domingo, octubre 07, 2007

Useless desire (II)

Yo me alejé
pero llevo en la mano
aquel cielo nativo
con un sol gastado.

Horizonte
de Vicente Huidobro


Viernes, en torno a las ocho de la tarde. Ella y yo perfectamente maquilladas, vestidas y encaramadas en nuestros tacones a la entrada de un centro comercial. ¿Se puede llegar a encontrar una en situación más ridícula (y denigrante) que citarse a la entrada de un centro comercial? La respuesta me temo es un rotundo no. Ya bastante grotesca es una cita a cuatro como para añadirle esa circunstancia, aunque en mi descarga añadiré que la idea obviamente no fue mía, ni siquiera de él, sino de ella, por motivos de cercanía, puntualidad y otros de índole diversa que no vienen al caso.

Que acabáramos en el
Ca Beleño supongo si debió ser idea mía, aunque no lo recuerdo es altamente probable. En las primeras citas me gusta pisar terreno conocido y donde me sienta cómoda al margen de que de alguna manera es una forma de marcar mi territorio. Éste es mi ambiente, ésta es mi gente, ésta es la cerveza que me gusta… si no te convence más vale que te olvides porque lo que ves forma parte de mí.

La conversación la dirigían ellos. Se entendieron desde el primer momento y siempre se cayeron bien. Tú y yo estábamos un poco al margen aunque de cuando en cuando él reclamaba mi atención y ella la tuya, y cuando la conversación pasó a versar sobre conflictos laborales no tuve más remedio que intervenir que de eso yo sé un rato. El único que parecía satisfecho con su trabajo eras tú así que no diste mucho juego pero el resto no dejamos de hablar acerca de la malignidad de nuestros jefes, la inoportunidad de nuestros colegas y la escasez de nuestros sueldos.

Estaba claro que ella ya había hecho el reparto y debería estarle agradecida porque a mí me había tocado el más guapo, porque efectivamente él era el más guapo (y muy guapo) y mucho más simpático y atento y no volvió a llamarme “linda” en toda la noche. Pero a mí no me gustan los guapos, ni los simpáticos, ni los que muestran tan descaradamente su interés no siendo recíproco. De todas formas obviamente ni tú ni yo íbamos a renunciar a los papeles que nos habían asignado, al menos a lo largo de esa noche. En tu caso por lealtad a tu amigo, supe más tarde, en el mío podríamos decirlo así. También influía el hecho de saber perfectamente el porque de la elección de ella. Al fin y al cabo no eras más que un probable desconocido.

Tras un par de cervezas y mucho intercambio de miradas como queriendo decir pero qué carajo hacemos aquí, fuimos a cenar. La elección del restaurante no pudo ser más pésima, lo que enervó aún más mi estado de ánimo. Una parrilla argentina donde sólo servían carne a la brasa.

Una noche que comienza para alguien que apenas prueba la carne citándose a la entrada de un centro comercial, cenando en una parrilla y jugando al dos por dos sólo puede acabar apostando por el uno equivocado.

sábado, octubre 06, 2007

Useless desire (I)


Si alguna vez la vida te maltrata,

acuérdate de mi,

que no puede cansarse de esperar

aquel que no se cansa de mirarte.

Dedicatoria (Habitaciones separadas) de Luis García Montero



Él siempre dice que las cosas no suceden ni pronto ni tarde, sino en su justo momento. Que no hay retrasos, ni por tanto anticipos. Que yo nunca llego tarde a las citas… aunque siempre me adelante a los acontecimientos.

No puedo estar más en desacuerdo, y no hablo de retrasarme, costumbre cada vez más mía, conjugándose los semáforos y las plazas de aparcamiento en mi contra. No… simplemente a veces llegamos tarde, sin disculpas… y en cambio otras es la vida la que nos adelanta.

No voy a excusarme, no aquí ni ahora, en todo caso de hacerlo tendría que ser ante mí misma y eso no se me da bien y me produce pereza, al menos hoy y en este momento.
Desde luego no ante él, sería perder el tiempo, un tiempo que ahora ya sólo es mío y no estoy dispuesta a malgastarlo en inútiles caminos. Tampoco ante ti, aunque llegara tarde ese día, o tal vez debería decir llegamos, y como decía la canción… tarde, pero nos reconocimos.

Intento recordar cómo acabamos los cuatro juntos y perdidos en aquella ciudad que yo afirmé rotundamente conocer y que me era por completo desconocida:

-“Oh, sí… cómo no. Claro que conozco un buen puñado de bares con buena música y mejor ambiente. Si me aceptáis como guía prometo que no olvidaréis esta noche”. Mentía descaradamente ante la mirada complaciente de ella y vuestros rostros iluminados por la mejor de las sonrisas.

El plan era, creo recordar, cena, ella y yo con unos amigos y nuestra
amienemiga favorita. Dada esta última circunstancia todo indicaba que la noche en compañía acabaría pronto, precisamente para buscar una distinta y nueva. No contábamos con vosotros.

Nos presentó uno de los chicos. Que no os presté demasiada atención fue evidente, que ellas os prestaron demasiada, también. Para mí y en aquellos primeros momentos no representasteis más que dos tipos aparentes y probables*, estaba demasiado ocupada con mi teléfono móvil en tiempos y distancias mejores.

Tras la cena y la llegada de las primeras discrepancias, ella no quería despegarse de vosotros, yo quería ir a mi Diario y la otra quería ir a bailar salsa, nos separamos entrando en juego mi impostura, conociendo como conocía sólo dos calles, arriba y abajo y un par de bares de mala muerte donde las probabilidades de encontrarme con El profesor eran altamente peligrosas.

Resultasteis ser dos tipos tan encantadores, al menos aquella noche, que la improvisación cedió lugar a las cervezas, al ron, al humo y a las conversaciones (a gritos para hacernos oir); al intercambio de teléfonos y emails cuando ya amanecía y nos despedíamos con la promesa de volver a vernos… en cuanto fuera posible.

Él dejó caer que el lunes tendría que pasar cerca de mi lugar de trabajo, que tal vez, si me apetecía, podríamos vernos, comer juntos a mediodía… si me latía… si surgía…

-“Sí, cómo no… ya hablamos… te llamo… me llamas”, confesaré que no había mucha convicción por mi parte, pero ya había comenzado a notar como ella te miraba.

Mañana de lunes. Me llama ella. Prescinde de la corrección y el saludo, ni un lacónico buenos días que si recibe por mi parte; ni que los lunes tuvieran algo de bueno y no es que lo tengan de malo.

-“¿Le has llamado?”

Apenas me da tiempo a acomodar el auricular en la oreja y ya me está interrogando. No sé de quién me habla. No recuerdo a quién debía llamar. ¿Acaso tenía una llamada pendiente?.

-“Porque si él no te ha llamado deberías llamarle tú”.

El interrogatorio da paso a una disertación acerca de cómo tomar la iniciativa.

-“¿Opinas que debería hacerlo?” (Ni que me importara su opinión).

-“Por supuesto que sí, ni lo dudes. Ya estás tardando”.

Le prometo que lo haré ipso facto, en cuanto deje de hablar con ella y tras un breve intercambio de estados e información nos despedimos con la palabra dada de llamarle.

Pero no lo hago. Mi diligente cabecita me dice que sería más apropiado un impersonal (y más barato) SMS del tipo: “Hola, soy Daedalus, nos conocimos el viernes, tal vez me recuerdes (o no). Nos presentó un amigo común..."

Cumplida mi misión vuelvo a mis tareas laborales y me olvido del tema. Al escaso cuarto de hora suena el teléfono.

-"¿Ya le has llamado?, ¿Qué te ha dicho?, ¿Habéis quedado?.

Le digo que le envié un mensaje, que no me apetece hacer llamadas personales desde el trabajo, que está lloviendo a cántaros para salir fuera a la calle y llamar desde mi móvil... ninguna de mis disculpas la acaban de convencer del todo, me temo, tampoco lo pretendo.

-"En cuanto te conteste me avisas".

La respuesta se hace esperar y cuando por fin llega, como no podía ser de otra manera, es una disculpa del tipo: "hoy estoy liadísimo etc, etc". Como yo no soy del género insistidor y mi interés en él oscila entre el poco y el nada decido llamarla antes de que ella lo haga para informarle y cerrar el tema. Su decepción no puede ser más grande (y mi alivio).

En la tarde de ese mismo día, ya en casa, comienza a oírse por algún rincón la melodía que Antón Karas compuso para la banda sonora de El tercer hombre (ahora sustituida por Mancini y su Pink panther). Como es habitual en mí no sé donde he dejado abandonado el teléfono. Cuando por fin lo localizo guiándome por su música ya ha dejado de sonar. Era él el que llamaba. Ya volverá a llamar, me digo.

Efectivamente, vuelve a llamar. Tras un “¿cómo estás, linda?” que me deja descolocada (pero qué me ha llamado este romano) viene una sucesión de disculpas (nada me irrita más que las disculpas no precisadas) y la propuesta de que nos veamos el viernes. Como soy una buena amiga, especialmente de mí misma, propongo ampliar la cita a cuatro e invitarla a ella y a ti. Parece dudar en los primeros momentos, no sabe si tú, su amigo, tendrás ganas. Estás muy liado, no pasas por buenos momentos, tu última novia te ha dejado, aún no te has recuperado y un buen montón de razones y excusas que a mí, inasequible al desaliento, me parecen muy poco convincentes. Propongo ser yo la que hable contigo. Seguro que soy capaz de convencerte porque alguien que presenta ese cuadro de despropósitos nunca podrá negarse a emborracharse en compañía.

Me arrepiento de haberlo dicho nada más decirlo pero él aunque a desgana parece estar de acuerdo y deja en mis manos la tarea de organizarlo todo excepto la elección de restaurante, eso es cosa suya.
Así comienza un baile de llamadas y mensajes entre él y tú, eso lo supe más tarde, ella y él, eso lo supe casi al instante, ella y yo y por fin tú y yo. Desde luego supiste fingir a la perfección tu sorpresa ante mi llamada, que ya era esperada, y a pesar de hacerte de rogar un poco, supongo que eso formaba parte del papel a representar, a los escasos dos minutos ya teníamos una cita, aunque fuera a cuatro manos.

*Los hombres se clasifican, o yo los clasifico, en posibles, imposibles, probables e improbables. Una clasificación al margen se ocupa de los macarras, que es la clase suprema, el resto se dividen entre metrosexuales de gym y gafapasta con ínfulas intelectuales.

Primeras frustraciones


Justamente un paraguas, Maga, te acordarías quizá de aquel paraguas viejo que sacrificamos en un barranco del Parc Montsouris, un atardecer helado de marzo. Lo tiramos porque lo habías encontrado en la Place de la Concorde, ya un poco roto, y lo usaste muchísimo, sobre todo pera meterlo en las costillas de la gente en el metro y en los autobuses, siempre torpe y distraída y pensando en pájaros pinto o en un dibujito que hacían dos moscas en el techo del coche, y aquella tarde cayo un chaparrón y vos quisiste abrir orgullosa tu paraguas cuando entrábamos en el parque, y en tu mano se armó una catástrofe de relámpagos y nubes negras, jirones de tela destrozada cayendo entre destellos de varillas desencajadas, y nos reíamos como locos mientras nos empapábamos, pensando que un paraguas encontrado en una plaza debía morir dignamente en un parque, no podía entrar en el ciclo innoble del tacho de basura o del cordón de la vereda; entonces yo lo arrolle lo mejor posible, lo llevamos hasta lo alto del parque, cerca del puentecito sobre el ferrocarril, y desde allá lo tiró con todas mis fuerzas al fondo de la barranca de césped mojado mientras vos proferías un grito donde vagamente creí reconocer una imprecación de walkiria. Y en el fondo del barranco se hundió como un barco que sucumbe al agua verde, al agua verde y procelosa, a la mer qui est plus félonesse en été qu'en hiver, a la ola pérfida, Maga, según enumeraciones que detallamos largo rato, enamorados de Joinville y del parque, abrazados y semejantes a arboles mojados o a actores de cine de alguna pésima película húngara. Y quedo entre el pasto, mínimo y negro, como un insecto pisoteado. Y no se movió, ninguno de sus resortes se estiraba como antes. Terminado. Se acabo.

Oh Maga, y no estábamos contentos.


No creo que necesite presentación...

viernes, octubre 05, 2007

Para la terapia de este viernes se recomienda...



Estoy Bartok de todo,
bela
bartok de ese violín que me persigue
de sus fintas precisas,
de las sinuosas violas
de la insidia que el oboe propaga
de la admonitoria gravedad del fagot,
de la furia del viento,
del hondo crepitar de la madera.

Resuena bela en todo bartok: tengo
miedo.
La música
ha ocupado mi casa.
Por lo que oigo,
puede ser peligrosa.

Échenla fuera .

de Ángel González







P.D. Y ya sé que lo que suena no es Bartok...

jueves, octubre 04, 2007

Free Burma!


Aunque suelo ser bastante escéptica con este tipo de cosas opino que no siempre hay que quedarse callado.
Lo he visto en el blog de León el Africano y me ha parecido interesante. Si quieres unirte a la iniciativa pincha aquí, por una Birmania "libre".

By(e) the way




Razones habría muchas.

Tal vez no alcancen los dedos de tus manos para contarlas.
Tal vez alcancen tus sentidos para comprenderlas…

¿La primera de ellas?

Probablemente mi falta de constancia que hace que no me guste competir, con nadie ni por nada, ni apostar, ni jugármela por un tipo que probablemente no merezca la pena (y aunque la mereciera).

No tengo interés en llegar la primera a la meta para verme rodeada de hipócritas sonrisas y falsas adulaciones.

-“¿Por qué te interpones en mi camino, pues?”.

Preguntas con tu perfil más intimidante e inquisitivo, ése que sacas a pasear de cuando en cuando si las cosas se tuercen en tu presuntamente ordenada (y controlada) vida.

Si ésa es la única pregunta que se te ocurre hacer tendrás que encontrar tú la respuesta…

miércoles, octubre 03, 2007

Olha que coisa mais linda, mais cheia de graça




Cada mañana me asomo a los periódicos con una alta dosis de escepticismo que siempre supera al afán informador o a la curiosidad diaria. Bien decía aquél que no hay nada más de cierto en ellos que el precio y la fecha.

Últimamente tanto diarios como informativos parecen ediciones revividas de aquel periódico desaparecido que si la memoria no me falla se llamaba “El caso” y se caracterizaba por dedicarse a cubrir exclusivamente lo que por aquel entonces algunos llamaban crímenes pasionales; hoy y aquí, violencia de género; y por algún que otro lugar, crímenes de honor. Así que casi nada de lo que leo o veo me sorprende ya, pero esta mañana cierto periódico se superó a sí mismo con un titular que decía algo así: "Sorpresa en la playa y en el muro de San Lorenzo por la presencia de una joven nudista".

No dudo que la chica en cuestión tuviera cierto afán de protagonismo y notoriedad, no creo que de lo contrario se dedicase a pasearse un día de principios de otoño por una playa urbana no nudista siendo como somos todas sus usuarias plenamente conscientes de que todo el paseo marítimo es una excelsa galería donde los “paisanos playos” de todo tipo y condición bien acodados en la barandilla se pasan las tardes y parte de las mañanas escrutando y analizando cada cm de carne ajena. En todo caso es muy libre de hacerlo si le place, que no es mi intención, nada más lejos de la realidad, censurar su actitud.

Lo que me parece tremendamente reprobable es que un diario que se las da de serio, líder en la información autonómica y un buen montón de bla bla bla considere noticia que una chica tome el sol desnuda en una playa.

Como bien dice el periodista autor del escrito, no es ningún delito (excepto si la exhibición va acompañada de actos obscenos, indica el diligente plumilla) y tras una velada recomendación a que acuda a otra playa nudista de las cercanías se cierra el artículo indicando que a izquierda y derecha la chica se pasea desnuda y toma el sol, respectivamente, en sendas fotografías que lo ilustran.

No entiendo mucho de leyes pero no sé hasta que punto eso no supone una intromisión al honor y a todas esas zarandajas a las que alude nuestra bien amada Constitución. En todo caso y al margen de lo absurdo de la noticia me parece un atentado contra el sentido común que los paseantes (y transcribo literalmente) no dieran crédito a lo que estaba ocurriendo, como si allí se estuviese cometiendo un asesinato.

Recuerdo que este mismo verano y en ese mismo periódico, en las sin par cartas al director que escribe la ciudadanía y que para mí son de obligada lectura, alguien se quejaba de la falta de pudor de las mujeres en las playas aludiendo a la por otro lado poco extendida práctica del “top less” en las playas del Cantábrico. Quejándose la madre de familia, pues como tal se identificaba, de que las playas ya no fueran lugares adecuados para acudir con los niños y reclamando que alguna ordenanza municipal pusiera orden reservando playas para uso familiar declarándolas zona libre de mujeres desvergonzadas, adictas a lucir sus encantos y futuribles sufridoras de cáncer de piel.





Porque una es poco dada a tomar el sol, al nudismo y al “top less” por causas dermoestéticas básicamente, pero ante semejante declaración de intenciones apetece declararse en rebeldía.

martes, octubre 02, 2007

Entre la magia y las preguntas


Sí, definitivamente ha tenido que ser cosa de magia, no podría haber sido de otro modo. ¿Alguien ha sido capaz de conseguir una entrada para EL CONCIERTO?. El teléfono ha comunicado toda la mañana, la página web ha estado colgada desde antes de las 10 y las entradas agotadas... no nombraré a la ignominiosa empresa que una vez más se ha encargado de la no venta.

A los afortunados, enhorabuena y que ustedes lo disfruten; el resto nos quedamos con el consuelo de intentarlo en Bilbao y al menos por mi parte con que I'll work for your love ya forma parte de mi banda sonora particular...

Por cierto, no deja de ser curioso como el Jefe "agarra" a la Scialfa en la foto promocional de la gira como si marcara su territorio o pretendiera disipar rumores de una posible crisis matrimonial (el cabreo saca mi lado más cotilla).
Pour me a drink Theresa
In one of those glasses you dust off
And I'll watch the bones in your back
Like the stations of the cross'

Round your hair the sun lifts a halo
At your lips a crown of thorns
Whatever other deals goin' down
To this one I'm sworn

I'll work for your love, dear
I'll work for your love
What others may want for free
I'll work for your love

The dust of civilizations
And loves sweet remains
Slip off of your fingers
And come driftin' down like rain

The pages of Revelation
Lie open in your empty eyes of blue
I watch you slip that comb through your hair and this I promise you

[...]

Your tears, they fill the rosary
At your feet, my temple of bones
Here in this perdition we go on and on

Now our city of peace has crumbled
Our book of faith's been tossed
And I'm just out here searchin'
For my own piece of the cross

The late afternoon sun fills the room
With the mist of the garden before the fall
I watch your hands smooth the front
of your blouse and seven drops of blood fall

[...]

Cumpleaños


Acuden hoy mis treinta y tres años
para exigirme que los recuerde a todos.

Cuánto me conocen:
han sabido de mí toda la vida.

Algunos me reclaman
por haberlos gastado inútilmente.

Otros piensan
que exageré en aquellas cosas tristes.

Los más habrían querido no escribir:
consumirse en canciones.

Sin embargo esperan reunidos en la mesa
que yo vuelva con un trago para todos.

Porque si alguno falta no seríamos lo mismo,
nos prometemos seguir juntos

y decirnos salud.

Eduardo Langagne



P.D. Y no es mi cumpleaños...

lunes, octubre 01, 2007

Échame a mí la culpa


[...] Octubre se disfrazó
de junio, enero, marzo
fluye en mis venas como entonces
acecha sin medir las consecuencias.

Octubre, compañero, es el culpable.

S.E. Regalado


Alguien me decía esta tarde que la canción abajo firmante era un tanto triste proponiéndome un par de alternativas que en mi opinión no lo eran menos. La canción, el “post”, supongo que mi estado de ánimo por extensión… No dejan de ser curiosas las lecturas que se hacen de lo que una completa desconocida puede llegar a escribir (o mostrar) cuando las más de las veces poco o nada tienen que ver con la realidad o con la intención perseguida, máxime cuando no siempre son coincidentes.

A mí Lou Reed siempre me ha levantado el ánimo (en el sentido más amplio de la palabra, solo o aderezado con la Velvet underground) por motivos un tanto insensatos que no contaré, al menos no aquí ni ahora. Y Sweet Jane siempre me gustó especialmente. No me parece en ningún caso una canción triste, aunque como bien decía antes, la interpretación del oyente es tan libre como la del lector y a mí lo que me transmite es que al final de todo siempre hay esperanza, pudiendo encontrarla en las cosas más simples, ésas que tantas veces obviamos... porque como bien dice la canción si has tenido un corazón no te darás la vuelta para romperlo.

P.D. Francamente me deprime mucho más Debussy... y probablemente tenga Vd. razón y a ambos nos haga falta un buen polvo, no tengo claro sin conjuntamente o por separado.

sábado, septiembre 29, 2007

Va por ti... (y por mí)




Aunque ya sea tarde... como si no pasara nada.

"...canta, lastimada mía. "

(Miguel de Cervantes)

[...]You know that women never really faint/

And that villians always blink their eyes/

And that you know children are the only ones who blush/

And that life is just to die/

But anyone who ever had a heart/

Oh they wouldn't turn around and break it / [...]

Sweet Jane

... porque todos hemos interpretado nuestro papel.

miércoles, septiembre 26, 2007

Nada sabe, nada quiere, nada tiene




Me interroga Jesucristo Superstar acerca de mis planes para cuando pase todo. Mi respuesta no puede ser más obvia, desde mi punto de vista al menos, y es un rotundo "depende" que a él no parece convencerle del todo aunque no pregunta "¿de qué?", no es necesario, en todo caso yo me adelanto con un más obvio, "depende de si todo sale bien o todo sale mal".

Entorna la mirada como él sólo sabe hacerlo y murmura entre dientes que evidentemente todo saldrá bien. Tal muestra de confianza en mí me enternece y no puedo olvidar que viniendo de quien viene no dejar de ser un gesto un tanto insólito. Sé que no me aprecia, tengo mis serias dudas de que sea capaz de sentir afecto por alguien que no sea él mismo, ni siquiera por su mujer e hijo, pero si sé que me respeta, lo cual sin ser motivo de orgullo no resulta del todo desagradable.

Él sigue insistiendo en su pregunta y dado que aún no he agotado los diez minutos de cháchara insulsa que me he propuesto concederle semanalmente, cuarto de cortesía y mitad de displicencia por mi parte, me dispongo a enumerarle mis numerosos planes para los días "después de" que en realidad no son tan numerosos y que por no ser ni siquiera son planes...

Lo que de verdad me apetece y probablemente sea lo primero que haga será comprarme la nueva novela (que completa la trilogía) del joven Marías y leerla, claro está. Lo de buscarme un novio feo, fuerte y formal me lo callo.
Me mira con cara de asombro, parece tremendamente decepcionado. Tal vez esperaba de mí que me enrolara en un barco destino a Pernambuco, que pidiera dos años de excedencia para irme a Sudán o tal vez me retirara a hacer meditación al Tibet. No sé si sentirme halagada con su decepción, espera de mí mucho más de lo que realmente soy. Yo sólo quiero que pase todo y poder dedicarme aunque sea tan sólo una tarde a leer sin tener que preocuparme de nada más.

No sé si algo parecido les ocurre a los lectores de este blog que día tras día entran aquí y se encuentran con que sigue sin actualizar o lo que es peor, con cuatro líneas absurdas y una canción probablemente pasada de moda. Pero ya lo advertí,
a veces en octubre, es lo que pasa...

domingo, septiembre 23, 2007

Escuchando a Andrés...




... que por cierto se diría quedó atrapado en un remanso del río.






"Hay días para quedarse a mirar,
hay días en que hay poco para ver,
hay días sospechosamente Light,
hay un deseo que pido siempre que pasa un tren."

Mi gin tonic

martes, septiembre 18, 2007

Piérdeme el respeto

No es cuestión de hacerle un monográfico a la gran Paquita, la del barrio, merecido en todo caso, pero es imperdonable que no la conozcas Oscar... a partir de ahora seguro que no la olvidas y no olvides darme las gracias.

A continuación dos de sus grandes hits:

Rata de dos patas



Tres veces te engañé



Y mi preferido, aunque confesaré que la elección es difícil, Piérdeme el respeto

Un tiempo mejor





La última vez que jugamos al dos por dos yo acabé con el uno equivocado y no fue consuelo saber que nadie contó con la suerte en el reparto así que fue un alivio ver que por primera vez nuestros gustos caminaban en direcciones contrarias, los mismos que siempre comían del mismo plato, cediéndose, por supuesto, educadamente, los turnos.

Que yo no entendiera qué carajo encontraba ella en semejante tipo era lo de menos. Yo no le pedía su opinión sobre mis respectivos, consciente de que en muchos casos ésta sería completamente reprobadora. La base de nuestra amistad ha sido siempre el respeto y tratándose de dos personas adultas y supuestamente maduras poco espacio queda para recriminar a la otra los errores que en nuestra opinión se cometen. Nunca le dije nada malo acerca de él, tampoco bueno, es cierto, y no por falta de múltiples esfuerzos por mi parte en tratarle y conocerle con el fin de descubrir esas maravillosas cualidades de las que ella siempre alardeaba. Es tan buen tipo, siempre decía… Pero yo sólo veía a un tipo gris, de media sonrisa, feo, esto probablemente fuera lo de menos, porque sobre todo era pobre, pobre de espíritu. Claro que en noches deslenguadas le hacía entender que esa "no relación" era una pérdida de tiempo. Nunca he entendido el sentido que puede tener amar a alguien que te ignora, que te llama con el cambio de estaciones o cuando le ha dejado plantado su última novia.

Nunca me ha gustado dar consejos ni acudir a moralidades, las más de las veces estúpidas, pero el amor es demasiado valioso para desperdiciarlo con quien no merece la pena…

Related Posts with Thumbnails