lunes, noviembre 29, 2010

En ese compartimiento estanco de mi cerebro en permanente 'modo on', en la estantería inferior izquierda, esquina sueños chiquitos e inalcanzables e irrealizables e irreales e imposibles y ya saben, métanle ustedes todas las "i" que les plazcan; siempre son las cuatro y diez...

Dice Lapido (José Ignacio) que hay que poner mucha atención porque el cielo manda avisos en forma de delirios aunque a veces tengan forma de canción*







"¿Qué te parece que hoy desvelemos detalles de la verdad?
La bruja era guapa, el lobo era bueno, 
y del príncipe azul... no ha vuelto a saberse jamas".


"De sombras y sueños" de José Ignacio Lapido





Ha sido un fin de semana tan, tan raro... de ésos de querer huir de todo y esconderme, principalmente de mi misma, aunque sea tarea que cualquiera sabe que es imposible. Pero que a mí, inmersa en esta fase de olvido inducido, se me olvida. Así que cuando G. me pregunta si les acompaño al cine no lo dudo ni durante un instante, y hablando de esto y de lo otro (la exposición de Renoir que no se me puede escapar, el concierto del Loco del próximo viernes, la cena del trabajo y la comida con las ex-compañeras, y la otra cena y la de más allá, y otro montón de historias que nada tienen que ver con la gastronomía) ni siquiera se me ocurre preguntar qué película vamos a ver, porque es tal mi empeño de alejarme de la realidad, que ni me importa. Y sólo cuando se han apagado las luces y comienzan las primeras imágenes a desfilar por la pantalla pregunto que esto de qué va, y él me contesta que de marcianos.

Pues vale, pienso yo, y me acomodo en la butaca pensando que jamás pagaría por ir al cine a ver una peli de palomitas y marcianos, porque las primeras no me gustan y los segundos tampoco, que si al menos fueran selenitas, compatriotas, por tanto... Pero al mismo tiempo pienso que es perfecta, una película intranscendente con final feliz y muchos efectos y seguro que con una pareja de jóvenes y guapos y atléticos y atractivos que tardarán no más de diez minutos en convertirse en los superhéroes que salvarán al mundo mundial matando bichajos verdes a diestro y siniestro y siendo los casi únicos supervivientes. Y además sale David Zayas, el sargento Batista para los restos.

Que tal vez me olvide de todo, aunque sea durante escasas dos horas, y consiga frenar las ganas de descolgar el teléfono o de enviar un triste SMS y desear suerte o lo que sea adecuado en estos casos, aunque lo adecuado es el silencio, bien lo sé, y puede que debido a todo mi empeño en olvidar, lo único que se me olvide es mi don la de inoportunidad. Y además la película acaba siendo tal monumental despropósito que no son menos de cinco las veces que me siento tentada a levantarme e irme y si no lo hago es por no molestar al resto y tener que levantar a toda la fila, que mi sentido de la educación es igual de inoportuno. De modo que me paso hora y media con la vista fija en la pantalla y mi mente viaja un par de cientos de kilómetros hacia el sur, hacia otro escenario y otra banda sonora y vuelvo a recordar el concierto de los Whybirds en la sala Savoy de la noche anterior, del que (me) prometí hacer una crónica si en este blog hubiera talento.

Pero no puedo negar lo evidente, y de seguro que me encantaría ser capaz de hablar de otras cosas que no fueran yo misma, y hablar de música, de libros o de películas; de viajes que no sean de ida y vuelta y hacer crónicas de las vidas de otros más allá de la mía. Y lo intento, y me siento en esta mañana laboral de lunes ante la pantalla en blanco y me reitero, porque en cuatro párrafos todavía no he sido capaz de hacer mención alguna a la presumible crónica y las ideas que se me agolpan entre las manos y se deslizan sobre el teclado poco o nada tienen que ver con esos cuatro chicos que se subieron al escenario de la sala Savoy en Gijón la noche del viernes con puntualidad británica para presentar ese "Cold blue sky" más que recomendable, que llegaban de telonear el miércoles en Madrid a los "Drive by Truckers".

No sabría decir cuántas personas estábamos allí, al menos al inicio del concierto, que al final la sala ya había comenzado a llenarse con la inercia del viernes noche y la heterogénea fauna habitual del Savoy, aunque cuando como punto final hicieron un más que decente cover de 'Rosalita', nadie pareció ni inmutarse ni reconocer la canción. Bien por mí, yo sí la disfruté. En todo caso no habría más de 25 personas, y siendo generosa; un panorama absolutamente desolador pese a las ganas y el entusiasmo que le pusieron. Que imagino que llegarían a la conclusión que de tener que hacerlo, al menos disfrutar con el concierto y tocar para ellos mismos, porque lo que iba a ser tocar para los presentes, iba a ser que no, que de los más o menos 25, intuyo que sólo tres estábamos allí a lo que estábamos. Yo, me pongo en primer lugar, no vaya a olvidarme de mí; una pareja en la que era evidente que la chica estaba alli por su chico y su chico por los Whybirds; y otro, el otro.. El resto, acodados en la barra y sentados en sus respectivos taburetes mirando de refilón el escenario y a verlas venir. Je suis désolé...

Podría enumerar el set list, el entusiasmo del batería, la amabilidad de los cuatro y su tan bien repartido ego, que todos cantaban; que me llevé su disco a casa (creo que vendieron tres), la estupenda versión que hicieron de 'Rosalita' (que ya he mencionado), lo bien que sonó 'Rainwater', que me encanta, e hilar todas esas ideas que se supone deben componer una crónica. Pero no, no por falta de talento, que también; sino porque en realidad y pese a lo mucho que disfruté del concierto, sí, yo fui una de los tres que lo hizo, no puedo evitar que mi crónica particular derive hacia lo mismo, lo de siempre, a que te colocaste en un rinconcito de mi cabeza durante todo el concierto, en ese compartimiento estanco de mi cerebro en permanente modo on, en la estantería inferior izquierda, esquina sueños chiquitos e inalcanzables e irrealizables e irreales e imposibles y ya saben, métanle ustedes todas las "i" que les plazcan.

Y lo siento, lo siento mucho por la persona que me acompañaba, con la que compartí concierto, cervezas y cigarros. Porque sentí que me estaba comportando como una auténtica cabrona. Porque él no fue al concierto a disfrutar de él, ni siquiera fue por acompañarme, no... fue por mí, sólo por mí, que no es exactamente lo mismo, y probablemente de no ser por mí hubiese preferido estar en cualquier otro lugar, tal vez en la sala Acapulco, la del Casino, donde esa misma noche tocaba en el marco del Festival Edwin Moses, con una soberbia sección de viento, cuentan las crónicas, incluido un saxo barítono. Y mientras él, que no se lo merece, ni se lo merecía, estaba a mi lado, yo estaba a cientos de kilómetros pensando en ti. Y podría echarle la culpa a uno de los tres presentes no ausentes, a el otro, a ese chico moreno que apenas unos pasos más allá parecía disfrutar de veras, de verdad de la buena, del concierto. Como si necesitara excusas para olvidar que no te olvido y pudiese justificar ese recuerdo diciendo que él me recordaba a ti.

Porque sí, me recordaba a ti, aunque supongo que si lo hubiese mirado detenidamente no podría decir que en realidad os parecieseis tanto, o tal vez yo quise verlo así. Porque de seguro tenía la misma actitud que tú hubieses tenido, y probablemente ni siquiera era tan guapo o tal vez sí e incluso un poco más, o más alto o no tanto, e iba vestido como tú probablemente irías vestido esa noche en otro lugar y en otro concierto. Y supongo que ni siquiera él se percató del rato que pasé mirándolo sin verle, porque en realidad a quién veía era a otro, y tampoco hubiese sido justo, imagino, que llegase a pensar que tal vez le gustaba a esa chica que no dejaba de mirarle, porque en realidad no era él, no era por él...





[Y ahora tendría que sonar la canción* (in)oportuna, pero el condicional es lo que tiene,
así que me quedo con 'Girls in fire', que sonó más que estupendamente el viernes...]






P.D. Montgomery Clift

domingo, noviembre 28, 2010

Si tengo que elegir me elijo a mí... 'fíjeseustedquetontería', porque justito detrás te elijo a ti







-¿Me echarás de menos?
- Intenta no echarme tú de menos a mí. Será una buena práctica.

[...]


-Me has enseñado que he estado viviendo en un sueño y ya es hora de volver a la realidad. Deséame suerte, Mary. Bien sabe Dios que te deseo lo mejor.

Downton Abbey




[Me dice G. que no hace falta que le acompañe, que coge el cercanías; pero ni modo, que le prometí acercarle a la estación. Y él insiste, que parece que tengo prisa y tal vez alguien me espera o he quedado con alguien o tengo planes, y yo digo que no, que bueno, que estoy cansada y quiero regresar a casa, que se termine el fin de semana y poder dormir de nuevo en mi cama. Que en realidad no me atrevo a decirle que sí, que tengo prisa, que tengo planes (a solas), que me espera el capítulo número siete de Downton Abbey, final de la primera temporada, serie que me ha enamorado desde el minuto uno (gracias K, por enésima vez). No sé, tal vez es que estoy más agilipollada así de lo que imaginaba...]






P.D. No creo que necesiten presentación.

sábado, noviembre 27, 2010

Decía el poeta que el invierno ya no avisa como entonces, con la antelación de aquellos otros años. Considera más que suficientes los otoños concedidos de ventaja





Aunque a veces se nos olvide Lyle Lovett siempre fue mucho más que ese tipo raro y feo con el que se casó Julia Roberts en el principio de los tiempos.



Aunque a veces se me olvide, me asusta pensar que tal vez nunca más volveré a sentir lo mismo...




Aunque a veces olvide no puedo dejar de echarte de menos...




[Y si en este blog hubiera talento, tal vez haría una crónica del concierto de los Whybirds de esta noche en el Savoy]







"I Think I'll look around for a whooping crane 
I Think I'll look around for a whooping crane 
What do you think this pain has got me? 
You think I'm uptight but I'm not 
It's just that, I look around for a whooping crane 
and I can't find one... 

So, I Think I'll look around for a drinking stream 
I think I'll look around for a drinking stream 
They say you turned the water to wine 
And they must have been right this time because 
I look around for a drinking stream but I can't find one... 

Mighty red man painted ponies brown 
Fallen Eagle, feathers on the ground 
and the bulletts they spin your dreams around 
and they paint your face on the penny brown 

So, I think I'll look around for the Yellowstones 
I think I'll look around for the Yellowstones 
Set your eyes on the eagle's flight, 
Cause the, the eyes of God have lost their sight 
I look around for the Yellowstones, but I can't find one... 

Mighty red man painted ponies brown 
Fallen Eagle, feathers on the ground 
And the bulletts they spin your dreams around 
And they paint your face on the penny brown 

Think I'll look around for a whooping crane 
I Think I'll look around for a whooping crane 
What do ya think this pain has got me? 
You think I'm uptight but I'm not,it's just that 
I look around for a whooping crane and I can't find one..."








P.D. Jennifer Jones y Gregory Peck en "Duelo al sol"

viernes, noviembre 26, 2010

Decía Mae West que si tenía que elegir entre dos males, siempre se quedaría con aquél que no había probado




No viene a cuento de nada, pero hoy huelo a vainilla y no me gusta...


Y viene tampoco a cuento de nada, al margen de recordar que ya conté algo parecido hace más o menos un año (http://daeddalus.blogspot.com/2009/12/incidencia.html), cuando la letra E me perseguía y yo no conseguía ser más rápida.

Y es que si hay algo que me aterra, y pensarán ustedes que qué vida más plácida y sosa y aburrida la mía si en el top ten de terrores nocturnos (o diurnos), se encuentran cosas como ésta, la de enviar un mensaje telefónico nocturno (o diurno) no siempre irónico, procaz o divertido, incluso a veces convencional, a la persona equivocada, por eso de compartir inicial.

Aunque ahora sea otra letra la que me persiga, que he avanzado unas cuantas en el abecedario dejando atrás la E. Y no, no haya conseguido de nuevo ser más rápida.





P.D. Mae West

jueves, noviembre 25, 2010

Hay noches de lluvia y de ceniza envenenándose de azules, y en esas noches los recuerdos no son nunca suficientes




A veces hago cosas raras... que una tiene que mantener su imagen. Aunque parta de la idea de que la frontera entre normalidad y excentricidad es muy difusa, por no decir inexistente, que al fin y al cabo todos la establecemos en función de nuestra propia realidad. Pero supongo que sí, que a veces lo hago, y digo cosas que otros callarían por considerar impropias. O siento y vivo y percibo; y a lo mejor los demás también lo hacen, pero no lo dicen, no sé. Tampoco tiene importancia, supongo.

Así que el sábado pasado cuando subía los cinco pisos a pie obviando el ascensor, tatareaba eso que canta Coque Malla. No sé, tal vez porque era sábado y hacía frío y creo recordar que llovía y era ya de madrugada. Sí, eso de recorrer la ciudad hasta llegar al mar, porque el mar cura las heridas, y saltar y nadar hasta otro lugar, tal vez hasta Berlín, quizás para toda la vida. Y cuando me quito los zapatos y me recojo el pelo y apago todas las luces y subo la persiana para que la única luz que me ilumine sea la de las farolas más allá de mi ventana y veo mis ojeras reflejadas en el cristal, siento que el frío y los recuerdos me envuelven de nuevo. Y recuerdo su voz, que me susurraba al oído que nunca sería tarde, aunque nos traicionara la noche, que ya lo decía Battiato, sai che d'Inverno si vive bene come di Primavera.

Y suena Gastelo diciendo que nadie se queda, que probablemente tenga tanto miedo a perder que por eso siempre pierda... Y alguien me recuerda a Juan Pardo, y de nuevo pienso que es curioso, casualidades, que hace tan sólo una semana me encontré de nuevo, tras bastante tiempo sin verlo, con ese tipo que tanto se le parece. Ése que no sabe que existo y con el que me he cruzado en ¿cuántos?, ¿dos años?, tan sólo un escaso puñado de veces en interminables reuniones en las que yo nunca tengo nada que decir. Sí, estábamos allí sentadas Mony Penny, esa señora del Jurídico tan divertida y yo. Y la del Jurídico en cuanto lo ve entrar y sentarse y tomar la palabra me da un codazo y entre susurros me pregunta quién es ese tipo tan aparente. Y yo entre susurros le cuento, y le explico y hasta sobre el papel le dibujo un organigrama jerárquico, mientras ella asiente embobada sin quitarle la vista de encima, hasta que cuando por fin se termina y salimos y nos tomamos un café, bueno, en realidad ellas se lo toman, de pie ante la máquina, ella vuelve a preguntar por el tipo aparente con un aire a lo Juan Pardo. Y dice exactamente eso, que se parece a Juan Pardo, pero que claro, cómo voy a saber yo quién es Juan Pardo, que soy demasiado joven.

Sí, claro, el de Juan y Junior... contesto. El Junior de Rocío Dúrcal. Ése que nació en Filipinas, como Aute, ¿o era Miguel Bosé?. No, era Aute, creo que Miguel Bosé donde nació fue en Panamá. El que está enfrentado a los hijos por temas de la herencia desde que se murió la Dúrcal, la del "me gustas mucho" y eso de "así son los hombres, todos son iguales". Sí, los mismos hijos que rivalizaban con los Parchís compartiendo una sopa de ¿amor? para dos... Y ella me mira un poco entre el asombro y la diversión y nos olvidamos por momentos de nuestro doble particular de Juan Pardo, que pasa a nuestro lado dejando atrás nuestras risas, sin amago de saludo alguno, y hablamos de la boda de Shaila, que fue portada del Trola y se casó con un tipo cuyo nombre no recuerdo pero que a mí me recuerda a Juan Gabriel cuando era joven, suponiendo, que es mucho suponer, que Juan Gabriel alguna vez haya sido joven.

Y como no hay una sin dos... sí, lo sé, en realidad no hay dos sin tres, y puede que hasta sea cierto, pero como soy rara y oportunista, yo digo que no hay una sin dos... ayer me vuelvo a cruzar con mi doble preferido de cantante venido a menos. Yo bajo y él sube por Pérez de la Sala y ambos nos miramos, él con esa mirada que dibuja la insistencia de una parte del cerebro puesta en funcionamiento, ésa que te dice de qué conozco yo a esta chica; y yo, bueno, porque está arrebatadoramente guapo, cómo no podía ser de otra manera. Porque una tiene sus contradicciones, que aunque a mí mayoritariamente me gusten las chaquetas de cuero y las barbas cuidadosamente descuidadas y las camisas de cuadros (nota mental, tengo una foto de mi Bruce con camisa de cuadros que quita el sentío y debería colgar aquí para compartir mis alegrías con quién quiera, sepa o pueda apreciarla), también me gustan eso que algunas llamamos maduros interesantes, y esos ojos verdes enmarcados en una barba canosa, y ese jersey negro de cuello vuelto al más puro existencialismo francés. Y de nuevo una nota mental y estética, que Bernard-Henry "no sin mi camisa blanca abierta hasta los límites de la decencia" Lévy debería tener en cuenta. Y una parte de mí que no controlo hace un vago saludo, un gesto con la cabeza a modo de reconocimiento que se ve recompensado por una luminosa sonrisa y un 'hasta luego' entre dientes.

Y cuando mucho rato después soy yo la que subo por Pérez de la Sala, y tras subir los cinco pisos a pie pese a los dos ascensores, y tras quitarme los zapatos y recogerme el pelo y encender las luces y bajar las persianas, no queda otra, comienza a sonar Juan Pardo y no, no es que me moleste que me sigan, porque a fín de cuentas ¿quién soy yo?

Pero y tú... ¿quién eres tú?









P.D. Charles Boyer

miércoles, noviembre 24, 2010

Quién me iba a decir a mí que le iba a tener que pedir prestada la frase al insustancial de Federico Moccia...




Esta canción me tiene enamorada...

Ojalá todo fuera tan fácil como enamorarse de una canción.

Sólo es hacer clic en el botón adecuado y la puedes revolver o mezclar y beber de un trago como el tequila, apurado y sin pensarlo.



Y sentir, asentir y repetir y regresar...
Y nunca se va o siempre vuelve, que no es lo mismo, aunque con las canciones siempre sea igual.



Y de Montgomery Clift también me enamoré o sigo enamorada, que a diferencia de con las canciones,
no, ni modo, nunca es igual.



Te dije que iba a ser el mejor de los otoños, ¿verdad?




Cuando se publique esto, esta tarde, yo estaré, no sé, acabando de dar explicaciones, imagino, por enésima vez en mi vida, por cuarta o quinta vez en los últimos siete días; por novena vez en el último mes. Y me repito y me reitero y parafraseo a mí misma, citándome y rescatando frases del pasado que de tan repetidas he acabado por saberme de memoria, y convirtiendo lo que debería ser en todo caso una conversación, un quid pro quo, en un monólogo mil veces repetido, y no por eso menos cierto, o menos veraz o más impostado y fingido. Que si de algo nunca he podido o sabido o querido escaparme es de mí misma, y para lo bueno o lo malo, eso nunca me ha resultado suficiente, ni he aprendido a conformarme.

Y bueno, qué más da, que no voy a programar la edición de esto... y es que es curioso, y últimamente he repetido montones de veces esto de que es curioso (antes todo era raro, ahora todo es curioso), pero a veces tengo cierta vergüenza, siento cierto pudor sobre lo que aquí escribo, aunque las más no haya lugar ni sentido para ello, que nadie o casi nadie sabe de qué o de quién hablo, y aún así me muerdo la lengua,  for if the flies, en sentido figurado, que de lo contrario dolería mucho, más, si cabe; o pienso justo lo contrario, que de perdidos al río y por eso escribo compulsivamente y jamás releo y no contesto a los comentarios porque sería como hacer justo eso que evito. Así que escribo, y de nuevo en sentido figurado, cierro los ojos, you know, y no quiero estar presente frente en la pantalla al hacer click en publicar, como si fuera Pilatos y me lavara las manos y yo no he sido, yo no estaba presente.



Cambiando de tercio, aunque no tanto, en cierto sentido o más bien en ninguno, y aunque no venga a cuento de nada, cómo me gustan las expresiones taurinas, siempre tan acertadas, aunque no me gusten los toros porque me gustan los toros... Me ha venido bien contar, por primera vez, lo que tal vez pensé que nunca contaría, porque, quién iba a entenderme, quién iba a aceptarlo como algo normal, aunque fíjeseustedquétontería, para el valor que le doy yo a lo normal, ni modo, que presumo de ser la chica rara, y no porque yo lo crea firmemente, sino porque fueron otros los que me colgaron la etiqueta y yo, con la pereza que me da eso del envasado y clasificación, decidí aceptarla sin rechistar, sin molestarme a cambiarla, para qué, que al final ser la chica rara viene a ser tan bueno como ser la triste y solitaria o la amarga victimista, o todo junto a la vez o nada de ello a un tiempo, ¿verdad?










Que sí, lo sé, sin que tú, ni Aute, ni nadie, tenga que recordármelo... que de alguna manera tendré que olvidarte, pero no es fácil, you know...



El concurso de traslados se ha ido a la mierda... debería ser educada y políticamente correcta y decir algo así como que se ha ido al garete, que se ha anulado, pero no me apetece, hoy no, hoy no me importa ser malhablada. Hoy queda inaugurado el día de lo políticamente incorrecto. Y no estoy de mal humor, o no especialmente, o no más que otros días. Lo he aceptado, qué remedio, no me queda otra, con resignación. ¿Cuánto tiempo me queda entonces aquí, en esta gris oficina, en este super ordenador al lado de esta ventana con vistas a la calle, todo un privilegio ambas últimas cosas? ¿Un año, dos? No sé, me da igual, ha llegado un momento en que todo me da igual. Tener que seguir aquí, no cobrar la carrera profesional hasta el 2015 como muy pronto (no hay dinero ni para cambiar el tóner, y juro que aunque no real la amenaza ha sido cierta, lo de las impresoras, digo). Pero bien, todo bien, ¿no?

Derecho al pataleo, ¿qué es eso? Lo he olvidado. ¿Qué he pasado a responder cuando me dicen que dónde voy a estar mejor que aquí mirando la vida pasar por la calle Coronel Aranda, nº 2? Pues eso, en ningún otro lado. ¿En qué otro lugar si fuera capaz de emular a Kafka ya habría escrito en estos casi dos años 'La metamorfosis', 'El castillo', y tres cuartas partes de 'El proceso'? Aunque al final esto se haya quedado en una suerte de 'Cartas a Milena', sin el talento de Kafka y cambiándole el género y la inicial a M. 

Pero bien, sí, leo cuatro periódicos al día. Hago cursos, estudio a ratos. Converso, hojeo el Trola vía Youkisoke, 'foreo', me apunto a cenas y comidas de trabajo donde no voy a tener nada de lo que hablar, contesto los escasos emails que me escriben, qué cosas, que siempre se me dibuja una sonrisa cuando veo eso de correo (1) en negrita, y detrás hay alguien real y tangible, que me cuenta algo las menos de las veces, las más, spam (3) en negrita. Y recuerdo canciones que aquí no puedo escuchar, así que busco sus letras y tarareo mentalmente y me acuerdo que sí, que de alguna manera tendré que olvidarte, y del barbas de Aute, que siempre me gustó por esa forma suya de contar lo que otros no cuentan, como me gustaba como contabas tú las cosas que no contabas.

Y para todo lo demás... keep on dreamin', ¿no?






P.D. Katherine Herpburn

martes, noviembre 23, 2010

La suerte siempre está a la vuelta de esa esquina que nunca llego a doblar, pero por si no lo sabía Cesar Pop me lo recuerda... y ha tenido que ser precisamente hoy




Y de nuevo vuelvo a caer... como si alguna vez me hubiera levantado... si es que, ya lo cantaba Serrat, no es triste la realidad, lo que no tiene es remedio...


Palabras para un corazón averiado... siempre necesarias, nunca suficientes



Recordaba aquellos versos de Benedetti, ésos de tener una soledad tan concurrida, tan llena de adioses y de besos y de nostalgias, que podría ser organizada por tamaños, por colores, por épocas, por promesas, por tacto y por sabor. Una soledad tan concurrida que es difícil entender como no tienes tú cabida en ella...

Y al recordar él, recordaba yo que a mí en realidad nunca me gustó Benedetti, aunque a veces se me olvida. Y él a su vez me recuerda que a él nunca se le olvida que le gusta Cortázar. Que pasaba por delante del escaparate de la librería Cervantes donde hay una especie de exposición o lo qué quiera que sea sobre Don Julio, y que se acordó de mí, y se puso contento y se tomó una ginebra a mi salud.

Y ya ves, fíjeseustedquetontería, yo también me puse contenta...








P.D. Eleanor Powell y James Stewart




[Creo que el acabar escuchando a Juan Pardo fue un efecto colateral sin importancia,
que en todo caso compensaré el viernes con los Whybirds]






"Tengo una soledad 
tan concurrida 
tan llena de nostalgias 
y de rostros de vos 
de adioses hace tiempo 
y besos bienvenidos 
de primeras de cambio 
y de último vagón. 

Tengo una soledad 
tan concurrida 
que puedo organizarla 
como una procesión 
por colores 
tamaños 
y promesas 
por época 
por tacto 
y por sabor [...]"

Rostro de vos de Mario Benedetti

lunes, noviembre 22, 2010

[Aunque ya sé que lo has leído, para que quede bien clarito... Y es que si hay algo que me saca de quicio es que me traten como una completa imbécil, aun siéndolo. Se puede ser cobarde, pero no tan mezquino, por favor]

Anónimo: Simplemente has tenido mala suerte. En condiciones normales tus comentarios me hubiesen dado exactamente igual. Pero como bien decía Aida más arriba existen las estadísticas, que nunca mienten y a diferencia de mi imaginación nunca fallan. Y digo mala suerte por dos motivos, el primero porque yo raramente las miro, no suele importarme quién entra aquí ni por qué motivo ni de donde viene. Siento que no tengo derecho, que es invadir en cierta forma la intimidad ajena. Pero el otro día lo hice y por motivos, todo hay que decirlo, que nada tenían que ver contigo. Mala suerte reitero, que si no hubiese sido por eso no me hubiese molestado, pero es que al margen de eso me pillaste en un mal día, de esos de hormonas revueltas donde me pongo un tanto irascible y ya puestos la curiosidad me pudo, que al fin y al cabo ciertos comentarios anónimos me sonaban a ti, no todos, que al margen de ti hay otros, pero no me molestan porque parto de la idea de que efectivamente son desconocid@s. y no me preguntes por qué, por qué intuía que podías ser tú, que aunque me desconcertaba un poco, que no entiendo del todo tus motivos, más allá de que imagino te divierte, una coñita marinera, seguro la llamarías tú. Que al fin y al cabo todos tenemos nuestra firma, nuestra forma de escribir y hasta nuestras propias faltas de ortografía. Pero vamos, más allá de la duda o de la intuición, nunca le hice demasiado caso, fíjate lo que me importa. Hasta hace dos días en el que por motivos ajenos a ti, reitero, mala suerte, lo miré.

Puede que tú no sepas que hay un invento que por cierto yo manejo bastante mal pero sí lo suficiente que te ofrece una serie de datos sobre la gente que vista tu página. Te lo digo porque igual te interesa instalarlo en tu blog, ése que tú abriste a raíz de leer el mío, ¿recuerdas? Pues eso, que yo estaré más perdida que un pulpo en un garaje, que no lo niego, y que puede que mi intuición falle, pero va ser que éste no es el caso.

¿Y qué dicen esas estadísticas? Pues por ejemplo que tal día, cual día y unos cuantos días más, a determinada hora, minuto y segundo alguien que tiene un blog y un nombre y todo eso dejó comentarios amables en el mío, y llegó hasta aquí a través del suyo. Y que esa misma persona pues tal día y cual día y el de más atrás y el de más adelante escribió comentarios bajo el formato anónimo a tales horas, minutos y segundos. Y es que esto es lo bueno del invento, no sólo que cronometra y clasifica y te indica el origen de la visita, no, dice mucho más. Pero claro, como dices que estás a 500 km de Oviedo igual es que se equivoca, uy, pero va a ser que no, que no se equivoca. Porque entre otras informaciones te dice con qué compañía de telefonía se conecta esa persona. Así que igual deberías asomarte a la ventana y reubicarte geográficamente rápidamente, porque creo que Telecable no opera fuera de Asturias, y a 500 km, fuera de Asturias, como que no. Aunque tampoco importa, porque entre otras cosas también te dice la ciudad en concreto... y hasta la dirección Ip y... ¿quieres que siga?

Con lo fácil que es decirme a mí las cosas, si es que... pero en fin, puedes seguir negándolo, soy bastante más educada que tú y no pienso dejarte públicamente en evidencia, y que conste que no lo hago por ti. En todo caso te invito que a partir de ahora lo que tengas que decir, bueno o malo, me lo digas directamente, y eso así, que te abstengas de insultar, molestar y ofender a otras personas en otros blogs. Que ni se lo merecen ni puede que tengan tanta paciencia como yo.

domingo, noviembre 21, 2010

Decía el poeta que quizás trajimos el frío para anestesiar a la derrota


"Me fascina que pueda interesarse tanto por una persona que no conoce de nada, que no ha visto nunca y probablemente no vea jamás, y de la que tampoco tiene nada más que esperar, ya que no puede saber si va a corresponderle[...]

Seamos honestos, Leo: yo soy para ti una fantasía, lo único real en ella son unas letras que puedes poner en un contexto sonoro con ayuda de la psicología del lenguaje. Para ti soy como sexo telefónico, pero sin sexo y sin teléfono. O sea, sexo electrónico, pero sin sexo y sin imágenes para descargar. Y tú eres para mí juego puro, una agencia de reciclaje del coqueteo. Contigo puedo hacer lo que me hace falta: puedo vivir los primeros pasos de un acercamiento (sin necesidad de acercarme realmente".


Gut gegen Nordwind (Contra el viento del norte)
de Daniel Glattauer







Leo en esta tarde de domingo "Contra el viento del norte" (Gracias A. por recomendármelo). He leído 177 páginas de un tirón y dudo seriamente si llegar a la página 260 y fin, porque confesaré, me está aburriendo soberanamente. Supongo que es el típico libro que debe de leerse de a poquito, que es lo que marca su propia estructura de correo electrónico va, correo electrónico viene. Aunque no recuerdo haber tenido esa sensación la primera vez que leí (porque han sido tantas las que lo he releído), "84 Charing Cross Road" de Helene Hanff (gracias J. por regalármelo), que viene a ser un poco lo mismo, con cartas y latas de lengua enlatada y medias de nylon sobrevolando el Atlántico entre Nueva York y Londres.

Y supongo debería, de nuevo conjugo el verbo deber en condicional, dejar de perder el tiempo con algo que no me aporta nada y no me produce satisfacción alguna. Aunque curiosamente ahora suena Pereza, ni siquiera me gusta Pereza y en cambio estoy tarareando que debería parecer un accidente el día que mi corazón arda como el Windsor y llegue el fin de la seronda.

Sí... de nuevo debería.






P.D. Barbara Stanwyck, Gary Cooper y Cia en "Ball of fire"

Dice Franco Battiato que debería cambiar el objeto de mis deseos sin conformarme con las alegrías cotidianas




Pues eso...



Aunque ya sepa la respuesta, y la acepte, entienda y comprenda...
Pero no seré yo quien me quede con las ganas de decirlo...









[Es que ayer me puse a escuchar a Battiato, a Juan Pardo y a Gastelo...
y con esa combinación, las madrugadas de sábado es lo que tienen]

sábado, noviembre 20, 2010

Miss U (too much)...




En realidad me echo de menos a mí misma... y esto lo aclaro ahora, que cuando colgué la canción debían de ser las cinco de la mañana de este sábado, más o menos. Para evitar suspicacias, básicamente, y que nadie que no sea, se de por aludido, aunque tampoco tenga importancia, si es que eso le hace feliz. Que me hacen gracia estas cosas... aunque a las cinco de la mañana sí echaba de menos a alguien... Y es curioso, porque yo nunca he sentido, leyendo a otros, que hablaran de mí... bueno, una vez, y además era algo malo, y así era ciertamente, que la intuición nunca falla. Y supongo que sí, que me hubiera gustado, que me gustaría, claro, que en cualquier rincón de este mundo 2.0 alguien en algún momento escribiera algo dirigiéndose a un "tú" y que ese "tú" fuera yo, como yo lo hago cuando hablo de ti, sea quien haya sido ese "tú", que a lo largo de cinco años ha habido unos cuantos diferentes y en realidad a mí me hubiese gustado que sólo hubiese sido uno, que al fin y al cabo ninguno pasó de ser una inicial escrita con letra mayúscula.

Me siento muy vacía... pero bien, supongo. Me he ido quitando envoltorios y miserias y me he sentado frente al espejo dispuesta a aceptar lo qué soy y quién soy, algo a lo que me he negado desde que tengo uso de razón, siempre haciendo y deshaciendo maletas y huyendo hacia delante. Tiene por cierto bastante que ver con temas laborales, esta especie de calma imprecisa que me envuelve; para que luego piensen algunos de ustedes que mi vida sólo gira en torno a los hombres o a la presunta ausencia de ellos en mi vida. Aunque curiosamente hace bastante tiempo que no me sentía tan sola rodeada de tanta gente y con tantos planes y tantos compañeros circunstanciales, aunque advierta que yo, como siempre, sólo estoy de paso. Lo que no deja de volver a ser de nuevo una huida para no estar nunca a solas y no tener que pensar y replantearme, para no respirar por mí misma. Aunque ésa sea otra historia.

Apenas queda algo más de un mes para que finalice este año. Podría borrarlo perfectamente de mi autobiografía. No me ha hecho más sabia, ni más alta, ni más guapa, ni mejor persona. No me ha pasado nada digno de ser recordado, enmarcado y colgado en la pared. Sólo que soy un año más vieja, que hay metas cada vez más improbables, ser madre, por ejemplo, que he acumulado de nuevo un montón de números en mi agenda que tendré que borrar, fiel al ritual, la noche de fin de año, cuando en la mayoría de los casos ya ni recuerde esas caras ni qué fue lo que nos unió, si es que alguna vez hubo algo. Tal vez haya llegado el momento de tomarme en serio a mí misma, tal vez de hacer algún tipo de terapia que reconduzca mi conducta, valga la redundancia, por qué disocio siempre, porque separo y clasifico y establezco fronteras. Y no soy capaz de valorar a quién me quiere, me aprecia y me valora, como si no me considerada merecedora de ello y en cambio me arrastre e idolatre a quién nunca va a hacerlo, por el motivo que sea, que eso siempre será lo de menos, a modo de refrendo de mi incapacidad para querer y ser querida.

Porque le dije a mi expediente X que yo ya no me acuesto con alguien con el que no estoy dispuesta a compartir el desayuno y luego le pedí que se fuera antes de que yo me despertara. Porque cuando él se disculpa y dice que me echa de menos, que qué lástima que justo ahora tras apenas dos semanas juntos haya tenido que irse fuera, fines de semana incluidos, a mí me de exactamente igual que sea cierto o no, que lo es, porque no he perdido ni un sólo momento pensando en él y en realidad la idea de que vuelva es lo último que me apetece; y tendré que decírselo, claro, o más bien recordarlo o repetirlo. Que no necesito frases hechas, ni excusas, ni promesas, que no quiero nada de eso, que no le quiero en realidad, que nunca prometí nada. Que no soy como las otras, aunque eso fuera él el que me lo dijera, y en realidad no es cierto, no lo soy con él, ni lo fui con el otro, ni probablemente vaya a serlo de nuevo, porque ellos no son él, sea quién sea ese él, que probablemente no exista, aunque sí sea real y de carne y hueso, que yo una vez lo vi, y le di dos besos, dos, uno por mejilla, y me abrazó en medio de un espejismo que duró, no sé, cuánto, tal vez tres segundos de un 'me gustaría', sabiendo que en realidad aquello era una despedida o más bien el comienzo de algo, pero por separado.

Y es que no quiero empezar de nuevo, porque estoy terriblemente cansada. Aunque tampoco me apetezca salir a la calle y en breve tendré, me obligaré a hacerlo. Y bajaré al mercado del Fontán y compraré flores, y devolveré el libro de Kirmen Uribe en la biblioteca y me compraré regalices rojos, y seguiré buscando una chaqueta de cuero que haga juego con mis ojos tristes y estaré un rato ante la A de Auster echando un vistazo a los libros con mi gabardina azul, y probablemente coma con P. que está tan sola como yo y además arrastra un gripazo de mil demonios, que todo es susceptible de empeorar. Le echaré un vistazo a los portátiles, a ver si definitivamente compro uno nuevo y tomaré medidas en la cocina, que debería comenzar a decidir cómo quiero que sea la nueva. Luego regresaré a casa, y me lavaré el pelo y hasta me pondré guapa, o al menos lo intentaré, que tengo una conversación pendiente esta tarde, y me tomaré unas cuantas cervezas, que a la segunda ya paso a ser simpática, a la tercera divertida y si llego a la cuarta, quién sabe... aunque quiero que termine pronto este sábado, y que el domingo pase a ojos cerrados y de nuevo sea lunes, y de nuevo estar ocupada con el trabajo y con mis discusiones con A. y con esos días de vacaciones a la vuelta de la esquina que en realidad no necesito porque no tengo dinero para largarme a cualquier sitio donde fuera a ser bien recibida.

Y me gustaría sentirme más triste, tanto que no fuera capaz de salir de la cama. O enfadada, con quién fuera, conmigo misma, con los demás, con alguien, que siempre es más fácil poder echarle la culpa de todo a alguien. Pero no estoy enfadada, y ojalá, porque saldría a correr por el Parque de Invierno con los Jayhwaks retumbando en mis oídos, que hoy es un día muy de ellos, sopla el viento y probablemente acabe lloviendo. Pero no puedo, porque nadie ha hecho nada malo, nadie se ha equivocado, ni ellos, ni yo. Sólo son caminos que divergen, sueños chiquitos que se desvanecen, los suyos y los míos. Sólo son silencios en los que no hay nada que decir. Porque yo ya no tengo nada que decir y a lo mejor ha llegado el momento de callarme.




P.D. Douglas Fairbanks Jr.



[Por cierto, dado que alguien me ha preguntado de forma anónima y obvio las formas, acerca del por qué ha casi desaparecido mi blogroll lo aclaro. Decidí quitarlo y meteros a todos en el Google Reader porque cada día era más grande y de esta forma me resulta más fácil leer las actualizaciones y además hacerlo, como suelo hacerlo yo, de puntillas y sin hacer ruido. Supongo que deberíais estar todos o no estar nadie, pero si dejé a algunos y algunas fue, no sé, porque fueron los primeros, porque hay personas, aunque ellos probablemente no lo sepan, que son parte fundamental de este espacio, cada uno porque tiene un trocito de él por motivos diferentes y derecho propio. Aunque todos, todos los demás, también forméis parte de esto y no siempre lo demuestre]

Related Posts with Thumbnails