viernes, abril 29, 2011

Onanismo visual

Que la presunta boda real (heredero del heredero con la trepa de turno) iba a decepcionarme, ya lo intuía. A falta de lo que nos depare la mañana del gran día y se despeje la habitual incógnita del vestido nupcial, en todo caso confío en Catalina (cómo me gusta por cierto el nombre de Catalina, si es que yo soy mucho de la C: Catalina, Carlota, Celia, Clara y hasta Cordelia, que para eso era la hija preferida del Rey Lear, ya que nos metemos en el Gotha) y veamos como se defiende la inefable prinZesa con tocado o sombrero.

Porque lo de anoche, presunta cena de gala que se quedó en una especie de recepción de trámite a las escasas testas coronadas invitadas, se quedó en nada. Una boda muy rara, oigan. Recepción prenupcial donde no están los novios. Comida post.nupcial que no es tal, de pie y a 15 canapés por cabeza. Cena nupcial donde los invitados no están invitados. Y para colmo anoche no hubo fotos de mi adorada Máxima. Aunque eso sí, la habitual babosa, arrastrada y cortesana prensa española destacó por activa y por pasiva la elegancia, saber estar y prestancia de la Lacas, envuelta en una manta zamorana y con diferencia la peor vestida de la noche, aunque Beatrice of York lo pusiera complicado; y como no, de FicttiZia, una vez más vestida por Varela, aunque a mí más bien me parecía de Modas Jennifer. Mal cortado, mal cosido y demasiado emperifollado. Más propio de una Penélope Cruz en la alfombra roja de los Oscars, que de una presunta prinZesa. Alguien debería decirle a esa mujer y urgentemente, que un palabra de honor/escote corazón sin cubrir los hombros no sólo no es apropiado (no es una estrella de cine, es la Princesa de Asturias) sino que es completamente inadecuado para un cuerpo como el suyo, bordeando la apariencia anoréxica. Por una vez, todo hay que decirlo, estaba bien peinada y maquillada. Aunque tras tanto estiramiento, botox y cirugía no la reconoce ni la madre que la parió.



En resumen, muy decepcionate el desfilo de smokings y trajes de gala. Las más esperadas por moi o bien no aparecieron (Máxima de Holanda) o bien decepcionaron, Cahslene de Mónaco y Tatiana, a la que los medios british ya llaman princesa de Grecia y Dinamarca, pa'habernos matao. Ni siquiera la parte inglesa contratante nos deleitó como suelen hacerlo los ingleses cuando se quieren poner elegantes y rozan el mayor de los ridículos, así que ni para unas risas. En todo caso galería de despropósitos y aciertos:



La Reina, una vez más de Margarita Nuez, con un vestido inenarrable. Y que digo yo, podría haber aprendido de la prima Lilibeth, más que correcta para lo que es habitual en ella, o de Sonia de Noruega. Así se debe vestir una reina:





El rojo, sin duda, fue el color de la noche. Y otra que sorprendió, para bien, a pesar de sus hechuras y de su afición, esta vez aparcada, por los escotes excesivos, fue la amatronada Maria Teresa de Luxemburgo:


Margarita de Dinamarca en su línea, aunque más discreta de lo habitual. Por una vez y sin que sirva de precedente, no parecía una de las alegres comadres de Windsor. Henrik, por cierto, desaparecido en combate, con lo que a él le gustan esos saraos.

Camilla, la única que rompió el protocolo al lucir un vestido corto, porque ella lo vale. Y vaya si lo vale:


La duquesa de Kent y Sophie de Wessex más que correctas, aunque se queden en eso:



Beatrice de York, con un vestido que se diría elegido por su madre (la inefable Sarah Ferguson, que por cierto no está invitada) y se diría hecho a retales con papel de aluminio y los restos de tul del velo de la novia, contrastando con la discreción de su hermana Eugenia:



Entre las decepciones más absolutas, las griegas, Marie Chantal y Tatiana, demasiado aficionada al azul marino y a Armani. Es bellísima y tiene un porte impresionante, pero ayer no resultó suficiente.



Entre los aciertos, el pan sin sal de Matilde de Bélgica, pese a que el vestido parecía un poco corto:


Y muy especialmente Victoria de Suecia de Escada, del brazo de Mr. Ripley y maravillisosísima. Quiero ese vestido (también quiero los zapatos con los que FictiZia llegó ayer a Londres):


Y a falta de Máxima se esperaba la aparición de Cashlene de Monaco... y como una imagen vale más que mil palabras y muerta me he quedado ante tal indescriptible atuendo, ¿qué c* se ha puesto esta mujer?

miércoles, abril 27, 2011

Tal vez entonces no... pero ahora si tenga un pedacito de alma



Supongo que es lo que tiene haber visto demasiadas películas, que acabas creyendo en los happy endings, en los reencuentros imposibles en lo alto del Empire State o justo en la mitad del puente de Brooklyn. En los encuentros casuales en los que nada hay que decirse porque las miradas lo dicen todo y en los yopasabaporaquí y qué casualidad que tú hicieras lo mismo.

Siempre imaginé, por tanto, cuando aún imaginaba, que si algún día nos encontrábamos, sonarían violines y habría ramos de peonías y disculpas, y cuánto te he echado de menos y no ha habido una sola noche en la que no me acordara de ti, en la que no maldijera la cobardía de no buscarte, de no llamarte, de no reclamarte... Bueno, en realidad tiempo después de aquel portazo hubo un reencuentro casual y no premeditado, pero como mi memoria es selectiva y a la carta, ese reencuentro no cuenta, porque en lugar de disculpas, buenas palabras y arrepentimientos varios, sólo hubo reproches; unidireccionales, todo hay que decirlo. Y fíjense ustedes lo poco o nada que pudo gustarme a mí que meses después viniera un romano a reprocharme lo dura que fui con él, lo desconsiderada al abandonarlo a su suerte. Pues vaya que sí, si lo único que hice fue adelantarme a los acontecimientos y antes de que él me dijera adiós, le dije yo no te digo hasta luego porque no pienso volver a verte nunca.

Así que en un ejercicio portentoso de desmemoria olvidé aquel encuentro en el Escocia y olvidé los SMS reiterados y repetitivos en el transcurso de los meses con ese tenemos que vernos cuando te pases por aquí, que no sé nada de tu vida. Y que yo en un alarde de dignidad probablemente mal entendida borraba de inmediato, no fuera a convertirme en estatua de sal. Y pasaron los meses, y hasta los años, tal vez más de tres, y de cuando en cuando me acordaba de él cuando me encontraba con algún chico guapo que me lo recordaba, e iba olvidando poco a poco, día a día, e imaginando que un día cualquiera volveríamos a vernos y que sería como la primera, donde ninguno de los dos tuvo duda alguna de como acabaría aquella noche y las siguientes, mientras nos preguntábamos de qué color eran las madrugadas.

No, en mis planes no entraba una tarde-noche de domingo bajo la lluvia en un campo de tercera división, ni que yo hubiera ejercido tanto la desmemoria que necesitara no menos de un cuarto de hora en entender que aquel chico tan aparente rodeado de cables y paraguas, tres años después, era el mismo. Aquél que tuvo en suerte ser el Holandés Errante, naufragando en las orillas ajenas, justo ahora cuando el barco ya ha zarpado del puerto.


P.D. Irene Dunne

Es pura tontería que vivo entristecida, decía Ana Ajmátova...


En ocasiones, y supongo que nos pasa a muchos (a todos), qué vergüenza al releer lo aquí escrito.
En otras ni siquiera me reconozco, ni siquiera recuerdo... mejor así, ¿no?



P.D. Shirley McLaine

martes, abril 26, 2011

Por todas las noches que me quedan sin ti y por todas las madrugadas en las que pensaste en mí al escuchar esta canción




Así que se la dedico a otro... que en este caso si sé que canción elegir.

Suspicious mind



A veces, en realidad muchas veces, de ser sincera casi siempre o siempre, me pregunto qué haces aquí. Una vez dijiste que te divertía. Supongo que a mí me hubiera gustado más otra respuesta. No sé, que de cuando en cuando te acordabas de mí y te hubiera gustado que aquello hubiese resultado diferente; y en realidad ni siquiera sé por qué, siendo yo parte contratante; más allá de una vanidad mal entendida, la misma que ahora me persigue sabiendo que tanto tiempo después sigues aquí. Imagino que te sigues divirtiendo y que al leer esto ni siquiera te darás cuenta que me estoy dirigiendo a ti.

Iba a dedicarte una canción de los Burning... pero ni siquiera sé cuál te gustaría. De gustarte alguna, digo.

Goodnight old world



Aunque mi capacidad para evadir el aburrimiento siempre haya sido asombrosa, me aburría. Allí estaba, sentada bajo la lluvia en una tarde-noche de domingo, alargando ese fin de semana más largo de lo habitual que algunos llamaron vacaciones de Semana Santa, y pensando que realmente no debería haber estado allí. Que tendría que haber regresado a casa, tenía ganas de Joseph Cotten, tal vez "La sombra de una duda", con Charlie y su tío Charlie. Deshacer la maleta y acomodar los recuerdos de esos días pasados entre idas y venidas, sábanas de lino de cien años, gin-tonics a la pimienta y verdines con langostinos. Pero quise alargarlos, supongo, previendo la soledad de esta semana, y bueno, si una finalmente se aficiona al fútbol, qué menos, siendo adicta a las causas perdidas, que volverse forofa de un equipo de Segunda B con un pie en el descenso y otro en la desaparición; en un campo de tercera y en una desapacible tarde de domingo bajo el más pertinaz de los orpines.

Me aburría, reitero, y cuando me aburro invento las vidas ajenas. Y por qué no inventarme la vida de ese chico tan aparente, al menos en la lejanía, que parece trabaja para la TPA (Todo por Areces). Puede que él se aburra igualmente y esté tratando de inventarse mi vida, porque no deja de mirarme. Y tan sólo al final, cuando se pasea por delante en un amago de saludo que no llega a producirse y ya se aleja entre cables y paraguas, me doy cuenta que no tenemos ninguna vida que inventarnos mutuamente porque tan sólo tenemos que echar  la vista atrás. Y claro, que la visita al oftalmólogo para revisar mi miopía, que siempre estoy retrasando, no admite más dilación.

Modo frivolidad 'on' elevado a la enésima potencia

Cuando en las revistas del cuore se habla de elegancia siempre hay un nombre encabezando la pertinente lista, la inefable Rania de Jordania, espejo en el que se mira la prinZesa Letizia I la Retocá. Aunque mí esa mujer siempre me ha parecido un insulto andante, entre otros motivos por cabeza visible de una monarquíe medieval donde las mujeres en mayor o menor medida son seres invisibles; mientras ella se pasea por medio mundo como icono de elegancia con sus haute couture, su botox y operaciones estéticas varias. Aunque a su favor haya que decir que en su presencia se intercambian los roles y el rey Abdalá es el que parece ejercer siempre de mero acompañante florero, unos cuantos centímetros más abajo.

Pero como la ética nunca debe o debería estar ceñida con la estética, una siempre ha tenido cierta (o mucha) debilidad por Mozah bint Nasser Al Missned, o lo que es lo mismo, una de las tres esposas del jeque Hamad bin Jalifa al Thani; más conocida por estos andurriales como la jequesa de Qatar. Aunque problablemente haya pasado más veces por el quirófano que Rania y Letizia juntas (entre otras cosas por cuestión de edad) y sea tan representativa de la mujer musulmana actual como la propia Rania o la princesa ésa jordana que se casó con el de Dubai, el padre de esos dos que se la pasan jugando a algo parecido al polo y cuya imagen si yo tuviera diez años menos, bueno, pongamos quince, adornaría mis carpetas (la de los hijos, no la del padre).

A mí Rania me parece insulsa, rancia, fea (antes de operarse) y desubicada. Letizia todo eso y mucho más... Por eso le estaré eternamente agradecida a la mujer favorita (por el momento) del jeque Hamad bin Jalifa al Thani. Aunque haya quien opine que parece recién salida de una película de serie B donde haría de mala malísima con acento ruso, of course. Pero no me discutan que su presencia siempre es imponente, no deja indiferente a nadie y aunque roza la extravagancia, nunca cruza esa línea.

Tal vez me guste por ser una nota discordante donde la elegancia pasa por marcar los puritos huesos y esta mujer luce curvas y femineidad sin necesidad de mostrar nada.




Y no me digan que este look a lo Mad men hasta los tobillos, en violeta monocolor subido, no es digno de dejarme muerta al más puro estilo Rosa Klebb.



Por no hablar del vestido de gala, esa especie de bata-camisón-negligé de luxe, gorrito de dormir a juego incluido. La clase se tiene o no se tiene, y desde luego no se adquiere en un quirófano.

domingo, abril 24, 2011

A veces... sólo a veces...

miércoles, abril 20, 2011

Corazón de mudanza




De mi oficina a la suya, o de la suya a la mía, seis minutos en coche o quince caminando. Al menos eso dice el Google Maps...

De su casa a mi casa, o de mi casa a la suya. Diez minutos en coche, catorce caminando... Si no le hacemos caso a los semáforos...

Aunque a veces, sólo a veces, las distancias son insalvables.




martes, abril 19, 2011

Supongo que si esta mañana sonreía porque me gustaba la niebla y no se veía ni lo que tenías dos pasos delante, y esta tarde al ver salir el sol me he puesto triste...

Supongo que si el único motivo que tengo para sonreír, bien chiquito y esquivo, más que sonrisas me provoca muecas...

Supongo... hace cierto tiempo que supongo, pero es que las certezas me dan miedo. Y me dan tanto miedo y este miedo ocupa tanto que no deja sitio libre para nada... ni libros, ni canciones... ni siquiera fotografías o títulos... y por primera vez en mucho tiempo huir no es la respuesta.

jueves, abril 14, 2011

De idas... y vueltas




Supongo que es un momento tan bueno como cualquier otro... Pero eso sí, no se lo digas a nadie, que me he aficionado al anonimato.

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