Siempre se dice que cuando las cosas comienzan a ir mal todo lo que pueda ir mal empeorará. Que las desgracias se atraen, al igual que las malas rachas o los malos augurios. En cambio los golpes de suerte son esquivos, el azar se vende caro y la felicidad es esa puta fina con la que Ariel Rot(henberg) soñaba llegar al altar.
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No me quejo yo de mi suerte, básicamente porque no la tiento y porque juraría que está a la vuelta de la esquina que nunca llego a cruzar, probablemente por quedarme parada ante el escaparate de Bimba&Lola calculando el presupuesto casi inexistente para las rebajas de verano temporada 08, que se me han venido encima casi sin yo enterarme. Pese a todo y sin conjurarla, siéndole infiel a mi cita con San Xuan (y ya van dos) parece que últimamente ha decidido sonreirme. Me regalan flores (y bombones) amenazando con hacerlo cada semana, bendito bombardeo el protagonizado por rosas amarillas. Mi pink panther particular me persigue a todas horas invitándome a ir a la playa, a acompañarme a las rebajas o incluso a hacer el esfuerzo de ir conmigo a escuchar a los Tigres (del Norte). Mi jefe ha decidido felizmente ignorarme, hace mucho que conseguí yo lo propio y aunque me toque currar hasta el 15 de agosto me quedo prácticamente sola y en eso que algunos llaman horario de verano, buena oportunidad para leer por fin a Zadie Smith y darle un empujón a este blog, no sé si hacia el precipicio, bien decía Oscar ayer que todo tiene un fin. Se ha vendido el piso, por fin, un pasito más hacia mi matrimonio con el banco y a habitar un espacio que no sólo contenga "mis cosas" sino que también sea mío. La vida laboral de G. parece aclararse, en buena dirección. En breve se publicará el concurso de traslados y ya he estado cotejando las vacantes, puede que no tenga sentido pero si la toma de posesión se alarga hasta enero por qué no probar suerte con Gijón. Me iré en un par de fines de semana a BCN a escuchar al Jefe y a perderme cuatro días en la ciudad, aún tengo pendiente negociar la concesión de los moscosos y el 15 de agosto me esperan los States. Voy a ser la orgullosa madrina de una hermosa niña que se llamará Carola y por primera vez en mucho tiempo lo que me gustaba estaba rebajado. Y luego llegará Mar diciéndome que lo que necesito es un buen polvo.