jueves, diciembre 16, 2010

El carbón, que todo lo tiñe de negro, es el que alimenta esta tierra; pero antes, antes estuvo el verde de los helechos



Me pregunta si me gusta la jardinería. En realidad antes se ha presentado, o algo parecido, más o menos, y de pronto me siento como si estuviera en medio de una película, de una comedia de ésas estúpidas y pretendidamente románticas, protagonizadas por Meg Ryan o Cameron Diaz (un motivo más para valorar lo de teñirme de rubia platino). Y sí, estoy esperando a alguien, y no, no me importa que se siente. No, no es mi novio a quien espero, no tengo novio... y casi estoy por aclararle que tampoco, que lo otro tampoco, pero antes de que lo decida va y me pregunta lo de la jardinería. Y vaya, yo hace mucho, pero mucho, que no ligo en los bares y desconocía que ahora se hiciesen ese tipo de preguntas. No sé, esperaba algo así como "¿estás en Facebook?", básicamente porque si te preguntan por el "Tuenti" es que te has equivocado de bar, supongo.

Pero no, igual es el equivalente al inmortal y mítico "estudias o trabajas". Poco importa, así que le digo que no, que no me gusta la jardinería, que a mí me gustan las flores en el jarrón, aunque haya días en las que en el jarrón sólo te quede agua fría... Y el tipo parece decepcionado o tal vez aliviado. Y como yo soy muy así y no soy capaz de iniciar una conversación cualquiera sobre el frío que se nos avecina o las sombras que envuelven la plaza, le digo algo parecido a "buen intento, como pregunta para iniciar una conversación es, como poco, original". Y justo antes de llegar a la "v" de 'conversación original' siento que estoy metiendo la pata again. Que estoy dando por supuesto que el tipo se ha sentado en la barra a mi lado recogiendo mi bolso que se ha caído al suelo y mostrando la mejor de sus sonrisas y su disposición a hablar con ánimos, no sé, de seducir o ligar o cualquier cosa parecida. Pero como bien saben, mi presunción, egocentrismo y vanidad no tienen límites, así que admito esa sola lectura, aún sabiendo que nunca he sabido leer entre líneas y espero una airada reacción de reproche o un comentario que me coloque en mi sitio, un 'sólo trataba de ser amable y mira hacia esa chica que viene desde el fondo del bar, tan mona, tan alta, tan delgada, ¿la ves?, es mi novia, o mi mujer o mi chica o mi pareja...' Pero no, no hay ninguna rubia que sale de las sombras, ni reproche alguno en su mirada, que ya no es de desconcierto, sino de diversión y casi sonrojo. Hacía siglos que no veía a un hombre sonrojarse, yo, que lo hago a cada paso.

Y admite que no, que no trata de ligar, o algo parecido; pero que sí, que era un buen intento, que valorará usar esa frase en el futuro. Pero es que ha trabajado un año de jardinero, aunque no le guste la jardinería; en una vida anterior, antes de encontrar trabajo de lo suyo. Aunque no pretenda nada, siempre es una buena forma de iniciar una conversación; dice a medio sonreír.

Le pido entonces una segunda oportunidad, a lo mejor no le importa que le mienta, así que puede preguntarme de nuevo y yo le contesto que sí, que adoro las plantas, y puede recomendarme y aconsejarme. Pero no, no hay segundas oportunidades, y en realidad le confieso que no es que no me gusten, sino que se trata de una asignatura pendiente, que se me dan fatal y que la única vez que conseguí que una sobreviviera fue más por casualidad y abandono que por mis esmerados cuidados. Pero el romero, parece ser, no es lo suyo. No entiende mucho de plantas aromáticas, o algo parecido, no recuerdo exactamente cómo lo define. Y yo le digo que qué lástima, porque uno de mis proyectos más inmediatos y entiéndase lo de inmediato como a un plazo indeterminado, es tener en mi ventana un minijardín con macetas de albahaca, romero, salvia, perejil... Pero si no es lo suyo, schade, no puedo pedirle consejo, pues.

Y hablamos de trabajo, que finalmente la convesación acaba en derroteros más o menos normales, aunque yo siempre digo que mi trabajo poco importa, que no dice nada de mí, ni me define como persona, que mi vida comienza cuando cruzo el torno y guardo la tarjeta de fichar en la cartera. Y esta vez sí, parece decepcionado, como esas veces cuando digo que soy de ciencias. Así que mejor hablemos de la jubilación, ¿no te parece? Esos planes de comprarse una casita con cortinas de lino y puntillas en las ventanas, hortensias azules en el jardín y vistas al mar Cantábrico. Aunque en realidad lo que a mí me gustaría sería comprarme un cottage en el sur de Inglaterra, tal vez en Cornwall, y aprender a cultivar rododendros. Y no sé por qué vuelvo a la jardinería, porque él se lo toma como una broma, como un guiño a lo anterior, aunque por momentos se pone serio y dice que son complicados, difíciles de cultivar, delicados, y en cambio fuertes una vez que arraigan en la tierra. Y yo le contesto que lo sé, que por eso me gustan, porque se parecen a mí, y que llevo años fracasando en el proyecto "Dae planta un rododendro que sobreviva a la primera helada del invierno". Y él no entiende, porque se supone que no me gustaba la jardinería, o que sólo me gustaban las flores en el jarrón aunque a veces sólo te quede el agua fría... Cómo explicarle que anoche soñé que volvía a Manderley.







P.D. The little shop of horrors.

4 perdidos en el laberinto:

fiona dijo...

A mi hace poco un chiquillo me pidió el tuenti...no sabía donde meterme! Definitivamente lo de la jardinería me parece un mejor comienzo xD.

Un beso.

Antoñito dijo...

A pesar de correr el peligro de parecer un tipo recurrente, lo siento señorita, otra vez me ha hecho recordar usted a mi tío-abuelo Gerardo. Él no tenía tuenti ni feisbus, para comunicarse usaba al alguacil, un zagal soltero que "vuceaba" que era un primor; no ligaba en bares, sólo se emborrachaba con cazalla de la buena mientras echaba la partida al tute; pero, eso sí, se le daba muy bien la horticultura, ¡¡menudos patatales tenía!!... y es aquí donde encuentro yo el nexo de unión con lo suyo, señorita:
un día de principios de verano, cuando estaba mi tío regando su patatal, pasó por allí la Enriqueta, una mozuela pobre pero muy salada. Buen matojal crían este año, le dijo; sí, respondió él, pero fíjate, las flores tienen bicho. La Enriqueta se inclinó con intención de ver más de cerca la mata de las patatas sin poder evitar que, al estirarse, el vestido se le ciñera de forma muy aparente a las nalgas. Fue entonces cuando mi tío Gerardo se sintió berraco y no pudo evitar enamorarse.
Quería decirle, señorita, que uno no sabe de antemano qué tema es el mejor para iniciar una conversación, ni siquiera si es importante que el fin último de dialogar sea la seducción o el coito pre-enamoramiento... quería decirle, señorita, que, tal vez, mi tío y usted no tengan nada que ver pero, a ambos les surgió la oportunidad de echar un polvo hablando de flores; él la aprovechó y usted... usted nos ha contado una entretenida anécdota.

Daeddalus dijo...

-Fiona: ¿Dónde habrán quedado los tiempos en los que te apuntaban el teléfono en una servilleta? Entonces se me antoja todo era más fácil. Bastaba encoger el puño y lanzarla a la papelera más próxima.

-Estimado Antoñito de mis entretelas. Confesaré comienzo a sentir cierto aprecio por ese tío-abuelo suyo. No sé por qué, pero me ha hechor recordar a Grass y a su tambor de hojalata. Pum, pum, pum... Y yo, las oportunidades siempre esperan a la vuelta de la esquina que una nunca dobla porque el semáforo está en rojo.

k dijo...

No sé, pa mí que con el jardinero, cualquier cosa menos feeling... que hasta para hablar un rato se agradece.

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