La Navidad, al menos la mía -tan lejana, la de todos- huele a Spekulatius. Todo el mundo lo sabe.
Trato de hallar la fórmula, la combinación perfecta. La
mezcla adecuada entre la canela y el cardamomo, el jengibre y el clavo. Ensayo,
prueba y error. Como las marshmallows, de Mercadona, of course, de mis
demonios.
La repostería es ingrata. Como algunas mujeres. Aunque no todo se base en la apariencia, casi, quién lo diría.
El aroma de las fresias, las hortensias y las peonías
marchitándose en la ventana se confunde con el de la pimienta y la nuez. ¿Acaso
hay flores más hermosas? Supongo que si le preguntara diría que sí, los
jazmines, tal vez los lirios; y sin duda las gardenias. Perfectas para lucir en
el pelo en una noche cualquiera de verano.
Pero aquí no hay verano, todo el mundo lo sabe.
Pero aquí no hay verano, todo el mundo lo sabe.
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