cuentes a nadie,que esta noche es que estoy un poco idiota.
Quizás me he cargado más la última copa.El caso es que estaba fría mi camay te echaba de menos mi pijamay de abrazarte y de estrujarte me moría de ganas.
Soy igual que un niño castigado sin recreo,dibujando corazones cada vez que no te veo.Pero, no pasa nada, mañana se me quita.Olvida mis chorradas, demasiadas cervecitas.
Simplemente te he mandado cien mensajessuper cursis en plan sueño con tu boca.Por favor no se lo cuentes a nadieque esta noche yo es que estoy un poco idiota.
Esto debe ser como una gripe.En vez de fiebre lo que ocurre es que sonríemi cara si recuerdo los momentos en que te sientotan cerca y me entretengodibujando corazones como un niño sin recreo.Con lo golfo que yo he sido y lo tonto que hoy parezco.
No me tomes en serio, yo al menos no lo haría.Pero, cuelga tu primero, (¡Joder macho vaya día!!).
Y es que encima te he mandado cien mensajes,super cursis en plan sueño con tu boca.Por favor no se lo cuentes a nadieque esta noche yo es que estoy un poco idiota.(mal te veo, rafita, mal te veo)".
P.D. 1 Rafa Pons toca en el Clandestino el viernes (C/Cabo Noval). Y por cierto mañana en la sala Acapulco (Casino de Gijón), Arizona Baby + Los Coronas... Y si no, siempre nos quedarán los bares...
P.D.2 Louise Lasser
[Y sigue sonando Lucinda...]
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Etiquetas: Geografía privada
I want my soul to feel brand new
Supongo que aunque debe de ser una buena catarsis, al margen de cuestiones de espacio, virtual, y sin atender a la higiene mental; yo nunca lo he hecho, básicamente porque soy de efectos más inmediatos, sin criterio alguno saco la goma y fijo, limpio y doy esplendor sobre la marcha. Si no voy a contestar, para qué mantenerlo, y si voy a hacerlo, una vez hecho, para qué mantenerlo.
Bueno, venga, sí, que alguno o algunos conservo, y quién no, pero esto no se lo cuenten a nadie... pero no es norma, es excepción, que de cuando en cuando llega un puñado de frases dignas de ser recordadas, atesoradas durante un tiempo para ser releídas, o no, que a veces sólo cuenta que estén ahí. Aunque inevitablemente siempre, más temprano que tarde, llegue el momento en el que mantenerlos sea absurdo y no quede más remedio que la purga. Por mucho que
Por ejemplo tengo un email en mi bandeja de entrada fechado el 8 de julio de 2010. Es el más antiguo del puñado de ellos que conservo, que sí, que conservo unos cuantos pese a todo, y ahí se quedarán una buena temporada. No sé por qué no lo borro, si ni siquiera lo contesté. Una felicitación de cumpleaños, mi respuesta, la respuesta a mi respuesta... y ahí se quedó, testigo mudo de una comunicación truncada. No dice nada importante, ni digno de recuerdo, ni siquiera de alguien que lo sea. Pero supongo que de alguna forma el día que lo borre habré borrado una parte de mí, que si bien yo mutilé de mi vida, de momento, paradójicamente, quiero que siga ahí.
Con los SMS me ocurre algo parecido. En cuanto envío uno, lo borro ipsofactemente, como diría Fever; de forma compulsiva e irreflexiva. Y claro que hay excepciones, muchas, tal vez demasiadas; aunque a día de hoy, y ni siquiera tengo que coger el teléfono y mirar para comprobarlo, sólo conservo un
En el buzón de entrada ocurre lo mismo, recibo y borro, conteste o no conteste. Y sí, conservo alguno, pocos, pero ahí están, y lo que les queda, supongo. El día que los borre habré vuelto a la normalidad, el caso es que no sé quiero despertar... o no puedo.
P.D. Helen Mack y Chester Morris
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Etiquetas: Tiempo de habitaciones separadas
You should have a little faith in me
Esta noche toca el gran John Hiatt en Madrid, viernes en Barcelona y sábado en Donosti. Y yo no podré estar en ninguno de los tres, como mucho el viernes escucharé a Rafa Pons, que aunque tan sólo sea por ese 'un poco idiota' con el que tan identificada me siento últimamente, ya merecerá la pena.
Siento tremenda envidia de los que disfruten de él hoy en la Joy, y sin duda estaré en espíritu. Que John Hiatt, a lo largo de los años y sin hacer demasiado ruido aparente, ha ido colocando un más que estupendo buen puñado de canciones.
Tómenselo como tarea para el día de hoy, descubrir a John Hiatt. Nunca me lo agradecerán lo suficiente.
P.D. Lotte Lenya
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Etiquetas: High fidelity
Como cantaba el Lichis, te he apuntado en una barra de hielo mi dirección y mis mejores deseos...
Sigo sin pillarle el punto al Facebook, supongo consecuencia de mi más que evidente carencia de habilidades sociales; y excepto escribir alguna tontá de cuando en cuando y colgar canciones vía Spotify, poco uso le doy. Por cierto que no he colgado aún ninguna de la Jurado, aunque a estas alturas poca reputación e imagen me quede por mantener a buen recaudo. Y de ser sincera, está comenzando a asustarme un poco... El Facebook, digo, no mi reputación; que ésa ya no tiene remedio.
Hace un par de días en fase de aburrimiento agudo me puse a buscar, tratando de recordar sin demasiado éxito, a mis viejas compañeras del colegio. Llegué a encontrar a tres, y como es obvio no tenía nada que decirles. No más fructífero, pero sí más divertido fue tirar del hilo de los amigos de amigos y encontrarse con que en ese irreal mundo, enemigos irreconciliables en la calle, se envían saludos y felicitaciones virtuales. Yo sigo sin caerme del guindo y sin entender cierto tipo de ¿amistades?
Porque ésa es otra, y no, no hablo de tener más de mil amigos, que supongo todo es posible. Acaso no presume Sánchez Dragó de haberse acostado con más de mil mujeres, ¿o era Julio Iglesias? No, hablo de "mis amigos", como aquél que me envió una invitación, y vaya, tu quoque, Brutus, fili mi, con la de tiempo que hace que no nos vemos y la cantidad de veces que nos repetimos que tenemos que ponerle remedio, pues va y le acepto, a ver si vía Facebook nos ponemos de acuerdo en fecha y hora. Pero va a ser que no, que a las dos horas me dice que me borra, que apenas usa el Facebook (aunque su muro demuestre lo contrario) y que fue por error, no sé qué historia del correo electrónico. No es que me importe, pero me pregunto si eso significa que si nos cruzamos por la calle va a cambiar de acera y evitar saludarme, y eso sí me preocupa. Supongo, debería.
Después están los que me envían sus invitaciones con grandes alharacas, "qué alegría Dae, verte por aquí y bla bla bla", y luego ignoran tu existencia por completo y parecen contestar y hacer caso a todo el mundo excepto a ti. También me pregunto si es sinónimo de que la próxima vez que nos veamos van a retirarme el saludo.
En tercer lugar los que no dejaban de enviarme invitaciones cuando yo no estaba en Facebook, y que cordialmente reenvié cuando finalmente me uní, más por reciprocidad, cortesía y educación, que por otra cosa, todo hay que decirlo. Ahora, semanas después de que no las aceptaran, ya he logrado comprender que sin duda las suyas fueron, por tanto, "un error".
Mención aparte merece la gente que no conoces de nada, ni siquiera virtualmente, que al fin y al cabo ya es un tipo de conocimiento, que te abruma, literalmente, con invitaciones. Concluyo entendiendo que muchas de ellas, tal vez la mayoría, son "errores".
Y claro, esto me lleva a preguntarme si la escasa gente que tengo como "amigos", de veras les apetece serlo y estar ahí o han aceptado "como un error" mi invitación; o viceversa, y me enviaron la suya también equivocadamente. Porque ése sí que es el auténtico error. Así que de de darse ese caso, hagan el favor de borrarme, que yo aún no he aprendido a hacerlo, que a desfacedora de encuentros nadie me gane.
P.D. Laura Antonelli
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Etiquetas: Acuse de recibo
martes, octubre 26, 2010
Dice Quique que de haberlo sabido no hubiera sido la noche en tu espalda, ni hubiera habido corazón en la garganta...
Sí, de haberlo sabido, de haberte avisado... no hubiese dejado de ser lo que nunca tuve que dejar de ser y ahora ya no quiero ser...
P.D.Gracias Amber, por descubrírmela...
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Etiquetas: Tiempo de habitaciones separadas
Martes de octubre, día de feliz no cumpleaños en el que se admiten regalos y felicitaciones varias. Aunque sobre decir que tú serías el auténtico regalo
P.D. Dana Wynter
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Etiquetas: Geografía privada
I'm not just like a woman
Tú dirás, probablemente, que si una se comporta como una tonta aun no siéndolo; por inoportunidad, mal entendido orgullo o casualidad, no se merece otra que ser tratada como tal. Aunque siempre se espere del interlocutor mayor agudeza y no necesariamente visual.
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Etiquetas: Acuse de recibo
lunes, octubre 25, 2010
domingo, octubre 24, 2010
Mi corazón es tan absurdo como una llamada perdida
Acá escuchando a Willie Nile y deseándoles un buen domingo a todos sin excepciones,
aunque a algunos más que a otros, tendrán que disculparme, pero si son guapos y llevan camisas de cuadros...]
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Etiquetas: Geografía privada
sábado, octubre 23, 2010
Hago chas y aparezco a tu lado (II)
No pretendía eso ayer. De hecho me planteé la posibilidad de no habilitar los comentarios para esa entrada en concreto, pero eso sería la segunda vez y no creo que las excepciones deban tomarse tan a la ligera. No quería recolectar un puñado de halagos, sin duda inmerecidos y agradecidos. Ni que nadie me dijera que no me fuera. Gracias en todo caso, y gracias a quién tendió su caña de pescar por si acaso "desaparecía". Pero no, en este caso el victimismo pretendía quedarse a un lado. Sólo era una reflexión en voz alta.
Nunca pretendí que esto se convirtiera en un medio para conocer gente, porque entre otras cosas partía de que el anonimato era irrenunciable, y vayan ustedes a saber dónde se habrá quedado. Pero a veces es inevitable acabar dando ese paso. Bueno, inevitable tampoco, que si algo se quiere evitar, se evita; pero supongo que es casi consecuencia natural que al ir tendiendo puentes algunos se vayan cruzando, las más de las veces por un cúmulo de casualidades que por premeditación o alevosía.
La gente que me conoce realmente y lee esto, supongo que lo hace desde la distancia y el pudor. No es lo mismo ser sólo un personaje que se intuye o adivina, que una persona de carne y hueso, que es mucho más que un puñado de vocales, consonantes y signos de puntuación. No es lo mismo quedar un día para compartir un café porque se comparte ciudad, intereses o circunstancias. C
Y sobre eso último es sobre lo que yo reflexionaba ayer, aunque después, como tantas veces que quiero hablar de una cosa, acabara hablando de otra. La extraña sensación de no saber lo que ustedes se imaginan que soy, en el caso de que se les pase por la imaginación tal cosa.
Bromeaba con alguien hace unos días y decía que esto del blog no era un buen invento para ligar. Y no, no es que yo lo tuviera como la finalidad de escribir aquí. Nada más lejos de mi intención, que de tenerla, como es obvio, trataría de "venderme" enseñando mi mejor lado, que aunque chiquito, está ahí. Esta persona me repetía que era tan simple como que yo podía llegar a "asustar", un poco o un mucho; que era, digamos, "intensa" en algunos aspectos, tal vez demasiado. Y supongo que puede ser cierto, no sé, tampoco es ésa mi intención; ni ligar, ni parecer "intensa", ni mucho menos asustar. Pero especialmente, de lo que más lejos querría estar es de la posibilidad de decepcionar. De no ser lo que alguien espera o se imagina. De que el paso de ficción a realidad, aunque no haya nada de lo primero aquí, sea un rotundo fracaso.
que se repite hasta tender a infinito]
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Etiquetas: Acuse de recibo
Hago chas y aparezco a tu lado
A veces me pregunto, si un buen día me diera por desaparecer y dejar de escribir aquí; que supongo que llegará, no sé si más temprano que tarde o a la inversa; si alguien iba a echarme de menos. No sé, yo si sé que echaría de menos mi más que diaria cita con algunos blogs. Incluso en algunos casos me he planteado seriamente la opción de "desengancharme" de ellos, aunque al fin y al cabo la lectura sigue siendo inofensiva, y la atracción virtual hacia las letras ajenas siga siendo precisamente eso, virtual (desgraciadamente, en algunos casos, al menos).
Si alguien, no sé, se preguntaría qué ha sido de mí o dónde me he metido. Y sí, lo sé, suena a tremenda pretensión por mi parte. Probablemente la respuesta sea evidente...
No suelo mirar nunca las estadísticas del Google Analytics, en parte porque no sé, en parte porque tampoco me interesa saber que un lector se ha conectado desde Cuenca a las 16:13 y lo ha vuelto a hacer a las 20:19, siendo el tercer día que lo hace; y para conocer las palabras de búsqueda que llegan a este blog, como imagino que a casi todos, no hace falta ser especialmente perspicaz. Al margen de que casi me siento invadiendo vuestra privacidad. Porque por un lado estoy yo, que escribo y que muestro voluntariamente, pero por otro estáis vosotros, que tenéis todo el derecho a ser anónimos, pasar sin hacer ruido, de puntillas y con el spray de la invisibilidad a punto.
Pese a todo a veces me puede la curiosidad cuando de repente veo que hay 11 persona a la vez supuestamente visitando/leyendo/echando un vistazo a esta página; y claro, no puedo evitar preguntarme quién y por qué.
Hablando ayer con un devoto lector y contándome éste los motivos por los que lo hacía, no pude evitar acordarme del resto... Y no, no pretendo pasar lista y que se levante la mano, que eso ya lo hice una vez. Pero no sé, sigue sorprendiéndome porque probablemente yo no me leería a mí misma y a veces siento que me gustaría establecer una comunicación con el otro lado y que esto no fuera un diálogo unideraccional. Aunque probablemente, sin duda, para eso están los comentarios, y también, por cierto, mi dirección de correo electrónico en la esquina superior izquierda (que nadie usa, todo hay que decirlo). Tal vez mejor así, supongo, que ya lo dije anteriormente, lo que mejor se me da es ser una extraña.
Aunque siga preguntándome por qué lo haces, si es que lo haces.
Y en realidad esta última pregunta va dirigida a dos personas... sólo que ellas no lo saben.
P.D. Terry Moore
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Etiquetas: Acuse de recibo
viernes, octubre 22, 2010
If Wishes were horses, I'd have a ranch
No sé en que momento comenzaron a gustarme los chicos guapos y las camisas de cuadros...
Publicado por Daeddalus 8 perdidos en el laberinto
Etiquetas: Geografía privada
Dice Leonard Cohen que si lo que quieres es un amante, él hará todo lo que le pidas; pero si lo que quieres es otro tipo de amor, se colocará detrás de una máscara
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Etiquetas: Corazón de Frankenstein
Dust in the wind
Cerrabas los ojos y entonabas siempre la misma canción y en tus labios sonaba distinta. Ohne Sahne, latte macchiato para tí. Olvidando las llaves en los rincones de las urgencias. Los posavasos centinelas de nuestras cervezas mientras trataba de enseñarte las reglas del mus. La cama como una cuna con el colchón marcando nuestras cadencias. La humedad hasta los huesos corriendo de madrugada por las heladas calles. Las tazas robadas de Glühwine reservadas para el mate. El blanco suelo de tarima cojeando con peligro inminente de vencerse el viejo armario heredado. Pan negro y mantequilla aliñados con ron y maría. Estaciones de tren siempre mirando al este. La verde Irlanda que tanto me recuerda a casa. Boinas de Bordeaux y geranios. El verano que no llega y cuando lo hace siempre se queda corto. Codillo en el Elbsee bañándonos desnudos en el lago helado. Venecia en la distancia y poemas para leer en tranvía...
Cuesta creer que en algún momento fuimos felices ahora que hemos dejado de serlo y lo somos por separado.
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Etiquetas: Anatomía de la señaldá
Perfecta imperfección
Cuando esta mañana salí de casa, ni siquiera hace un cuarto de hora, no se habían puesto aún las calles. A las siete menos cinco estaba ante la puerta y dos minutos más tarde encendiendo las luces y disfrutando de la poco más de media hora de tranquilidad antes de que empiecen a llegar los más madrugadores a la oficina. Llevaba despierta desde entrada la madrugada, creo que no he llegado tan pronto a trabajar nunca antes.
Sobre mi mesa sólo tengo dos tareas pendientes para una mañana que se ha de alargar hasta casi las tres, aunque con eso de ser viernes igual le robo un cuarto o media hora. Tengo que dosificar por tanto el trabajo. Y aunque no tenía demasiada intención de escribir, entre otras cosas porque no tengo nada que contar o en todo caso contaría lo de siempre, aquí estoy. Supongo que necesito mantener las manos ocupadas o me quedaré dormida sobre el teclado.
Se presenta un fin de semana extraño, lleno de planes, citas y personas a las que ver. Y si ahora alguien me preguntara qué es lo que querría hacer yo sólo diría que quedarme encerrada en casa y dormir y olvidar y ver capítulos de "True blood". Siempre me quejo de no tener planes, y paradojas de mi inexistencia, cuando los tengo, de todas las formas y colores e incluso caras B y alternativos, no me apetece ninguno. En realidad miento, sí querría otras opciones, que obviamente no son posibles, pero en fin.
Últimamente han entrado varias personas en mi vida, entre otras cosas porque yo les abrí la puerta, y no es que me arrepienta de haberlo hecho, que ampliar horizontes humanos siempre es bienvenido, pero siento que me importan cada vez menos, y eso no me gusta. Y no porque no siempre haya sido así, o al menos un poco, o al menos no tanto como ahora. No sé, hay alguien que lleva llamándome toda la semana y con el que he quedado esta tarde, sólo que él no sabe y tendré que decírselo cuanto antes, que no voy a aparecer. Bueno, en realidad no tengo nada decidido, pero si empiezo a dudar me conozco lo suficiente como para saber de qué lado va a caer la pelota. Y es una persona estupenda, como decía Sal cuando lo conocimos hace una semana, el que sería un perfecto padre para tus hijos... pero no, aunque siempre que llame le responda y hablemos y nos contemos, porque supongo que la buena educación mal entendida me puede y prefiero descolgar y meterme en una conversación que no me importa mientras mi mente vuela que dejar sonar el teléfono o inventarme excusas. Últimamente lo hago demasiado, y también me preocupa, porque yo siempre era de mantenerme a buen recaudo para evitar retiradas a destiempo, que lo último que deseo es herir a nadie. Aunque lo esté haciendo, con él, con el otro, con el de más allá. Y lo que es peor, no me importa. No me importa haberme equivocado más en estas últimas semanas que en los últimos cinco años. Gestos y palabras de más. Y en realidad miento si dijo que no, que no me preocupa, porque no es así en todos los casos, pero casi, que no es lo mismo, lo sé, pero poco puedo hacer por arreglar lo que sí querría arreglar. Porque sí me duele sentir que en un determinado momento o en varios momentos no era ésa mi intención. Y es extraño sentir que te golpeas una y otra vez contra la misma pared, cuando lo único que quieres es atravesar una puerta, que esta vez sí, ha sido otro el que te la ha cerrado ante tus narices.
Porque no puedo permitírmelo, pero lo único que desearía es irme unos cuantos días fuera, tampoco demasiado lejos, no necesito destinos exóticos ni lejanos. Sintra o Huelva, y ser por un tiempo, tal vez no más de una semana, una completa desconocida, que eso se me da bien. Soy estupenda como desconocida, extraña y lejana, ni se imaginan... el problema viene, obvio, cuando dejo de serlo.
P.D. Terry Moore
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Etiquetas: Geografía privada
jueves, octubre 21, 2010
Dice Lou Reed que en el fondo se trata de actuar como un hombre, manejar las cosas de la mejor manera posible
R. y yo nos conocimos en nuestro primer año universitario. Ambas recién llegadas y con los 18 recién cumplidos. No compartíamos estudios, ni siquiera cafetería ni partidas de mus (yo nunca llegué a aprender); pero sí residencia, éramos vecinas de habitación. Noches de estudio, exhibicionista a domicilio, cafetera (nunca llegué a acostumbrarme al café), regalices, magdalenas de chocolate y discos de Los Rodríguez.
Nunca tuvimos demasiado en común, supongo. E imagino que igualmente, tantos años después, seguimos siendo frontalmente diferentes y puede que sigan siendo más las cosas que nos separan que las que nos unen. Nos vemos poco, cada vez menos, que parece ser es maldición común al paso del tiempo. Ya se sabe que la vida te lleva por caminos diferentes aunque vivamos en la misma ciudad, probablemente a no más de quince minutos andando la una de la otra. Pero como estamos en tiempos de las nuevas tecnologías y en la era de la comunicación, hablamos y/o nos escribimos con relativa frecuencia, aunque nunca nos contemos nada. Ella porque parecer no tener nada que decir y yo porque siempre digo lo mismo, 'todo bien', sin entrar en detalles que a nadie le importan. A veces me pregunto qué pensaría la gente que me "conoce" de mi vida real, en algunos casos desde hace tantos años como ella, si leyese esto, lo que aquí escribo.
R. tenía un novio en el pueblo, desde los 15, un compañero de instituto que ni siquiera le gustaba especialmente; pero era lo que tocaba. Algo que yo nunca entendí, lo que tocaba. Su mejor amiga allí era la novia del mejor amigo de él, y saliendo en cuarteto se dejó llevar, supongo. A lo largo de ese primer año se veían de fin de semana en fin de semana, que no todos; los puentes, las vacaciones de Navidad, algún día suelto. Algo que resultó serle útil a él para compaginarla con otra, desconociendo ambas la existencia mutua. Y evidentemente al llegar las vacaciones de verano y hacerse semipermanente la presencia de R., él no tuvo otra que enfrentar la realidad y elegir. Lo de elegir es un suponer, porque podría no haberlo hecho, y no me refiero a quedarse con las dos, sino con ninguna; aunque eso en realidad también es una elección. Se quedó con la otra, supongo que porque era con la que más tiempo pasaba.
No puedo decir que aquella primera ruptura le hiciera especialmente daño. De hecho se divertía contando la anécdota del novio que durante tan largo tiempo le puso los cuernos. Se sentía protagonista de una historia que algunas en cierta forma envidiaban, no por la infidelidad, sino por haber tenido un novio tan apuesto por el que tenía que competir con otra, quién sabe si incluso con otras. No creo que le marcara la anécdota, ni que ésta fuera a condicionar sus futuras relaciones o su percerpción de los hombres. Aunque ella muchas veces así lo fingía. Era una buena excusa para justificar determinadas actitudes, el desengaño del primer amor.
Después llegarían otros, no muchos, que era mujer de ideas muy claras y el 99,99% de los hombres no merecían la pena. Y ya se sabe que no hay peor falta de criterio que el criterio absoluto. Precisamente el que fue el gran amor de su vida, aunque ella lo negará y dirá que es el actual, se lo presenté yo haciendo de involuntaria celestina, y en tanto era uno de los que podía entrar en el 99,99%, que me temo que la falta de criterio de mi criterio era aún mayor. Lo único que le salvaba, para mí, era que le gustaban los Ilegales. De hecho nos conocimos en un concierto de Joge Martínez y sus chicos y acabamos en el Diario Roma con el propio y el tipo con el que por aquel entonces, aún sabiendo que entraba en ese elevado porcentaje, yo perdía el tiempo. Supongo que más tarde aparecería ella, que andaría por cualquier otro lugar con compañías más ilustres bailando salsa o algo similar, que llegarían los dos besos de rigor y el intercambio de información básica y de teléfonos. No sé cómo lo conseguía, pero ésa era su especialidad, conseguir que todos los hombres en metros a la redonda le diesen su teléfono. Y no, no era especialmente llamativa, ni guapa, ni siquiera simpática; pero su insistencia no tenía límites y su capacidad para la convicción, tampoco.
Pasarían cuatro años desde ese día hasta que pusieron fin, o él puso fin, para ser más exactos, a una relación intermitente. Pasaría un año más hasta que ella dejase de tratar de saber de él, eso sí, siempre desde la distancia y la discreción, y puede que otro año más hasta que dejó de hablar y/o pensar, al menos en apariencia, en y de él. Y no, yo juraría que aquello no era amor. Desde luego no lo que sentía él por ella, y lo que ella sentía por él más bien rayaba la obsesión. No, que el que no haya perdido los papeles alguna vez en su no-relación con otra persona, que no tire la primera piedra, que acabaremos todos lapidados.
Si de ella hubiese dependido, le hubiese pedido en matrimonio; y es más que probable que él se hubiese dejado arrastrar hacia el altar. Porque aunque estaba enamorado de otra, eso a R. no le preocupaba. Cuando esa otra se casó con otro y él se vistió de luto ese día, hasta le arregló el nudo de la corbata. Sabía que ella jamás le correspondería, que él jamás renunciaría a ese amor imposible y platónico por otro más terrenal; así que jamás la abandonaría. Flaco consuelo, saber que alguien está a tu lado por no poder estar al lado de la persona a la que en realidad quiere. Saber que su fidelidad no depende de ti, sino de ésa otra a quinientos kilómetros casándose vestida de blanco en una ermita junto al mar. Pero ella, incomprensiblemente, parecía conformarse... y él, por momentos, también. Claro que de repente le entraban las dudas y debía de pensar que entre la soledad y su objeto de deseo, prefería la soledad, así que desaparecía por momentos; aunque ya he comentado que la insistencia y la capacidad de convicción de R. no tenían límites, como si se hubiese pasado media vida pidiendo los teléfonos ajenos a modo de ensayo y preparación para esos cuatro años de ni contigo ni sin ti.
A su alrededor todos callábamos, al principio; conceder el beneficio de la duda es privilegio al que deberíamos siempre tener derecho. Y al fin y al cabo suele estar de más decirle a una persona adulta cosas del tipo, 'pero si él no te quiere', 'pero si él está contigo por no estar solo', 'pero si él simplemente se deja querer', 'pero si él demuestra menos afecto que un cactus, que al menos estos últimos pinchan, hacen daño y sangre'. 'pero si él...' Ella ya conocía todos los peros, los asumía, los aceptaba y se enfrentaba a ellos. Que es cuestión de tiempo, siempre decía. Y probablemente fuera cierto, que ambos lo creyeran, que en algún momento uno de ellos saliera del letargo y reaccionara. Que fuera él, lógicamente, aunque tardara cuatro años y algunos meses de menos.
Poco sé de su vida a partir de entonces. Que conoció a otra novia, con la que según R. no era feliz. Que aunque ya no se vieran, él se lo contaba. O él le hablaba y ella llegaba a semejante conclusión. No sé si llegó a considerar en algún momento que a su lado llegara a serlo. Por su parte ella quedó completamente desolada durante no menos de un año y seis meses, y ya no es que el 99,99% de los hombres no mereciera la pena, es que ninguno podía compararse con él. Llegaron otros, de ida y vuelta, más como consolación que como convicción, y acabaría por llegar el actual, con el que recientemente ha cumplido su primer aniversario.
A R., como a tanta gente, le gusta decir a los demás lo que tiene que hacer. Y cuando digo demás, hablo de mí. Aunque sea a distancia y sus consejos no se salgan de que soy una frívola exigente sin los pies en la tierra narcisista paranoide adicta al victimismo. Con otras palabras, claro; pero que en esencia viene a ser lo mismo. Y oigan, que excepto en lo de paranoide hasta puedo estar de acuerdo, pero no sé, que en mi pueblo dicen "le dijo la sartén al cazo". Se me hace raro escuchar consejos desde la altivez y la soberbia mezclados con la displicencia, de alguien tan sólo un poco más arriba en la escala de las atrofiadas emocionales.
P.D. Priscilla Lane
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Etiquetas: Anatomía de la señaldá
miércoles, octubre 20, 2010
Blues para un hombre desafinado
P.D. Susan Saint James
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Etiquetas: Geografía privada
Cuenta atrás
Si hay una canción, aunque hay muchas, es ésta... creo que el día que consiga escucharla sin llegar a emocionarme cuando llega el final, es que habré muerto... Qué grande, pero qué grande...
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Etiquetas: It's only Rock'n Roll (but I like it)
Starting from zero got nothing to lose
Como para mí, a diferencia de otros exquisitos, lo vintage no es sinónimo de más y mejor; y además el "Working on a dream" fue... bueno, qué más da... fue, que ahora todo es pasado.
P.D. Luciana Paluzzi
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Etiquetas: It's only Rock'n Roll (but I like it)
martes, octubre 19, 2010
Aunque he caminado entre las sombras sigo buscando la luz
Tendría que haberme quedado hasta las cinco, pero a las tres me puse la gabardina y me fui. Mañana, tal vez pasado, tocará recuperar el tiempo perdido. Es impresionante lo poco que importa, todo o nada...
Tendría que haber pasado por casa, cambiarme de zapatos y dejar mi maxi-bolso cargado de cachivaches inservibles, un libro y dos carpetas de apuntes. Pero también llevo el Ipod y ha salido el sol y no tengo hambre, así que paso de largo por delante del portal de mi casa y me encamino hacia el Parque de Invierno. Suena Silvio, aunque no acabe de entender por qué tengo a Silvio en mi Ipod, o tal vez se me ha olvidado, que yo no soy nada, o muy poco, de Silvio. Pero suena "La gota de rocío" y se queda y yo tarareo y recuerdo cuando la cantábamos al filo de la madrugada en Nordfriedhof. Y sonrío, aunque no tenga motivos para hacerlo, pero es lo que tienen los buenos recuerdos, y supongo que yo últimamente me alimento de ellos, de los buenos, de los no tan lejanos; de las sonrisas y las palabras ajenas que llegaron porque sí, sin buscarlas, sin premeditación o alevosía.
Y pienso que el hombre que más me quiso y al que yo nunca supe querer, me ha borrado de su vida; y el que fuera mi mejor amigo me ha borrado de su Facebook. Que el único hombre en muchos meses dispuesto a ocupar el lado izquierdo de mi cama aunque yo nunca le invitara apareció en tan mal momento de su vida que ha decidido borrar mi número de móvil para no sentirse tentado a llamarme a deshoras. Que mi mejor amiga me dice que ese tipo que conocimos el fin de semana pasado y que desde entonces no ha dejado de llamarme sería el perfecto padre de mis hijos; y aunque no dude de su bondad, honestidad, sinceridad y otro buen montón de palabras que acaban en -ad, ya he dejado de cogerle el teléfono; sería fácil, y perfecto, y hermoso, saber corresponder al que sin duda sería el tipo adecuado. Que puede que no pueda ascender hasta dentro de dos o tres años y que los traslados vuelven a retrasarse por enésima vez y por tanto sigo condenada siete horas al día y una tarde a la semana, al vacío más absoluto. Que ayer fue el cumpleaños de alguien, al que llamé no menos de cinco veces sin dejar mensaje en el contestador que siempre saltaba, quería felicitar en persona y no lo conseguí; no menos de cinco hermosas llamadas internacionales con su correspondiente coste para mi maltrecha cuenta telefónica. Que hoy tres personas distintas me dijeron que estaba muy guapa, como si eso fuese un mérito y no se debiese a que trataban de ser amables y yo me hubiese peinado y abusado del iluminador. Que en lo que va de semana otras tantas me han dicho que parezco muchísimo más joven de lo que realmente soy, y no, no se referían a mi ingenuidad galopante y a mi inmadurez siempre en tránsito. Que hoy al hijo de una compañera de trabajo de cuatro años, le han diagnosticado determinada patología y que a ella lo que más le preocupa es que vaya a carecer de habilidades sociales y empatía. Y la entiendo y lo comparto, porque a mí todo lo anterior me importa menos que nada, no me preocupa, no le dedico ni una décima de segundo. Hace tiempo que dejé de sentir, que dejé de tener la capacidad ni tan siquiera de ponerme triste... hace tiempo que miro hacia otro lado y ni tan siquiera encuentro el vacío.
[Suena Tracy Chapman]
Publicado por Daeddalus 6 perdidos en el laberinto
Etiquetas: Corazón de Frankenstein