Directo al olvido
Decía antes que éste había sido un día de mierda. Bueno, lo ha sido hasta ahora. Por un lado saber que tengo una cita con Mr. Cohen me ha devuelto la sonrisa, por otro, un motivo absolutamente surrealista vía email del que tal vez hable en otro momento (lo siento Shami, no creo que me resista a contarlo públicamente) la ha refrendado (pese a mi corte de pelo).
Tras pasar dos dias sin salir de la cama excepto para visitar a mi médico de cabecera ("chata, lo que te ha pasado es que tu cuerpo ha dicho 'basta' ", es lo que tiene la confianza y los años de visitas a domicilio). El estrés, los madrugones, no comer o comer a destiempo y de mala manera, los nervios, la soledad, las prisas, los problemas, los dolores, la puñetera señorita de rojo y yo negándome a que me diera la baja, que en casa me agobio, que no sé qué hacer, que los días se me hacen eternos y mis deseos son órdenes y hoy vuelvo al trabajo más muerta que viva, tras dos días sin probar bocado (si al menos me hubiera hecho perder un par de kilos) y arrastrando dolor de ovarios y mal humor y una montaña de expedientes sobre mi mesa y una mierda de curso sobre la Ley de contratos de las Administraciones Públicas que no sé para qué he pedido y al que le debería estar dedicando este preciso instante. Tengo que entregar un supuesto el lunes y sé de facto que si no lo hago hoy ya no lo haré en todo el fin de semana, que no tendré ni ganas (las mismas que no tengo ahora) ni tiempo. Me espera un fin de semana largo y lleno de cosas por hacer, y no, no tengo planes, ni una escapada romántica, ni una aventura desenfrenada ni cena a la luz del rocío y citas a ciegas, ni una habitación de hotel ni tequila ni cervezas. Más bien tendré que quitar el polvo, y hacer camas, y adecentar el jardín y poner flores en los jarrones y hacer sitio en los armarios y sacar toallas, que vente de Alemania, Pepe, incluida la novia de mi sobrino mayor que increíblemente a punto está de cumplir los 18, si parece que nació ayer (claro que obviamente yo era una cría cuando nació, y lo era literalmente, aclaro).
Pero volviendo a lo estaba contando el día apuntaba maneras. Comenzó bien y cuando llegué al aparcamiento de la estación a eso de las siete y media de la mañana, más tarde de lo habitual, hoy me lo merecía, había milagrosamente sitio libre donde aparcar, pero como todo lo bueno de hoy (hasta ahora) no ha sido más que una ilusión cual sería mi sorpresa cuando a eso de las cuatro me bajo del tren y me encamino hacia mi coche y por segunda vez en un par de semanas lo encuentro rodeado de vallas y con un letrero que dice "prohibido aparcar por obras". Cartelito que evidentemente no estaba esta mañana, y carajo, en mi pueblo esas cosas se hacen con antelación, te encuentras un letrero que dice que tal día a partir de una hora cualquiera no se puede aparcar y una va sobre aviso y no se le ocurre aparcar allí (al menos no a mí) o si lo tiene aparcado lo retira, pero no se coloca con traición y alevosía a las doce de la mañana (reitero, por segunda vez en dos semanas) y se plantan cual pensamientos en otoño unas hermosas vallas rojas y blancas rodeando e impidiendo la salida de los incautos coches aparcados e ignorantes.
¿Y qué hacer? Pues apartar alegremente las vallas y montarse en el coche e irse pitando de allí entre los improperios y risas varias de media docena, por lo menos, de obreretes.
-"¿Pero qué haces, cuca?" (Tú yes de la Cuenca, oh... por lo de cuca, digo).
-"Pues qué voy a hacer, coño. Sacar el coche. Aunque no tengo ningún problema en llevarme por delante la valla para sacarlo... Y esto no estaba esta mañana aquí, joder". (Juro que nunca digo tacos, pero las risas en manada y no precisamente de lobo estepario me exasperan y sacan lo peor de mí, que haberlo, haylo).
Más risas...
Como terapia se recomienda cantar a pleno pulmón "Voy persiguiendo la luna".
4 perdidos en el laberinto:
"Ley de Contratos de las Administraciones Públicas". Pero qué manera de flagelarse, eso es Semana de Pasión y lo demás cuento.
Sin vayas, sin obreros, con tacos, con prisas y médicos...me apunto hoy mismo tu entrada. Día de mierda...
Si no tienes planes, compra unas cervezas o una botella de vodka y habla con alguien durante horas (vía telefónica si no hay más remedio) mientras entra el alcohol hasta que los renglones se tuerzan. Aunque puede que no ayude, no es un método fiable.
A estas alturas de la película no necesitas pedir licencias, querida princesa...
Publicar un comentario