martes, mayo 13, 2008

Certidumbres


No tiendo yo a ser muy redicha, aunque haya quien así lo considere, pero si es cierto que si bien huyo de las expresiones y frases hechas, aunque haberlas, haylas, cuando quiero calificar a alguien de malvado y controlo mi genio y verborrea, en pocas ocasiones sucede eso, en lugar de tildar de digamos, cabr* a alguien (e ignoro por qué en este preciso instante el insulto me sale en masculino) suelo decir que es más malo que los antagonistas, es decir los malos, de las novelas de Ken Follet. Como si yo fuera toda una experta en la materia y mi tesis doctoral se basara en la maldad intrínseca de los personajes de las novelas del susodicho, donde los malos que son malísimos suelen ser guapos y ambiciosos, combinación perfecta que les permite triunfar durante 950 páginas de las 1.000 que suelen conformar la novela y durante las cuales les hacen la vida imposible a los buenos que apenas levantan cabeza de nuevo vuelven a besar el suelo. Para que triunfe el bien antes ha debido triunfar el mal un buen número de veces, aunque no me queda del todo claro que las líneas que separan ambos conceptos estén tan bien definidas.

Confesaré que siempre me sentía un poco impostora cuando le soltaba a algún incauto (o incauta) tan terrible sentencia cual maldición, que puede sonar un poco ridícula pero con el tono de voz adecuado y la gesticulación contenida hasta llega a dar un poco de respeto. Y hablo de impostura porque yo sólo había leído una novela de Ken Follet en mi vida (mis esfuerzos me costaron terminarla, pero esa es otra historia), evidentemente, "Los pilares de la tierra" y no me consideraba yo con la legitimidad absoluta de ir soltando a diestro y siniestro la frase de marras así en plural "las novelas de Ken Follet", como si mi biblioteca estuviera forrada con sus tomos y memorias.

Con la publicación de eso que llaman segunda parte de "Los pilares..." pensé que tenía una buena oportunidad de redimirme y comenzar a hablar con propiedad, tomando la firme y sabia decisión de meterme en faena y ventilarme las más de mil páginas. Eso sí, de gorra, no pensaba pagar ni un céntimo pues no dudaba que alguien de mi entorno seguro se la compraba. Mi intución no falló y enseguida una amiga me lo ofreció. Tendría que ser a una semana vista, cuando lo terminara, pero antes me ofrecía otro del mismo autor que era el que más le gustaba de todos cuantos había leído, incluso más que "Los pilares...", y eso que consideraba a esa novela soberbia. Obviamente ella si es una experta en Mr. Follet. Como no quería que me mirasen peor de lo que miran ya acepté el título que me tendía y me uní al coro de voces que alababan la sin par literatura del amigo Ken. A favor de aquel libro diré que no llegaba a las 500 páginas y que la mala de la novela era una mujer, considerando esto toda una innovación, en contra, todo lo demás, incluido "Un mundo sin fin", que fiel a mi autopromesa me leí enterito. Lo bueno que tienen los aeropuertos y ciertos viajes en tren es que brindan horas muertas.

Resumiendo, que para malvados y malvadas voy a quedarme con el personaje de Vanessa Williamsen Ugly Betty, culebrón cuando menos más digno que cualquiera de esas mal llamadas novelas, al menos ella tiene estilo y suena mucho mejor eso de "eres más mala que Wilhelmina", aunque a posteriori haya que explicar quién es la tal Wilhelmina.

P.D. Para resarcirme, literariamente hablando, comencé a leer "El juego del ángel" de Carlos Ruiz Zafón, ya saben, "La sombra del viento" y seguro que también saben que segundas partes nunca fueron buenas así que retorno (retomo) a Xuan Bello y su "Hestoria universal de Paniceiros" que nunca me defrauda en días de lluvia tras el cristal.

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