lunes, octubre 29, 2007

A nadie has conocido



La semana pasada debió de ser la de las dedicatorias... esta vez desde el trastero ...

sábado, octubre 27, 2007

Ente nós

Te hubiera gustado Oviedo a pesar del ruido atronador de las gaitas, de la prinzesa y el vaporoso vestido de Soledad[1] .

A pesar de él, al que seguramente todavía detestas, que soportaba a pie firme como cada viernes de octubre desde hace un buen puñado de años en una esquina de Uría gaita al hombro y montera bajo el brazo; que me llamó a gritos para hacerse oír entre tanto peinado imposible de rubio gabiniano.

Te hubiera gustado porque nada ha cambiado aunque ya no seamos los mismos. La ciudad sigue ahí, como la dejaste, si acaso un poco más vieja, mientras nosotros olvidamos bautizando un nuevo deseo.

[1] De mayor quiero ser como ella, o en su defecto, tener su guardarropa.

jueves, octubre 25, 2007

101 ".............................."


Hay quien dice que lo importante es que hablen de uno mismo aunque sea mal, yo prefiero decir que lo importante es que hablen bien, porque mal ya presupongo que lo hacen.

Gracias Oscar... aunque lamento decirte que yo nunca llevé coletas.

Francamente querido, eso no me importa


Escuchando "No lloro por ti", canción incluida en "Verano fatal", ese mano a mano entre Christina Rosenvinge y Nacho Vegas que vuelve a la escena musical tras ese tremendo pastel de merengue que fue " El tiempo de las cerezas" con un tal Bumbury.

Ya saben, Nacho Vegas ex Manta Ray (altamente recomendable también el hermanísimo Xabel Vegas) y ella es Christina la ex de Alex, de los Subterráneos y de Ray Loriga (imperdonable que la dejara por la modeluqui ésa de brazos interminables) y cuñada de Benjamín Prado, además de hacedora de un puñado de discos más que interesantes hace ya un tiempo.



miércoles, octubre 24, 2007

Diario de un seductor


No es tu sexo lo que en tu sexo busco

sino ensuciar tu alma: desflorar

con todo el barro de la vida

lo que aún no ha vivido.


"El que no ve" de Leopoldo Maria Panero

domingo, octubre 21, 2007

sábado, octubre 20, 2007

Yo, minoría absoluta


Se lee hoy en el diario El País, Gobierno y sindicatos negocian un sueldo mínimo de 1.000 euros para funcionarios.

Las reacciones no se han hecho esperar.

Medida electoralista. Búsqueda de un puñado de votos. Indecencia absoluta tratándose de tan privilegiado colectivo y un montón de comentarios negativos hacia los funcionarios.

Una leyó hace mucho tiempo a Larra y pensaba que el mito de la ventanilla y el vuelva usted mañana estaba desterrado. Siendo ciudadana y usuaria de la función pública me encuentro tras la ventanilla a todo tipo de personas, que no funcionarios; amables, insufribles, invadidos por la desidia o extremadamente eficientes. Exactamente igual que cuando voy al banco o a sacar unas entradas al cine o al supermercado o pido una cerveza en un bar o acudo a la peluquería o voy a determinadas tiendas. Por no hablar de cuando acudo con una avería en el coche a un taller mecánico.

Siempre había creído que los funcionarios pagaban impuestos, sí, eso que se llama IRPF. Que sus sueldos eran por lo general bastante más bajos que los del sector privado (conozco a unos cuantos exiliados de la función pública, vía excedencia, que en busca de mejor condiciones económicas se han ido al sector privado y no han vuelto, será que lo han conseguido). Cuando acudo a determinados edificios administrativos veo en la entrada máquinas de “fichar”, así que deduzco que debe haber control horario. Hasta donde yo sé tienen 23 días laborables de vacaciones, excepto el personal docente, pero ésa es otra historia, e incluso algunos trabajan por las tardes. Increíble, un funcionario que no trabaja sólo de 8 a 3, (a veces hasta ni las cobran).

Pero no, el concepto que se tiene en este país de funcionario es de un vago y maleante que se dedica a sestear durante una media de cuatro horas al día y la sacro santa media hora del café, que nunca entra a las ocho y siempre sale antes de las dos. Ya lo decía aquél, el que vale, vale, y el que no, a hacerse funcionario. Pues oiga, yo animo a todos, valgan o no valgan, a que se hagan funcionarios. Está al alcance de cualquiera entre los 16 y los 65 años de edad. Usted preséntese a unas oposiciones, apruébelas, pongamos el ejemplo en una comunidad autónoma, 19 plazas de grupo D, para los no entendidos, auxiliar administrativo, con un sueldo medio en torno a los 1.000 euros, para las que se presentan 7.000 personas y después me cuenta.

Por cierto, yo soy funcionaria y de ser cierta e implantarse esa medida me alegraría infinitamente por los funcionarios de la Administración General que están en franca desventaja y claramente desfavorecidos frente a los autonómicos y no digamos los de ayuntamientos.

domingo, octubre 14, 2007

Duda existencial




Un blog tiene muchas utilidades, me he dicho, y una de ellas tal vez sea resolver una duda que me persigue desde hace meses. He intentado por todos los medios posibles averiguar el título de una película, sin éxito alguno. Tal vez algún amable lector pueda ayudarme.

No tengo muchos datos, sólo recuerdo vagamente el argumento y poco más. Un norteamericano (juraría que era de los States) llega al sur de Italia, pongamos Nápoles, Capri o Sorrento donde tiene o ha heredado o se ha comprado una mansión que está ocupada por un colegio de señoritas (o algo parecido) y acaba enamorándose de la profesora de las susodichas.

Poco más puedo añadir. Tan sólo que si alguien me puede ayudar le estaré eternamente agradecida y si es necesario un incentivo, sea, aunque no olviden que una es moderadamente pobre.

Palabras que no encuentro

"...when it`s cold and there`s no music
well your old hometown is so far away but,
inside your head there`s a record
that´s playing a song called..."

Tom Waits


Sólo puedo decir... gracias. Tal vez no te las merezcas (no tengo claro quién ha ayudado más a quién aunque probablemente el verbo ayudar no sea el más adecuado). Por lo demás... ya puedes comenzar a maldecirme, aunque no lo merezca...

sábado, octubre 13, 2007

El cajero automático



Voy a la caja
de ahorros
de Asturias
a cobrar un cheque
de la Fundación Municipal
de Cultura.
Un cheque por valor
de seis mil pesetas,
por la venta de cuatro
ejemplares de mi último
libro de poemas.
Cuando por fin
llega mi turno
y me acerco a la ventanilla,
el cajero
me mira con desconfianza,
me mira como si yo fuera
a sacar en cualquier momento
una pistola y gritar
¡Esto es un atraco!
¡Manos arriba todo el mundo!.
Me exige el carné de identidad,
lo examina cuidadosamente
y después se levanta, sale
y observo que se pone
a charlar con otra persona
y que los dos me miran
y menean sus cabezas.
Luego mi cajero vuelve,
pero todavía se demora
un poco más consultando
no sé qué en unos archivos.
Finalmente, de mala gana,
me acepta el cheque.
Y todo esto
porque ha visto mis tatuajes.
Los dos tatuajes
que llevo en las manos.
En la izquierda,
la estrella de David.
En la derecha,
el rostro
y el bastón de Charles Chaplin.
Pero él, en la estrella
no reconoce el símbolo
de la libertad,
y en el rostro
y en el bastón de Charlot,
no descubre el humor,
la carcajada,
la risa sana.
No. Él no ve nada de eso.
Solo ve dos jodidos tatuajes,
y en consecuencia, una cárcel,
y por tanto, un ex
presidiario.

Yo.

El cajero automático (El demonio te coma las orejas) de David González

(en construcción)

¿Qué lleva Isabel II en su bolso?


Ayer publicaba el diario El País una de esas noticias absurdas que entiendo yo se usan para cubrir huecos. Pues bien, se preguntaban qué llevaba la Reina Isabel II (de Inglaterra, se entiende) en su bolso. En esos bolos ridículos que luce primorosamente y agarra con sus manos enguantas y monocolores a juego con el resto de su indumentaria, desde el abrigo al broche o al sombrero.

La respuesta es que no guarda nada. El bolso es usado para hacer señas y comunicarse con sus asesores, guardaespaldas, damas de compañía, o quién quiera que sea que la acompaña en actos públicos

Supongo que en cierta medida es casi decepcionante teniendo en cuenta que algunos consideran al bolso femenino como un pozo sin fondo a lo caja de Pandora que guarda y atesora todo tipo de artilugios.

He decidido examinar el mío, el de diario, ése que ahora llaman shopping bag debido a sus dimensiones. Esto es lo que me he encontrado:

1- El teléfono móvil. No deja de ser una ironía que haya sido lo primero que he encontrado, porque cuando suena nunca aparece y cuando por fin lo localizo en lo más recóndito del bolso ya ha dejado de sonar. Por supuesto sin batería.

2- Crema para las manos.

3- La funda de las gafas de sol sin las gafas que aparecerán más tarde.

4- 3 caramelos de café con leche.

5- La funda de las otras gafas y esta vez con ellas en su lugar.

6- El recipiente para las lentillas.

7- Un lápiz de labios.

8- La cartera. Llena y a punto de explotar con monedas de 1, 2 y 5 céntimos. Tarjetas de descuento de un número incontable de supermercados que no uso. Listas de la compra con cosas que no he comprado. Tarjetas de crédito. Carnés de mil y un sitios que no visito.

9- Agua termal.

10- Seda dental.

11- Un calendario.

12- Un juego de manicura.

13- Una pequeña cruz de madera que alguien me regaló hace mucho tiempo y que no sé qué hace aquí. Comprada, según me dijeron al regalármela, en un monasterio búlgaro.

14- Tampones.

15- Un mechero.

16- Un pequeño neceser con útiles de maquillaje.

17- El iPop con lo último de Quique González, “Avería y Redención” y las “Variaciones Goldberg” por Glenn Gould.

18- Paraguas plegable.

19- Pañuelos de papel.

20- Agenda.

21- Un libro sobre jurisdicción administrativa.

22- Cepillo y pasta de dientes.

23- Una pluma.

24- Una esponja para limpiar zapatos.

25- Una pequeña libreta para tomar notas.

26- Un botellín de agua.

27- ¿Cerillas?

28- Una muestra de colonia.

29- Dos juegos de llaves.

30- Un plátano.

31- Ibuprofeno.

32- El último libro de Vila-Matas que acabo de comprarme “Exploradores del abismo”.

33- Un sobre de azúcar y dos terrones.

34- Un bolígrafo Bic de color rojo.

35- Un CD con la película Hotel Rwanda bajada de el Emule.

viernes, octubre 12, 2007

¿Qué será, será, será?


Llega la cuasi sagrada media hora de descanso que todos llaman "hora del café", nombre que me parece bastante impropio puesto que en la práctica no es una hora, sino media y no necesariamente hay que dedicarla a tomarse un café, al menos no en mi caso.

Se me acerca la viudita alegre y me pregunta si la acompaño a tomarse un te. Acepto y cojo el bolso y me pongo la gabardina. Llega la Carola encaramada en unas maravillosas botas de Mascaró y envuelta en un no menos maravilloso chaquetón de Ángel Schlesser. Dadas las coordenadas expuestas es lógico que mi sentido del gusto se vea tremendamente alabado cuando elogia (sinceramente) mi gabardina. Tras un sinfín de: ideal, fashion, chic,... la interrumpo diciéndole lo poco que me ha costado. Pero lo cierto es que no recuerdo lo que me costó, y aunque no creo que el precio hubiese sido especialmente excesivo no recuerdo que fuese una ganga. Ellas y yo somos incompatibles.

Me dice que si ha sido barata le gusta el doble. No entiendo esa respuesta como no he entendido la que a mí inconscientemente me ha salido. Y es una conversación que muchas veces he vivido. Alabas algo, generalemente una prenda de ropa o zapatos o un bolso y de inmediato la usuaria se jacta o presume de lo poco que le ha costado, mentira cochina probablemente la mayor parte de las veces.

¿Por qué lo hacemos? Acaso es una forma de aliviar nuestra conciencia por las cantidades de dinero que nos gastamos (algunas) en zapatos imposibles, bolsos que no necesitamos y ropa que llena nuestros armarios esperando su turno de salir a la calle.

La Col.lá Propinde




Podríais haberos esforzado un poquito más en el vídeo, digo. Tiene su gracia en todo caso aunque después de lo de anoche se os perdona todo a La Col.lá Propinde (léase "cochá") que no al Indio.

Quién nos lo iba a decir, Pelucas.

miércoles, octubre 10, 2007

Quizá me he confundido de pasado, de presente tal vez, y de futuro.

Sólo sangre




Encima de la mesita de noche
hay una máquina de escribir.
en el carro, en vez de papel,
hay un piel roja.

Vendían otros indios
en el tenderete de las postales.
les habían fotografiado
delante
de una pared
de ladrillos
de adobe rojo.
llevaban sombreros
de hongo y chalecos
de rayas.
tenían el pecho hundido.
para sostenerse
de pie
se agarraban a una botella
de whisky.

El indio
de mi máquina
de escribir
se agarra al pelo
de su caballo.

El indio
de mi máquina
de escribir
es un guerrero,
un sioux
oglala.

El ejemplo
que hay
que seguir.

Me recuerda
que no debo rendirme
nunca,
que debo mantenerme
siempre

en pie
de guerra.


de David González


(Es posible que os canséis de ver poemas de David González por aquí últimamente. Lo estoy releyendo estos días desde aquel "El demonio te coma las orejas" y con cada nueva lectura me gusta más. Hoy, ahora, especialmente recuerdo que debo elegir entre la rendición o la lucha).


martes, octubre 09, 2007

El círculo se ha cerrado (Useless desire IV)


[...] Lloro por él, por eso

se llama amor, yo lo inventé

en homenaje a ti

el sexto día...


No es por ti por quien lloro... de Ana Istarú

Muchas veces nos preguntamos o nos preguntan por qué un blog. Cuánto de exhibición o de literatura (no es este el caso). Yo misma me respondo. Desearía que me leyeras… como una vez lo hiciste. Que repitieses aquellas palabras y acabáramos por conocernos. Nunca lo hicimos.

Aquella noche desde luego no era el momento. Si hubiésemos tenido el coraje que algunos atribuyen a los valientes tal vez yo no hubiera acabado en sus brazos ni tú rozando los de ella en un ejercicio inútil entre la soledad y el deseo.

Recuerdo apenas lo que sucedió entonces. Probablemente haya preferido olvidarlo.


P.D. Quizás te gustaría saber en todo caso que hace escasos días que hemos dejado de vernos. Supongo que él te informará puntualmente, tal vez llegado el fin de semana cuando busque un hombro amigo con el que emborracharse y con el que representar el papel de amante despechado al que parece haberse aficionado.

Antes de llegar ya me voy



Estos poemas están dedicados
a todos los que me quieren mal.
A todos mis enemigos.
Que les follen, que se jodan.
He vivido el tiempo suficiente
como para escribir este libro.


El demonio te coma las orejas de David González


Yo llegaba de una guerra.
No arrastraba lástima ni sufrimiento
porque éste se elige.
Me senté frente a ti y te di la bienvenida.
No te equivoques, fui yo quien abrió la puerta.


No es miedo, ni ternura o piedad,
tan sólo indiferencia
lo que tú crees que nos une
y yo sé que nos separa
porque las palabras, no digamos los gestos,
tienden a traicionarme.


Me he conformado.
Carece de importancia ahora,
sólo queda vacío,
el que vas a sentir a partir de este instante
cuando acabe de escribir estas palabras.


Seré una mujer sola,
sola, sí,
pero no me asusta.
Estar sola significa estar acompañada de mí misma
y a día de hoy no concibo mejor compañía.

Os presento a Henry Felgueroso

lunes, octubre 08, 2007

Polvo de estrellas




A él se lo escuché:

al científico,

al escritor:

a John Gibbin:


Básicamente, dijo,

somos polvo de estrellas.


Sí, repitió, eso es lo que

somos: polvo de estrellas.


Convendría no olvidarlo.

Tenerlo siempre presente.


Polvo.


No estrellas.


De David González.

domingo, octubre 07, 2007

Useless desire (III)


Agua mineral y una triste ensalada para mí frente a tres devoradores de grasientas costillas. Me veía fuera de lugar y no sólo por asuntos gastronómicos. Me aburría. Me aburren los juegos de seducción y toda la impostura propia de esas circunstancias incluso cuando yo soy la protagonista, o más bien la antagonista, me sentía como una malvada de telenovela venezolana.

Harta como estaba de conversaciones banales, de tímidas sonrisas, de alardes fingidos y pasiones pasadas cuando ya llegábamos a los postres que nos saltamos para ir directamente al café comenzamos a discutir sobre qué hacer a continuación dado que no nos poníamos de acuerdo. Todos excepto yo tenían su propuesta, a mí me daba exactamente igual el lugar elegido, sólo quería levantarme de esa mesa.

Muy propio de mí es alejarme de las discusiones cuando nada tienen que ver o cuando no quiero implicarme por el motivo que sea así que me levanto y voy al baño. Allí me cruzo con un grupo de treintañeras celebrando una de esas absurdas despedidas de soltera en las que las chicas van todas vestidas iguales y a la novia y futura esposa la adornan con toda suerte de atributos sexuales masculinos. Nunca le he encontrado la gracia al asunto.

Cuando me acerco a la mesa aún se seguía sin alcanzar un acuerdo y la discusión seguía especialmente enconada entre él y tú. No entiendo como no pude darme cuenta en ese momento que lo que realmente os disputabais no era la elección de bar.

Soy tímida, lo he dicho en anteriores ocasiones. Patológicamente tímida y profundamente pudorosa pero cuando me aburro, por momentos y como desafío a esa timidez me vuelvo completamente irracional e impulsiva. De peligrosa me calificó una vez alguien, a lo que yo añadiría, básicamente para mí misma, no tanto para los demás.

Tengo una propuesta, digo tímidamente y los tres me miráis. Ella enseguida me interrumpe para asegurarse que no sea uno de esos bares de mala muerte de Cimatatown a los que soy tan aficionada. La tranquilizo:

-“No, chata, es demasiado pronto para esos antros de mi perdición. Ni se me ocurriría proponértelo a ti, ya sé que no son de tu agrado. Voy a pedirle unas páginas amarillas al camarero para buscar la dirección de algún sex-shop que supongo son de horarios tardíos y aún siguen abiertos a estas horas. Había pensado que podía pasarme por allí ahora para resolver un pendiente. Podéis acompañarme o nos encontramos luego.”

Ella pone los ojos en blanco apenas unas milésimas de segundo ante vuestra inmutabilidad. Él saca su teléfono móvil y me dice que no es necesario requerir al camarero, conoce a una compatriota suya que trabaja o trabajaba de dependienta en uno. Llama a alguien que contesta al otro lado del teléfono y en un idioma incomprensible supongo que saluda y plantea la cuestión. Me pasa el teléfono.

La noruega resulta ser una chica encantadora. La tienda en cuestión resulta estar en una calle que conozco. Y ellos resulta que deciden acompañarme.


Useless desire (II)

Yo me alejé
pero llevo en la mano
aquel cielo nativo
con un sol gastado.

Horizonte
de Vicente Huidobro


Viernes, en torno a las ocho de la tarde. Ella y yo perfectamente maquilladas, vestidas y encaramadas en nuestros tacones a la entrada de un centro comercial. ¿Se puede llegar a encontrar una en situación más ridícula (y denigrante) que citarse a la entrada de un centro comercial? La respuesta me temo es un rotundo no. Ya bastante grotesca es una cita a cuatro como para añadirle esa circunstancia, aunque en mi descarga añadiré que la idea obviamente no fue mía, ni siquiera de él, sino de ella, por motivos de cercanía, puntualidad y otros de índole diversa que no vienen al caso.

Que acabáramos en el
Ca Beleño supongo si debió ser idea mía, aunque no lo recuerdo es altamente probable. En las primeras citas me gusta pisar terreno conocido y donde me sienta cómoda al margen de que de alguna manera es una forma de marcar mi territorio. Éste es mi ambiente, ésta es mi gente, ésta es la cerveza que me gusta… si no te convence más vale que te olvides porque lo que ves forma parte de mí.

La conversación la dirigían ellos. Se entendieron desde el primer momento y siempre se cayeron bien. Tú y yo estábamos un poco al margen aunque de cuando en cuando él reclamaba mi atención y ella la tuya, y cuando la conversación pasó a versar sobre conflictos laborales no tuve más remedio que intervenir que de eso yo sé un rato. El único que parecía satisfecho con su trabajo eras tú así que no diste mucho juego pero el resto no dejamos de hablar acerca de la malignidad de nuestros jefes, la inoportunidad de nuestros colegas y la escasez de nuestros sueldos.

Estaba claro que ella ya había hecho el reparto y debería estarle agradecida porque a mí me había tocado el más guapo, porque efectivamente él era el más guapo (y muy guapo) y mucho más simpático y atento y no volvió a llamarme “linda” en toda la noche. Pero a mí no me gustan los guapos, ni los simpáticos, ni los que muestran tan descaradamente su interés no siendo recíproco. De todas formas obviamente ni tú ni yo íbamos a renunciar a los papeles que nos habían asignado, al menos a lo largo de esa noche. En tu caso por lealtad a tu amigo, supe más tarde, en el mío podríamos decirlo así. También influía el hecho de saber perfectamente el porque de la elección de ella. Al fin y al cabo no eras más que un probable desconocido.

Tras un par de cervezas y mucho intercambio de miradas como queriendo decir pero qué carajo hacemos aquí, fuimos a cenar. La elección del restaurante no pudo ser más pésima, lo que enervó aún más mi estado de ánimo. Una parrilla argentina donde sólo servían carne a la brasa.

Una noche que comienza para alguien que apenas prueba la carne citándose a la entrada de un centro comercial, cenando en una parrilla y jugando al dos por dos sólo puede acabar apostando por el uno equivocado.

sábado, octubre 06, 2007

Useless desire (I)


Si alguna vez la vida te maltrata,

acuérdate de mi,

que no puede cansarse de esperar

aquel que no se cansa de mirarte.

Dedicatoria (Habitaciones separadas) de Luis García Montero



Él siempre dice que las cosas no suceden ni pronto ni tarde, sino en su justo momento. Que no hay retrasos, ni por tanto anticipos. Que yo nunca llego tarde a las citas… aunque siempre me adelante a los acontecimientos.

No puedo estar más en desacuerdo, y no hablo de retrasarme, costumbre cada vez más mía, conjugándose los semáforos y las plazas de aparcamiento en mi contra. No… simplemente a veces llegamos tarde, sin disculpas… y en cambio otras es la vida la que nos adelanta.

No voy a excusarme, no aquí ni ahora, en todo caso de hacerlo tendría que ser ante mí misma y eso no se me da bien y me produce pereza, al menos hoy y en este momento.
Desde luego no ante él, sería perder el tiempo, un tiempo que ahora ya sólo es mío y no estoy dispuesta a malgastarlo en inútiles caminos. Tampoco ante ti, aunque llegara tarde ese día, o tal vez debería decir llegamos, y como decía la canción… tarde, pero nos reconocimos.

Intento recordar cómo acabamos los cuatro juntos y perdidos en aquella ciudad que yo afirmé rotundamente conocer y que me era por completo desconocida:

-“Oh, sí… cómo no. Claro que conozco un buen puñado de bares con buena música y mejor ambiente. Si me aceptáis como guía prometo que no olvidaréis esta noche”. Mentía descaradamente ante la mirada complaciente de ella y vuestros rostros iluminados por la mejor de las sonrisas.

El plan era, creo recordar, cena, ella y yo con unos amigos y nuestra
amienemiga favorita. Dada esta última circunstancia todo indicaba que la noche en compañía acabaría pronto, precisamente para buscar una distinta y nueva. No contábamos con vosotros.

Nos presentó uno de los chicos. Que no os presté demasiada atención fue evidente, que ellas os prestaron demasiada, también. Para mí y en aquellos primeros momentos no representasteis más que dos tipos aparentes y probables*, estaba demasiado ocupada con mi teléfono móvil en tiempos y distancias mejores.

Tras la cena y la llegada de las primeras discrepancias, ella no quería despegarse de vosotros, yo quería ir a mi Diario y la otra quería ir a bailar salsa, nos separamos entrando en juego mi impostura, conociendo como conocía sólo dos calles, arriba y abajo y un par de bares de mala muerte donde las probabilidades de encontrarme con El profesor eran altamente peligrosas.

Resultasteis ser dos tipos tan encantadores, al menos aquella noche, que la improvisación cedió lugar a las cervezas, al ron, al humo y a las conversaciones (a gritos para hacernos oir); al intercambio de teléfonos y emails cuando ya amanecía y nos despedíamos con la promesa de volver a vernos… en cuanto fuera posible.

Él dejó caer que el lunes tendría que pasar cerca de mi lugar de trabajo, que tal vez, si me apetecía, podríamos vernos, comer juntos a mediodía… si me latía… si surgía…

-“Sí, cómo no… ya hablamos… te llamo… me llamas”, confesaré que no había mucha convicción por mi parte, pero ya había comenzado a notar como ella te miraba.

Mañana de lunes. Me llama ella. Prescinde de la corrección y el saludo, ni un lacónico buenos días que si recibe por mi parte; ni que los lunes tuvieran algo de bueno y no es que lo tengan de malo.

-“¿Le has llamado?”

Apenas me da tiempo a acomodar el auricular en la oreja y ya me está interrogando. No sé de quién me habla. No recuerdo a quién debía llamar. ¿Acaso tenía una llamada pendiente?.

-“Porque si él no te ha llamado deberías llamarle tú”.

El interrogatorio da paso a una disertación acerca de cómo tomar la iniciativa.

-“¿Opinas que debería hacerlo?” (Ni que me importara su opinión).

-“Por supuesto que sí, ni lo dudes. Ya estás tardando”.

Le prometo que lo haré ipso facto, en cuanto deje de hablar con ella y tras un breve intercambio de estados e información nos despedimos con la palabra dada de llamarle.

Pero no lo hago. Mi diligente cabecita me dice que sería más apropiado un impersonal (y más barato) SMS del tipo: “Hola, soy Daedalus, nos conocimos el viernes, tal vez me recuerdes (o no). Nos presentó un amigo común..."

Cumplida mi misión vuelvo a mis tareas laborales y me olvido del tema. Al escaso cuarto de hora suena el teléfono.

-"¿Ya le has llamado?, ¿Qué te ha dicho?, ¿Habéis quedado?.

Le digo que le envié un mensaje, que no me apetece hacer llamadas personales desde el trabajo, que está lloviendo a cántaros para salir fuera a la calle y llamar desde mi móvil... ninguna de mis disculpas la acaban de convencer del todo, me temo, tampoco lo pretendo.

-"En cuanto te conteste me avisas".

La respuesta se hace esperar y cuando por fin llega, como no podía ser de otra manera, es una disculpa del tipo: "hoy estoy liadísimo etc, etc". Como yo no soy del género insistidor y mi interés en él oscila entre el poco y el nada decido llamarla antes de que ella lo haga para informarle y cerrar el tema. Su decepción no puede ser más grande (y mi alivio).

En la tarde de ese mismo día, ya en casa, comienza a oírse por algún rincón la melodía que Antón Karas compuso para la banda sonora de El tercer hombre (ahora sustituida por Mancini y su Pink panther). Como es habitual en mí no sé donde he dejado abandonado el teléfono. Cuando por fin lo localizo guiándome por su música ya ha dejado de sonar. Era él el que llamaba. Ya volverá a llamar, me digo.

Efectivamente, vuelve a llamar. Tras un “¿cómo estás, linda?” que me deja descolocada (pero qué me ha llamado este romano) viene una sucesión de disculpas (nada me irrita más que las disculpas no precisadas) y la propuesta de que nos veamos el viernes. Como soy una buena amiga, especialmente de mí misma, propongo ampliar la cita a cuatro e invitarla a ella y a ti. Parece dudar en los primeros momentos, no sabe si tú, su amigo, tendrás ganas. Estás muy liado, no pasas por buenos momentos, tu última novia te ha dejado, aún no te has recuperado y un buen montón de razones y excusas que a mí, inasequible al desaliento, me parecen muy poco convincentes. Propongo ser yo la que hable contigo. Seguro que soy capaz de convencerte porque alguien que presenta ese cuadro de despropósitos nunca podrá negarse a emborracharse en compañía.

Me arrepiento de haberlo dicho nada más decirlo pero él aunque a desgana parece estar de acuerdo y deja en mis manos la tarea de organizarlo todo excepto la elección de restaurante, eso es cosa suya.
Así comienza un baile de llamadas y mensajes entre él y tú, eso lo supe más tarde, ella y él, eso lo supe casi al instante, ella y yo y por fin tú y yo. Desde luego supiste fingir a la perfección tu sorpresa ante mi llamada, que ya era esperada, y a pesar de hacerte de rogar un poco, supongo que eso formaba parte del papel a representar, a los escasos dos minutos ya teníamos una cita, aunque fuera a cuatro manos.

*Los hombres se clasifican, o yo los clasifico, en posibles, imposibles, probables e improbables. Una clasificación al margen se ocupa de los macarras, que es la clase suprema, el resto se dividen entre metrosexuales de gym y gafapasta con ínfulas intelectuales.

Primeras frustraciones


Justamente un paraguas, Maga, te acordarías quizá de aquel paraguas viejo que sacrificamos en un barranco del Parc Montsouris, un atardecer helado de marzo. Lo tiramos porque lo habías encontrado en la Place de la Concorde, ya un poco roto, y lo usaste muchísimo, sobre todo pera meterlo en las costillas de la gente en el metro y en los autobuses, siempre torpe y distraída y pensando en pájaros pinto o en un dibujito que hacían dos moscas en el techo del coche, y aquella tarde cayo un chaparrón y vos quisiste abrir orgullosa tu paraguas cuando entrábamos en el parque, y en tu mano se armó una catástrofe de relámpagos y nubes negras, jirones de tela destrozada cayendo entre destellos de varillas desencajadas, y nos reíamos como locos mientras nos empapábamos, pensando que un paraguas encontrado en una plaza debía morir dignamente en un parque, no podía entrar en el ciclo innoble del tacho de basura o del cordón de la vereda; entonces yo lo arrolle lo mejor posible, lo llevamos hasta lo alto del parque, cerca del puentecito sobre el ferrocarril, y desde allá lo tiró con todas mis fuerzas al fondo de la barranca de césped mojado mientras vos proferías un grito donde vagamente creí reconocer una imprecación de walkiria. Y en el fondo del barranco se hundió como un barco que sucumbe al agua verde, al agua verde y procelosa, a la mer qui est plus félonesse en été qu'en hiver, a la ola pérfida, Maga, según enumeraciones que detallamos largo rato, enamorados de Joinville y del parque, abrazados y semejantes a arboles mojados o a actores de cine de alguna pésima película húngara. Y quedo entre el pasto, mínimo y negro, como un insecto pisoteado. Y no se movió, ninguno de sus resortes se estiraba como antes. Terminado. Se acabo.

Oh Maga, y no estábamos contentos.


No creo que necesite presentación...

viernes, octubre 05, 2007

Para la terapia de este viernes se recomienda...



Estoy Bartok de todo,
bela
bartok de ese violín que me persigue
de sus fintas precisas,
de las sinuosas violas
de la insidia que el oboe propaga
de la admonitoria gravedad del fagot,
de la furia del viento,
del hondo crepitar de la madera.

Resuena bela en todo bartok: tengo
miedo.
La música
ha ocupado mi casa.
Por lo que oigo,
puede ser peligrosa.

Échenla fuera .

de Ángel González







P.D. Y ya sé que lo que suena no es Bartok...

jueves, octubre 04, 2007

Free Burma!


Aunque suelo ser bastante escéptica con este tipo de cosas opino que no siempre hay que quedarse callado.
Lo he visto en el blog de León el Africano y me ha parecido interesante. Si quieres unirte a la iniciativa pincha aquí, por una Birmania "libre".

By(e) the way




Razones habría muchas.

Tal vez no alcancen los dedos de tus manos para contarlas.
Tal vez alcancen tus sentidos para comprenderlas…

¿La primera de ellas?

Probablemente mi falta de constancia que hace que no me guste competir, con nadie ni por nada, ni apostar, ni jugármela por un tipo que probablemente no merezca la pena (y aunque la mereciera).

No tengo interés en llegar la primera a la meta para verme rodeada de hipócritas sonrisas y falsas adulaciones.

-“¿Por qué te interpones en mi camino, pues?”.

Preguntas con tu perfil más intimidante e inquisitivo, ése que sacas a pasear de cuando en cuando si las cosas se tuercen en tu presuntamente ordenada (y controlada) vida.

Si ésa es la única pregunta que se te ocurre hacer tendrás que encontrar tú la respuesta…

miércoles, octubre 03, 2007

Olha que coisa mais linda, mais cheia de graça




Cada mañana me asomo a los periódicos con una alta dosis de escepticismo que siempre supera al afán informador o a la curiosidad diaria. Bien decía aquél que no hay nada más de cierto en ellos que el precio y la fecha.

Últimamente tanto diarios como informativos parecen ediciones revividas de aquel periódico desaparecido que si la memoria no me falla se llamaba “El caso” y se caracterizaba por dedicarse a cubrir exclusivamente lo que por aquel entonces algunos llamaban crímenes pasionales; hoy y aquí, violencia de género; y por algún que otro lugar, crímenes de honor. Así que casi nada de lo que leo o veo me sorprende ya, pero esta mañana cierto periódico se superó a sí mismo con un titular que decía algo así: "Sorpresa en la playa y en el muro de San Lorenzo por la presencia de una joven nudista".

No dudo que la chica en cuestión tuviera cierto afán de protagonismo y notoriedad, no creo que de lo contrario se dedicase a pasearse un día de principios de otoño por una playa urbana no nudista siendo como somos todas sus usuarias plenamente conscientes de que todo el paseo marítimo es una excelsa galería donde los “paisanos playos” de todo tipo y condición bien acodados en la barandilla se pasan las tardes y parte de las mañanas escrutando y analizando cada cm de carne ajena. En todo caso es muy libre de hacerlo si le place, que no es mi intención, nada más lejos de la realidad, censurar su actitud.

Lo que me parece tremendamente reprobable es que un diario que se las da de serio, líder en la información autonómica y un buen montón de bla bla bla considere noticia que una chica tome el sol desnuda en una playa.

Como bien dice el periodista autor del escrito, no es ningún delito (excepto si la exhibición va acompañada de actos obscenos, indica el diligente plumilla) y tras una velada recomendación a que acuda a otra playa nudista de las cercanías se cierra el artículo indicando que a izquierda y derecha la chica se pasea desnuda y toma el sol, respectivamente, en sendas fotografías que lo ilustran.

No entiendo mucho de leyes pero no sé hasta que punto eso no supone una intromisión al honor y a todas esas zarandajas a las que alude nuestra bien amada Constitución. En todo caso y al margen de lo absurdo de la noticia me parece un atentado contra el sentido común que los paseantes (y transcribo literalmente) no dieran crédito a lo que estaba ocurriendo, como si allí se estuviese cometiendo un asesinato.

Recuerdo que este mismo verano y en ese mismo periódico, en las sin par cartas al director que escribe la ciudadanía y que para mí son de obligada lectura, alguien se quejaba de la falta de pudor de las mujeres en las playas aludiendo a la por otro lado poco extendida práctica del “top less” en las playas del Cantábrico. Quejándose la madre de familia, pues como tal se identificaba, de que las playas ya no fueran lugares adecuados para acudir con los niños y reclamando que alguna ordenanza municipal pusiera orden reservando playas para uso familiar declarándolas zona libre de mujeres desvergonzadas, adictas a lucir sus encantos y futuribles sufridoras de cáncer de piel.





Porque una es poco dada a tomar el sol, al nudismo y al “top less” por causas dermoestéticas básicamente, pero ante semejante declaración de intenciones apetece declararse en rebeldía.

martes, octubre 02, 2007

Entre la magia y las preguntas


Sí, definitivamente ha tenido que ser cosa de magia, no podría haber sido de otro modo. ¿Alguien ha sido capaz de conseguir una entrada para EL CONCIERTO?. El teléfono ha comunicado toda la mañana, la página web ha estado colgada desde antes de las 10 y las entradas agotadas... no nombraré a la ignominiosa empresa que una vez más se ha encargado de la no venta.

A los afortunados, enhorabuena y que ustedes lo disfruten; el resto nos quedamos con el consuelo de intentarlo en Bilbao y al menos por mi parte con que I'll work for your love ya forma parte de mi banda sonora particular...

Por cierto, no deja de ser curioso como el Jefe "agarra" a la Scialfa en la foto promocional de la gira como si marcara su territorio o pretendiera disipar rumores de una posible crisis matrimonial (el cabreo saca mi lado más cotilla).
Pour me a drink Theresa
In one of those glasses you dust off
And I'll watch the bones in your back
Like the stations of the cross'

Round your hair the sun lifts a halo
At your lips a crown of thorns
Whatever other deals goin' down
To this one I'm sworn

I'll work for your love, dear
I'll work for your love
What others may want for free
I'll work for your love

The dust of civilizations
And loves sweet remains
Slip off of your fingers
And come driftin' down like rain

The pages of Revelation
Lie open in your empty eyes of blue
I watch you slip that comb through your hair and this I promise you

[...]

Your tears, they fill the rosary
At your feet, my temple of bones
Here in this perdition we go on and on

Now our city of peace has crumbled
Our book of faith's been tossed
And I'm just out here searchin'
For my own piece of the cross

The late afternoon sun fills the room
With the mist of the garden before the fall
I watch your hands smooth the front
of your blouse and seven drops of blood fall

[...]

Cumpleaños


Acuden hoy mis treinta y tres años
para exigirme que los recuerde a todos.

Cuánto me conocen:
han sabido de mí toda la vida.

Algunos me reclaman
por haberlos gastado inútilmente.

Otros piensan
que exageré en aquellas cosas tristes.

Los más habrían querido no escribir:
consumirse en canciones.

Sin embargo esperan reunidos en la mesa
que yo vuelva con un trago para todos.

Porque si alguno falta no seríamos lo mismo,
nos prometemos seguir juntos

y decirnos salud.

Eduardo Langagne



P.D. Y no es mi cumpleaños...

lunes, octubre 01, 2007

Échame a mí la culpa


[...] Octubre se disfrazó
de junio, enero, marzo
fluye en mis venas como entonces
acecha sin medir las consecuencias.

Octubre, compañero, es el culpable.

S.E. Regalado


Alguien me decía esta tarde que la canción abajo firmante era un tanto triste proponiéndome un par de alternativas que en mi opinión no lo eran menos. La canción, el “post”, supongo que mi estado de ánimo por extensión… No dejan de ser curiosas las lecturas que se hacen de lo que una completa desconocida puede llegar a escribir (o mostrar) cuando las más de las veces poco o nada tienen que ver con la realidad o con la intención perseguida, máxime cuando no siempre son coincidentes.

A mí Lou Reed siempre me ha levantado el ánimo (en el sentido más amplio de la palabra, solo o aderezado con la Velvet underground) por motivos un tanto insensatos que no contaré, al menos no aquí ni ahora. Y Sweet Jane siempre me gustó especialmente. No me parece en ningún caso una canción triste, aunque como bien decía antes, la interpretación del oyente es tan libre como la del lector y a mí lo que me transmite es que al final de todo siempre hay esperanza, pudiendo encontrarla en las cosas más simples, ésas que tantas veces obviamos... porque como bien dice la canción si has tenido un corazón no te darás la vuelta para romperlo.

P.D. Francamente me deprime mucho más Debussy... y probablemente tenga Vd. razón y a ambos nos haga falta un buen polvo, no tengo claro sin conjuntamente o por separado.

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